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viernes, 26 abril, 2024
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Alerta: en la conquista de derechos no hay fin de la historia

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

La reciente decisión tomada por la Corte Suprema de los Estados Unidos de América respecto al famoso criterio originado del caso Roe vs. Wade de 1973, nos recuerda que la historia del progreso no obedece a la lógica de una línea recta, sino zigzagueante, y que, en materia de conquista de derechos, no existe, parafraseando al politólogo Francis Fukuyama, fin de la historia, sino una constante de atención, alerta y lucha. Hagamos un recuento de la decisión del máximo tribunal de los Estados Unidos: una mayoría de jueces conservadores, que se terminó de configurar en el mandato del republicano (denominación meramente partidista) Donald Trump, votó por desconocer el derecho a decidir de las mujeres sobre la interrupción del embarazo, como uno que está garantizado en la Constitución de los Estados Unidos, y más como uno que puede o no, legislarse de manera autónoma por cada uno de los cincuenta estados que conforman al vecino norte. Con ello, se da paso a que los Congresos Locales, definan sí lo reconocen como derecho, las garantías para ejercerlo, así como las políticas públicas de reconocimiento del mismo, o en cambio, no lo reconocen y, por el contrario, se penaliza, como suceden casos. Medios y expertos calculan que la prohibición puede alcanzar la mitad de los estados, y ocho lo hicieron ya de manera inmediata, al conocerse el veredicto. Además, es destacable que esta mayoría está conformada por cinco hombres y una sola mujer, mientras que las otras dos mujeres integrantes del máximo tribunal votaron en contra, con la minoría, acompañadas del extraordinario juez que es Stephen Breyer (por cierto, su libro Cómo hacer funcionar nuestra democracia, no tiene desperdicio).
El caso es importante para el resto del mundo, particularmente para México, por cuando menos, dos aspectos: el primero, es que los Estados Unidos, los debates jurídicos y los argumentos que se esgrimen para llegar a sus decisiones, cada vez cobran más influencia en nuestro contexto judicial, pero no solo eso, sino que en un mundo globalizado, determinaciones de esta índole, con este tamaño, tienen repercusiones en el diálogo democrático sobre todo tratándose de ese tipo de temas, aún controversiales (con todo y que, en los Estados Unidos, las encuestas demuestran que no lo son, dado que una mayoría claramente definida, está a favor de este derecho de las mujeres a decidir). Además de lo anterior, es importante el análisis político del caso: una poderosa, activa y necia minoría conservadora que tardó casi medio siglo en ir por una revancha que le reportara éxito, se configuró a partir del caso emblemático Roe vs. Wade de 1973. Fenómenos como ése pueden suceder en cualquier lugar del mundo, respondiendo, en la teoría del péndulo, a una inclinación hacia uno de los espectros ideológicos del cuadrante.
Finalmente, aunque con menos promesa de consenso, existen posturas en la propia Corte Suprema, que apuntan hacia el desconocimiento como derecho constitucional consagrado de otros tantos derechos a saber, particularmente los que corresponden a la comunidad LGBTQ+.
La respuesta inmediata, por lo pronto, es el arranque de una campaña, tanto de políticos, como de activistas, para castigar a los políticos contrarios al derecho a decidir, con el objetivo de que, en los estados se instaure una mayoría lo suficientemente liberal, que lo reconozca, desde lo local, ahora que se ha desconocido a nivel Constitución General. Esta mayoría no necesariamente tendría que ser demócrata, supongo, aunque el partido republicano cada vez tiene menos moderados, y más trumpistas, expresión que, por cierto, se nutrió siempre de esta promesa que hoy, a través de los jueces que logró designar en la Corte, cumplió. Bien decía Obama en su libro La audacia de la esperanza, que la mejor forma de indignarse por las decisiones políticas era en el campo de lo electoral, y así lo ha reflejado también el mensaje del presidente Joe Biden. Siempre será una pena que haya políticos que solo entiendan el lenguaje de los votos, y peor aún, sí solo es cuando esos votos les dan la espalda.

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@CarlosETorres_

 

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