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lunes, 12 mayo, 2025
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España: el 26J desde nuestro laberinto (1/2)

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Por: RICARDO BERMEO •

Los resultados de las elecciones del 20 de diciembre dejaron a España, ante la crisis del régimen político de la transición, y del bipartidismo del PP y del PSOE. Como sabemos, no ha sido zanjada. Por ello se han convocando a nuevas elecciones para el próximo 26 de junio.

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Se abre así un nuevo capítulo, decisivo, de la batalla -durísima- entre los partidarios de la ruptura democrática, contra los partidarios de la restauración (y/o del heterototalitarismo). Entre quienes pretenden defender las libertades ciudadanas, contra quienes defienden, en los hechos, aunque su discurso lo encubra, los privilegios, desigualdades, e injusticias, que garantizan el mantenimiento del dominio oligárquico sobre el conjunto de la sociedad.

Lo fundamental es que se ha logrado poner en pie, con enormes dificultades, una verdadera “sociedad en movimiento”, donde crecientes sectores de la población, jóvenes, mujeres, fracciones de las clases subalternas, comienzan a exigir la democratización de la democracia, ampliándola como el derecho ciudadano a tomar el control de sus vidas en sus propias manos.

Pero ¿Cómo hacer sostenible, y permanente, ese movimiento de auto-institución, de autoreflexividad, de autogobierno, capaz de dar vida a la democracia real ¡ya!?

El debate continúa, veamos algunas de sus aristas.

Por un lado, llama la atención la manera en que se repiten, aquí y allá, parecidos escenarios de confrontación. Dentro del sistema político (electoral), habitualmente entre dos polos principales. En el caso español, ante la nueva fase electoral, hacia el 26J, sube el nivel del conflicto entre por un lado Unidos Podemos, y las confluencias; contra, por otro lado, la derecha -y el centro- PP, PSOE y Ciudadans. No por nada, los mismos estrategas electorales son contratados en América Latina y en España, y son parecidas las estrategias electorales, campañas negras, espionaje, guerra sucia, etc., etc.

Esta polarización es extremizada hasta llegar a voltear a la “democracia contra sí misma”: dinero de procedencia ilegal financiando las campañas, clientelismo a tope, y la “dictadura perfecta”, los medios de comunicación masiva, afines, dedicados a intoxicar a la opinión pública, (mediante el uso intensivo -también- de las redes sociales) con contenidos psicosociales que modulan las preferencias electorales, y el apego al orden ofrecido por el statu quo existente, mediante la emisión de un mensaje de linchamiento y descalificación del “enemigo”, estigmatizado como “peligroso”.

Esa polarización, de espectro amplio, conlleva el peligro de suprimir a un “tercero estratégico”: todos los movimientos que reivindican y defienden su propia autonomía, como contrapoder efectivo, negándose a subordinarlo a la lógica estatal.

Es sobre esta interfase, crucial, gobiernos, partidos, movimientos, sobre la que trazan sus estrategias, aquellos actores que buscan nuevas formas de articulación, entre las instituciones estatales y los movimientos (tras los triunfos electorales,  municipales, y parlamentarios, su monitoreo y evaluación), con propuestas tales como las del “partido-movimiento”. Es interesante, en éste tenor, seguir las reflexiones que se han ido elaborando,  sobre qué otro tipo de articulaciones son posibles, apremiados ante los tiempos institucionales con que pueden ser implementados los cambios políticos que aceleren la incorporación de las mayorías sociales, a la autodenominada por la alcaldesa de Barcelona, como una “revolución democrática”.

Mientras, en el otro extremo, se debe evitar  el reduccionismo -al elucidar- el polo vinculado a la defensa del statu quo, PP, PSOE, Ciudadans, etc., se corre el peligro de ocultar, sin comprender – dar cuenta y razón- de todo lo referente a las nuevas formas de servidumbre voluntaria y a los nuevos tipos de dominación.

Desde esta última perspectiva, es importante pensar la servidumbre voluntaria, de acuerdo con E. Profumi, por la necesidad que tenemos de comprender, tanto la estructura de dominio capitalista y los modos con que logra obtener el consentimiento de la población, imponiendo obediencia y conformismo; y especialmente para analizar… “las formas de socialización dentro de las que se reproduce continuamente el ejercicio del poder en tanto que favor, privilegio, delegación, aceptación de la corrupción de las reglas establecidas, de la incapacidad de valorar la norma común, como las normas centrales de la coexistencia”.

Volviendo a esa polarización creciente, ésta denota la creciente bifurcación entre democracia y capitalismo, a la que sólo cabe oponerle una ética -y una política- que como el 15M, (y muchos otros movimientos desde abajo) nos han mostrado, están en la base de creaciones político-democráticas, contra esa(s) “máquina(s) especializada(s) en crear derechas extremas y populismos de derechas”.

La forma en que la sociedad española se enfila hacia el 26J, ante la disyuntiva de: o, bien, darle una salida democrático-popular a la crisis de régimen, o bien, terminar en un nuevo tipo de heterototalitarismo -capaz de embonar con el capitalismo financiero -y mafioso- contemporáneo-, puede ayudarnos a pensar nuestras propias limitaciones y obstáculos a la hora de plantear alternativas que permitan recuperar los derechos perdidos, bajo el ataque neoliberal. ■

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