■ El Mirador de Heródoto
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, tiene un origen controversial. Una corriente de pensamiento lo atribuye al movimiento de las mujeres socialistas de finales del siglo 19 que tenía como finalidad promover la lucha por el derecho al voto femenino.
La primera celebración del Día internacional de la Mujer se produjo el 19 de marzo de 1911, en Austria, Alemania, Dinamarca y Suecia con la participación de más de un millón de mujeres. Después de pasar por varias fases, en 1977 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer, y describió su significado en estos términos: “Es una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos, exigir cambios y celebrar los actos de valor y decisión de mujeres comunes que han desempeñado una función extraordinaria en la historia de los derechos de la mujer” entre los que se cuenta el derecho a la educación.
En cuanto a la vinculación de las mujeres con la educación universitaria, éstas han ido conquistando espacios profesionales que siglos atrás eran inimaginables para el género,
En México, desde el triunfo de la República sobre el Imperio en 1867, en una sociedad tradicionalista, política, económica y socialmente dominada por los varones, se estableció un corpus legislativo que otorgó a las mujeres la posibilidad de acceso a las escuelas profesionales.
Si bien se proclamó la igualdad formal y legal, faltaba mucho por andar para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres.
A nivel nacional, reconociendo que la primera mujer titulada en una carrera profesional fue Margarita Chorné y Salazar (odontóloga), un caso paradigmático es el de Matilde Montoya Lafragua, primera mujer médica en México –personaje que, entre muchos, se escogió por haber nacido en marzo, un día 14 de 1857- quien atreviéndose a enfrentar y salvar una estructura que obstaculizaba el ingreso femenino a la universidad, en 1882 ingresó a la Escuela Nacional de Medicina, se tituló y siempre viento en contra a causa de su género, ejerció profesionalmente.
En la actualidad prevalece otra situación. La evolución de la matrícula femenina en instituciones de educación superior, en las últimas cinco décadas marca una tendencia con aumento sostenido. Según un estudio de Martha Córdova, investigadora de la UNAM, en su artículo denominado: La Mujer Mexicana como Estudiante de Educación Superior, es a partir del año 2000 cuando la colectividad de mujeres que cursan estudios superiores alcanza el 48.72%. De acuerdo a la Anuies la presencia de la mujer supera al de los hombres en las siguientes áreas de estudio: Educación y Humanidades con el 66.7%, Ciencias de la Salud con 61.7%, y Ciencias Sociales y Administrativas con el 58%. Como un buen pronóstico la UNAM publicó en su Gaceta de marzo de 2005 que tiene una matrícula estudiantil femenina de 52%.
En la UAZ ocurre algo semejante, las mujeres tienen presencia numérica importante, como lo señalan datos del segundo informe del rectorado 2012 – 2016 y referenciales del 2011: de 32,801 alumnos, el 52.87% corresponde a mujeres; de los docentes el 39.6% está representado por este género; en el rubro administrativo, el dato es 45.6%.
Sin embargo la representatividad significativa no reside únicamente por su número, por el contrario, la diversificación de actividades académicas que realizan –investigaciones, publicación de libros y artículos, participación en congresos nacionales e internacionales, realización de estudios de posgrado- fortalecen su trayectoria profesional, posicionándolas con estándares de excelencia. Académicas de la comunidad UAZ que realizan actividades altamente exigentes y que con el elevado rendimiento se han ganado a pulso su reconocimiento.
De todas ellas, por cuestión de espacio, mencionamos únicamente a las universitarias de las que tenemos noticia que nacieron en marzo: Samanta Bernal, Olivia Hernández Aguilar, Gema Mercado, Patricia Lugo, Gloria Trujillo, Emilia Recéndez, Lidia Ivánova, Juana María Valadez Castrejón y otras como Lucy Carlos Medrano, Mónica Hiriart, Otilia Salinas y Gloria Velia Reina.
En el 2014, el Rector de la UAZ Armando Silva Cháirez, en el marco del Día Internacional de la Mujer, instituyó el galardón “Mujeres que dejan huella”, cuya primera emisión se llevó a efecto el Área de Ciencias de la Salud. Esta acción es deseable que se extienda a todos los espacios universitarios, pues es un estímulo para las mujeres que hacen posible que la UAZ se sienta orgullosa de su extraordinario capital y talento humano al servicio de la juventud
Las notas del Mirador de Heródoto tienen como motor resaltar las cosas que se hacen bien en la UAZ y en justicia señala que a nuestras compañeras universitarias se les reconoce su empeño en fortalecer un paradigma de educación impregnado de los valores que promueven la igualdad de género. ■
Así se observa el mundo desde el Mirador de Heródoto.
*Cronista de la UAZ