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domingo, 20 abril, 2025
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La jornada laboral y Recursos Humanos

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Por: María de la Luz Muñoz Morales •

La jornada laboral es un tema que ha sido objeto de numerosas investigaciones y debates a lo largo del tiempo. El inicio de la definición del tiempo dedicado al trabajo en nuestras vidas se puede rastrear al inicio del trabajo mismo.

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El trabajo ha sido una parte fundamental de la existencia humana desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, la forma en que se organiza y se regula ha ido evolucionando a lo largo de los años. En épocas anteriores a la modernidad las jornadas laborales solían estar determinadas por los ciclos de la naturaleza, asociando el trabajo con las tareas agrícolas y artesanales. 

Con el advenimiento de la revolución industrial, las jornadas de trabajo sufrieron un aumento considerable, convirtiéndose en un tema central de la agenda social y política. La llegada de la revolución industrial trajo cambios en la organización social, así como en las costumbres de consumo y de trabajo.

Ante la tendencia de las empresas de explotar a los trabajadores con jornadas extenuantes de hasta 16 horas, los movimientos obreros lucharon por la reducción de la jornada laboral consiguiendo muchos avances en la justicia social llegando finalmente a la jornada actual de 8 horas.

Aunque el progreso en la justicia laboral ha sido amplio, hemos encontrado un estancamiento en la duración de la jornada laboral, con las primeras propuestas de la jornada de ocho horas surgidas en el siglo XIX, prácticamente nada ha cambiado en ese rubro desde entonces.

Desde la revolución industrial la métrica clave del capitalismo siempre ha sido la productividad, comúnmente asociada a la cantidad de horas trabajadas. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que esta relación no es siempre lineal y que reducir la jornada puede impulsar la productividad. 

La jornada laboral de 8 horas fue planteada considerando dividir el día en tres partes iguales: 8 horas para dormir, 8 horas para trabajar y 8 horas para actividades personales, sin embargo, no siempre fue así. Durante la gran depresión en Estados Unidos, se realizaron varias pruebas con el fin de amortiguar el alto nivel de desempleo presente en un inicio se redujo la cantidad de horas semanales a 40, es decir, trabajo de lunes a viernes e incluso se llegó a implementar una jornada de 6 horas, la misma fue adoptada por personajes importantes como “el barón de los cereales” John Harvey Kellogg quien redujo la jornada a 6 horas o 30 horas semanales, reduciendo un poco el pago lo que le permitió recontratar empleados previamente despedidos. Al cabo de unos años los empleados ya ganaban lo mismo por 6 horas lo que ganaban por 8 sin menguar en la productividad de la industria y a pesar de que en muchas fábricas cuando se recuperaron las condiciones económicas las jornadas volvieron a su duración normal, muchas permanecieron con el sistema de las seis horas hasta la década de 1980. 

Lo anterior puede contemplarse como una demostración de que la reducción de la jornada es en efecto benéfica para el incremento de la productividad de las empresas, sin embargo no es el único experimento que ha considerado que la reducción de horas que los trabajadores recuperen tiempo en sus vidas personales y sean más productivos en sus horas de trabajo, más experimentos se han realizado probado con éxito que la reducción de la jornada laboral no solo contribuye a regresar tiempo a los trabajadores en sus vidas, además son más productivos el tiempo que pasan en el trabajo.

Podemos analizar casos de éxito en la reducción de la jornada laboral como el de Islandia que de hecho recortó su horario laboral pasando de 40 horas semanales a 36. Con ello muchos trabajadores lograron un mejor equilibrio en su vida laboral y personal además de reportar niveles más bajos de estrés en el ámbito personal en tanto que la productividad se mantuvo en los niveles de esperados de variación incluso aumentó.

Conclusiones:

La jornada laboral tiene una relación estrecha con la calidad y cantidad de trabajo que podemos producir los seres humanos, y esta relación no es necesariamente lineal. Es decir, más horas de trabajo no equivalen a una mayor productividad.

La lucha histórica por los derechos laborales ha sentado un precedente importante sobre la necesidad de dedicar más tiempo al esparcimiento y a la vida personal, y menos a las actividades profesionales. Este equilibrio contribuye a mejorar la calidad de vida de los colaboradores y a reducir el estrés laboral.

Desde la década de 1930, se han realizado experimentos con jornadas laborales más cortas en diversos contextos, obteniendo resultados exitosos. Estos principios han demostrado ser efectivos también en entornos modernos, lo que nos da razones sólidas para creer que la reducción de horas laborables podría aportar beneficios significativos tanto para las empresas como para los trabajadores.

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