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viernes, 26 abril, 2024
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¿Tiempo de mujeres?

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Aunque el eslogan lo abarata, no le quita verdad aquello de que es tiempo de las mujeres. 

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Hoy estamos más cerca que nunca de la posibilidad de tener en la presidencia de la República a una de ellas, y nunca como ahora se les ve en altos puestos de elección. 

Lo hemos dicho antes, eso no significa necesariamente justicia para sus congéneres. Ellas también suelen votan contra causas de las mujeres. 

Y suelen también acaparar cargos y candidaturas las hijas, hermanas, y parejas de caciques y patriarcas, sin más preparación, mérito y oferta política que su condición de género y cercanía con quien tiene poder. 

En consecuencia, muchos de las cuotas de género han servido para perpetuar a las mujeres de privilegio, y no a las miles cuya participación política pie a tierra construye partidos, estructuras y candidaturas. 

También hay que decirlo, aún si lograran esa representatividad, probablemente las mujeres seguirían ausentes de muchos sitios de cabildeos y acercamientos políticos porque muchos de estos ocurren en tables dances y fiestas etílicas y sexuales en cuartos de hotel y casas rentadas, en las que las mujeres están presentes solamente en condición de trabajadoras sexuales que sirvan de intercambio de cortesías políticas y generación de mutuas complicidades. 

La paridad no ha logrado siquiera eliminar la violencia de género, y está lejos de lograrlo porque se ha permitido que ese argumento se convierta en blindaje ante cualquier legítima crítica al desempeño de una mujer en el cargo, mientras se tolera el juicio a la moral sexual de las féminas con el cuestionamiento sobre quién es el padre de sus hijos. 

Se tolera incluso cuestionar el no tenerlos, como hizo Guadalupe Loaeza con respecto a las candidatas a gobernar el Estado de México, sobre quienes escribió: “La maestra Delfina no está casada ni tiene hijos y, por otro lado, Ale está casada y es mamá de unos gemelos preciosos (…)”.

La sutileza hipócrita con la que se desliza una supuesta superioridad moral de una sobre otra por el ejercicio de la maternidad tendría que ofender a ambas más allá de colores partidistas, porque justo en la utilización de esos parámetros está la violencia de género, con independencia de cuál sea el resultado de la medición. 

Para el común, poco importa lo anterior porque todo ello no deja de ser los problemas que padecen las mujeres de arriba, las del privilegio. 

Para el resto, la lucha de las mujeres está en otra parte, está en cosas que les afectan más directamente como la creación del registro nacional de personas deudoras alimentarias morosas en la que se inscribirán a quienes incumplan tres meses con la manutención de sus hijos.  

Si bien en ese padrón podría inscribirse a cualquier persona sin importar el género, la situación hace previsible que en su mayoría serán hombres, toda vez que en lo general son las mujeres quienes asumen el cuidado y manutención de las infancias.

Con esto se pretende eliminar las exitosas maneras con las que se elude dar pensión a tres de cada cuatro hijos de divorciados, entre las que están cambiar de nombre los bienes y renunciar a trabajos formales.

Nada ha servido hasta ahora, ni siquiera la posibilidad del encarcelamiento ha logrado frenar este desequilibrio en parte porque esta medida parece muy severa a los ojos de muchas mujeres que la evitan por temor al juicio social y al de los propios hijos. 

Esto podría suceder también con el padrón porque implica casi una muerte civil, que impediría, a quienes permanezcan en él, tramitar licencias de conducir, pasaportes, hacer trámites notariales, salir del país, casarse, ser candidatos a cargos de elección popular, o juzgados y magistraturas, además de que se les podría embargar bienes y cuentas bancarias. 

Tampoco será extraño que se encuentre otra manera de eludir esta sanción o que se le encuentren fallas a esta alternativa que hoy no se vislumbran. Lo cierto es que cuando menos, empiezan a verse acciones que impactan a las mujeres que están afuera de la burbuja de la élite. Ojalá sea para bien.

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