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miércoles, 17 abril, 2024
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La torsión bélica… ¿camino sin salida? (Segunda parte)

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Por: RICARDO BERMEO •

Nos adentramos en escenarios -a nivel mundial- sobredeterminados por la creciente “torsión bélica”, que la Invasión de Rusia a Ucrania, aceleró a un ritmo de vértigo, se juega infinitamente más que lo que esa “guerra por proximidad”, puede hacernos pensar; de ahí, la necesidad de continuar el debate y la elucidación compartida, con el mayor calado del que podamos ser capaces. Esta tarea forma parte esencial de un proyecto político democrático radical, más aún, cuando   el control de la situación parece estar escapando de las manos de los “tomadores de decisiones”, que solo aciertan a responder de manera reactiva, cada vez más vertical y autoritaria, yendo siempre detrás  de los acontecimientos, o bien, con medidas de muy corto alcance, o en su defecto, proponiendo soluciones monstruosas a problemas pésimamente mal planteados. 

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De ahí que, como resultado, se abra paso, una dinámica que avanza -cada vez más- bajo el poder de Outis (de Nadie), basta preguntarnos… ¿Hacia dónde nos llevan?, basta pensar en la irracionalidad flagrante de lo ocurrido este año, el epítome de la locura queda en evidencia en ciertos “pasajes”. Por ejemplo, en el pasaje de la disuasión nuclear al empate catastrófico, o, en otro tema, en el pasaje del negacionismo en torno al cambio climático, a los Acuerdos de París, completamente insuficientes para efectivamente evitar lo que viene, el caos climático planetario, casi convertidos en humo, ante la actual patada en la mesa de los acuerdos y de los arreglos institucionales que mantenían funcionando la economía capitalista -desbocada con la financiarización-. O bien, manifiestos en la entronización de un orden crimilegal, en sociedades como la nuestra. 

La más reciente explosión del desorden nos ha sumergido en la fase terminal de una confrontación -de espectro total- y de alcance global, determinada por la disputa entre las grandes potencias, enfrascadas en una feroz lucha por la hegemonía política, económica, militar…que nos arrastra -como humanidad- sumergiéndonos -sin miramientos- dentro de un horizonte preñado de inmensos y casi insolubles problemas. 

Consideremos brevemente, la cuestión económica, mientras los indicadores de una recesión global continúan mostrando sus dientes, bajo la forma de una estanflación, (estancamiento con inflación), ante  ese escenario manifiesto, se repiten los mantras de las explicaciones de corte neoliberal, desde donde se propone como lo hace quien fuera economista del FMI, Olivier Blanchard, como solución para reducir la inflación: recurrir al desempleo masivo… (dicho sea de paso, a medidas similares se recurre bautizándolas en estos lares como “austeridad republicana”). Pero como escribe Juan Laborda, en realidad, se trata de políticas económicas impulsadas dese la ortodoxia económica neoclásica (neoliberalismo). En síntesis, en realidad, provocarán una profundización de la recesión -crisis-, agravarán la inflación, generando un deliberado desempleo masivo, y ello, redundará en estancamiento, a lo que Laborda califica como… “La obra póstuma de unos sádicos”. O, para poner otro ejemplo, la liberalización de la economía, y su oposición -desde cierta ortodoxia económica- a los impuestos que gravan los beneficios extraordinarios de corporaciones financieras o de otro tipo. 

Sin ser experto en estas cuestiones, me parecen más productivas dos hipótesis de este mismo autor, mediante las que sostiene, primero, que en realidad, es la financiarización de la economía (la economía de casino) la que estaría generando los repuntes de inflación actuales. Y, como segunda hipótesis, que en realidad es la financiarización (la economía de casino) la que beneficia de manera rampante a los extractores de rentas (los “nuevos dueños” de la economía mundial), en detrimento de los salarios y del capital productivo. 

Cabría recordar, ante esto, lo que también analiza, Laborda, que la financiarización, (y sus consecuencias, ahora que se repiten las dinámicas que provocaron la  crisis del 2008, con nuevas burbujas financieras)  al impulsar las políticas económicas ortodoxas, se golpean con extrema dureza, a los sectores menos favorecidos de la población, mediante un conjunto de procesos regresivos con lo que se estarían perdiendo aceleradamente conquistas sociales (y esfumándose las posibilidades de cumplimiento en un próximo futuro, de derechos humanos fundamentales) el derecho al agua, el derecho a la vivienda, el derecho a la salud, el derecho a la educación, el derecho a la vida, entre otros. Mientras se multiplican las ya brutalmente injustas desigualdades sociales. La torsión bélica, como camino sin salida, abre una regresión brutal y acelerada de dos siglos de luchas y conquistas sociales.  

Es sobre esta lectura del sistema económico global, que podemos comprender la “irracional eficacia” de las  “soluciones monstruosas” cifradas en desatar el enfrentamiento bélico, con su economía de guerra -embridada ahora a la financiarización, (en las antípodas  de la economía de guerra keynesiana)- la guerra dominada por la financiarización está ligada  a la “doctrina de choque” (Naomi Klein), expolio, producción masiva de armamento, destrucción y reconstrucción, como oportunidades -crimilegales- de incrementar los beneficios puros, neoextractivismos, necropolítica, etc. 

Ante este panorama hoy, cobran nuevos sentidos. Metáforas como la de Walter Benjamin, quien, para cambiar la situación mundial durante el ascenso del fascismo clásico, consideraba en una imagen-movimiento, lo que podría ser una revolución, cifrándola en las acciones necesarias para…  “tirar de los frenos de emergencia de la locomotora del progreso histórico”, (¿tiene resonancias con la actual teoría del decrecimiento?); imágenes que -más allá del sentido hermenéutico- tienen -quizás- la fuerza para sacudir la sarta de falsas ilusiones en que procuramos refugiarnos -como las avestruces-, imágenes dirigidas a romper el armazón conformista  de nuestros marcos mentales, imágenes-movimiento capaces de  impulsar acciones colectivas de envergadura, encaminadas a combatir  la torsión bélica en curso, cuya crueldad y explotación sin fin, se encuentran en vías de realización.  

Conviene resignificar la frase castoriadiana “Nadie podría salvar a la humanidad de su propia locura”… como advertencia -paradójica en apariencia- acerca de la existencia de umbrales en torno a los cuales tenemos la responsabilidad de reflexionar permanentemente en estos tiempos de oscuridad. 

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