La Gualdra 439 / Artes visuales
¿Con qué trabaja sus obras visuales?: “Con desechos de lavadora, esas pelusas que restan del lavado, recorte realizados con bisturí de ilustraciones antiguas y fotografías de gárgolas que tomé en los años 90, además de elementos como una mica de reloj, un disco compacto reciclado y las ya mencionadas aglomeraciones de pelusas de lavadora sobre un soporte de goma EVA sobre un bastidor de 40 x 60 cm”. Así describe Julio Núñez su apuesta visual. Julio ganó uno de los premios más relevantes en poesía de Chile, seleccionado entre cientos de libros, fue galardonado por un jurado selecto.
En Chile, el país más al sur del continente, hay muy pocos premios y becas, los pocos se reparten entre escritores que escriben, por lo general, por autosatisfacción o por diversos motivos, pero no para hacerse acreedor de un galardón específico. Julio Núñez fue entonces, un celebrado primer lugar en uno de los pocos, pero más connotados certámenes. Esto ocurrió el año 2009, por esa fecha el autor se encontraba realizando su año número catorce como fotógrafo forense, “El ojo del juez frente a la muerte”. Sacaba fotografías que daban cuenta del proceso por el que habían fallecido las víctimas. Un caso extraño para el ganador de un premio tan excelso, pero natural para la vida de Julio. El poeta nació en una provincia muy alejada de la capital, y le tocó emigrar a muchas ciudades pequeñas del país debido al trabajo de su padre, hasta que el juego de emigrar terminó cuando ingresó como estudiante de arte en la Universidad de Chile. Julio, actualmente, es egresado de arte visual en esa universidad y por tanto, es artista visual además de forense y poeta. Su oficio de poeta no ha terminado, pero en parte ha migrado hacia el collage, técnica con la que ha realizado obras que han llamado la atención tanto como su poesía.
Octavio Gallardo: ¿Qué te llevó a buscar este tipo de arte visual?
Julio Núñez: En la vida las cosas se dan de acuerdo con las circunstancias en las que uno se desenvuelve, todo lo que vives o lo que está a nuestro alrededor consciente o inconscientemente nos va moldeando o condicionando el pensar, el sentir y el hacer, no es que uno lo busque. Tuve una formación en artes visuales cuando estudié pedagogía y fotografía, aunque ya desde la infancia me sentí atraído por dibujar, crear y construir, motivado por libros que vi en casas de familiares y por restos de materiales de construcción o desechos con los que disfrutaba fabricando juguetes. La poesía, la fotografía y el collage han sido herramientas que fueron apareciendo en el camino y que se han quedado por largo tiempo, tal vez porque resuelven de mejor modo necesidades personales de expresión.
OG: ¿Tu experiencia como fotógrafo forense ha influido en tu obra?
JN: Sin duda que ha sido así, estar enfrentado durante gran parte de la vida a diversas realidades y hechos que quedan grabados en el subconsciente, la mayoría situaciones que nadie querría recordar, porque están asociadas a sus peores vivencias o a las de algún ser conocido, pero que por las características y la finalidad de mi labor debía realizar exactamente lo contrario, perpetuarlas, registrar esas escenas en secuencias de fotografías muy descriptivas y detalladas para documentar visualmente como medios probatorios para el esclarecimiento de delitos y la defensa de las víctimas. Estudiar arte y realizar fotografía forense me llevaron a trabajar principalmente con la técnica, la sensibilidad y el ser humano como tema, su cuerpo o lo que queda de él, su entorno, su existencia, sus miedos, sus tormentos, sus sueños… todo ello ha influido en mi modo de percibir el día a día y por consiguiente en la creación como vía de escape o tal vez como inconsciente terapia.
OG: ¿Qué te interesa plasmar en tus collages?
JN: Procuro estimular su capacidad de asombro tan desaparecida hoy en día, alcanzar algo de belleza, la búsqueda de armonía y equilibrio en la composición con diversas imágenes que he ido recolectando, mayormente formas fragmentadas, descontextualizadas, residuales, misteriosas, algunas terribles, otras hermosas, en general intensas y de gran calidad gráfica. Crear con ellas mundos sorprendentes, donde por consiguiente el espectador logre sintonizar y percibir un lenguaje poético-visual, despertar su interés para descubrir un sinfín de detalles y realizar múltiples lecturas que lo conecten con sus emociones.
OG:¿Sientes que tus collages se relacionan en algo con México?
JN: De México solo sé a través de documentales, reportajes, películas o libros, entiendo que existe una relación muy potente con la muerte. Algunas culturas de Mesoamérica realizaban ofrendas con sacrificios humanos para calmar a los dioses, lo que me da entender que tenían una existencia muy tormentosa como para llegar a resolverlo de esa manera tan extrema. Además, es muy conocida la conmemoración de los difuntos, festividad pagana y también religiosa, que se extiende durante varios días dedicados según el tipo de fallecidos, con preparación de comida del gusto que tenían sus familiares muertos, con velas para iluminarle el camino a las almas y decoración con muchas calaveras o imaginería alusiva, principalmente realizada con papel picado o recortado… En todo lo anterior veo algunos puntos de coincidencia con mi trabajo, la muerte como una compañera que está latente desde que nacemos y que se manifiesta al fallecer, la existencia humana con sus miedos y culpas, la necesidad de que a pesar de utilizar un tema tan oscuro y potente esté presentado de un modo festivo y ornamentado bellamente. Mis collages tienen bastante de eso, mucho papel recortado, calaveras, elementos distribuidos de modo muy decorativo y armónico aun cuando el tema es tan agudo o denso.
* Julio Núñez Rivera, nacido en Yumbel (sur de Chile-1967). Actualmente radica en Santiago. Poeta, fotógrafo y profesor de Artes Visuales. Durante 26 años se desempeñó como fotógrafo forense. Ha publicado los libros de poesía Espantacuerdos, debut y despedida (1993), Pieza inconclusa para fin de siglo (1996). Luego de 14 años se publica su libro de poesía que fue ganador del Premio “Revista de Libros” del diario El Mercurio, titulado El breve latido que burla al silencio (2010). Asimismo, publicó el libro de poesía y fotografía patrimonial minutera chilena CámaraObscura-Destellos en suspensión (2011); y el libro-objeto Cápsulas para lanzar al espacio (2017). En los años 2018 y 2019 colaboró en la ilustración de la reedición los libros La bandera de Chile de la laureada poeta Elvira Hernández; y Uranio, de Marina Arrate, ambos editados por La Joyita Editorial.
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