■ El jurado dijo que se trata de una controversia, porque el director hizo una película que deambula entre una sátira, una crítica y un reconocimiento a la Institución Policiaca de la Cdmx
Esta 71 edición del Festival de Cine de Berlín, La Berlinale, fue tan veloz que en cinco días se proyectaron algunas películas de la selección y se anunciaron los ganadores.
Y justo este viernes se proyectó la película mexicana Una película de Policías, de Alonso Ruizpalacios y ganó el Oso de Plata a la Mejor Edición por Aporte Artístico de Yibrán Asuad; El jurado señaló:
“El Oso de Plata es para la obra maestra de edición por este concepto atrevido, y trabajo cinematográfico innovador que difumina las fronteras entre ficción y realidad y explora con valentía la capacidad del lenguaje cinematográfico para cambiar nuestra perspectiva del mundo. Teniendo un rol esencial en el apoyo de la visión del director, el montaje hábilmente deconstruye las múltiples capas de la realidad y del lenguaje para ofrecer una profunda, dura y provocadora mirada dentro de una de las instituciones más controversiales de México”.
Ahora, ¿por qué el jurado cierra su declaración diciendo que se trata de una controversia?
Porque Alonso Ruizpalacios hizo una película que deambula entre una sátira, una crítica y un reconocimiento a la Institución Policiaca de la Ciudad de México y a los policías.
Consiguió, al deambular entre la ficción y el documental, separar la crítica y el reconocimiento: la primera para la Institución y lo segundo a las personas que ahí trabajan y se convierten en policías.
Mónica del Carmen y Raúl Briones son los dos actores y personajes. Tienen un doble rol: uno como personajes que revisten la ficción y luego como ellos mismos en su entrenamiento en la academia de policía y las grabaciones diarias desde sus celulares para croniquear su resentir.
Entre la ficción y el documental
Ruizpalacios escribió entonces una historia contada desde dos estrategias. La historia de “la patrulla del amor”, porque se trataba de una pareja amorosa y laboral de policías, Teresa y Montoya, que cuenta su experiencia en la policía durante muchos años hasta que tuvieron que dejar la institución por las presiones de los comandantes y la corrupción de un político que se sintió ofendido por una multa que estaban por ponerle.
La primera estrategia es la ficción. Del Carmen y Briones dan vida al relato de los personajes. Principalmente en voz off y con escasos diálogos de terceros, como para reforzar el tono de memorias personales. Los dos van en la patrulla, atienden partos, vigilan la marcha de gaypride de la Ciudad de México y soportan cotidianamente los insultos de la gente por un salario libre de apenas mil 100 pesos a la quincena. Libres porque el resto se va en mordidas que deben de dar al interior de la institución para tener buenos chalecos antibalas y pistolas.
La segunda estrategia es el documental. La voz en off de repente adquiere cuerpo en los personajes reales. En los dos policías que a finales del 2019 se dieron de baja de la institución a causa de las presiones. Entonces es cuando entramos a la academia de policía y vemos a los actores entrenarse y sorprenderse por el entorno.
Es tan borrosa esta transición que es complicado distinguir las voces de los actores y de los personajes.
Ruizpalacios nos vuelve hacer recorrer la Ciudad de México como ya lo hizo con Güeros (2014) y Museo (2018) en coches y de noche. Una ciudad que puede ser sórdida, pero a la vez llena de vida.
De la policía, a distinguir entre la persona y la podredumbre de la institución.
Quizás Una película de Policías que saldrá en las salas de cine mexicanas, y decimos quizás porque se trata de una producción Netflix.
