Madrid. El Real Madrid goleó hoy miércoles por 3-0 al Atlético de Madrid y el Barcelona venció 2-0 a la Real Sociedad para sugerir la más que cercana posibilidad de un superclásico en la final de la Copa del rey de futbol.
Los blancos ganaron al Atlético de Madrid por intensidad, eficacia y algo de suerte, mientras el Barcelona venció con menos brillantez y una dosis importante de polémica. En el horizonte se atisba una reedición de la final de Copa de hace dos años.
El Real Madrid puso pie y medio en la final gracias a un extraodinario despliegue físico, el dominio de la posesión, la presión, el talento joven de Jesé y una buena dosis de fortuna.
El primer factor sorpresa lo encontró el Real Madrid en Pepe. A los 17 minutos, el central se incorporó al ataque, disparó desde la frontal del área, el balón tropezó en Insúa, despistó a Courtois y se fue a la red. El Bernabéu celebró el gol con el estruendo propio de una afición que reconoce el nuevo estatus del Atlético como equipo grande.
La segunda mitad pareció mostrar a un Atlético un poco más ambicioso de inicio, pero le duró el tiempo que el Real Madrid volvió a asociarse con el balón. Y el conjunto de Ancelotti dio su segundo golpe a los 57 minutos con un precioso pase filtrado de Di María para que Jesé se inventara un sorprendente remate que se tragó Courtois.
El joven delantero blanco fue el mejor del partido y su importancia la reconoció el propio Ancelotti al final del encuentro: «En este momento Jesé es muy importante para nosotros porque marca en partidos muy importantes».
Entonces Diego Costa entró en combustión y vio una tarjeta amarilla que le impedirá jugar la vuelta. Para entonces el Real Madrid era el dueño del encuentro y Simeone reaccionó poniendo en el campo a Adrián y luego a Sosa. Pero poco cambió el escenario.
Sin embargo, al Atlético tiene en el balón parado una de sus grandes armas y ahí tuvo su gran ocasión. A los 72 minutos, disfrutó de un saque de esquina, Godín remató de cabeza y Modric sacó bajo los palos.
Fue una jugada decisiva porque dos minutos después el Real Madrid consiguió su tercer tanto. Di María disparó sin aparente peligro, el balón tropezó en Miranda y se fue a la red. Un tanto afortunado, similar al primero. Ancelotti disfrutó en el banquillo de su suerte.
Ahí acabó un partido en el que el Real Madrid fue mejor que el Atlético, pero quizá no tanto para tan sustancial ventaja en el marcador. Con ello tiene casi en el bolsillo su pase a la final.
Superó al Atlético, actual campeón de Copa y ganador en los dos últimos clásicos, y por eso su afición lo celebró con un clamor.
En la otra semifinal, el Barcelona derrotó por 2-0 a la Real Sociedad en un duelo jugado en el Camp Nou ante solo 30 mil espectadores.
El encuentro quedó marcado por lo que sucedió en torno al minuto 44, cuando Busquets logró el primer tanto local tras empujar a la red un balón perdido en el área vasca.
Unos instantes antes, el mexicano Carlos Vela, una pesadilla para la zaga azulgrana en la primera mitad junto a Griezmann, tuvo el 1-0 en sus botas cuando se plantó frente a frente ante Pinto. Pero empujado por Javier Mascherano dentro del área, el delantero estrelló su remate contra el portero local.
Justo después del tanto azulgrana, frustrado aún por la jugada en el área rival, Íñigo Martínez dejó a la Real Sociedad con 10 al ver la tarjeta roja por protestar.
«El Barcelona no necesita que le echen una mano para ganar», se quejó Vela tras el partido.
Con un hombre menos, el conjunto visitante, que planteó un partido muy serio en la primera mitad, perdió peligro al contragolpe y fue arrinconándose en su propia área.
El colmo de la fatalidad para los vascos llegó en el minuto 59.
Alexis Sánchez se desmarcó con maestría y remató con inteligencia, pero el balón se estrelló en el poste. El rechace le llegó a Elustondo, que despejó con la mala fortuna de que el balón golpeó en el arquero Zubikarai y se metió en la portería para el 2-0.
La Real Sociedad quedó grogui, pero el Barcelona no la noqueó pese a que merodeó la portería rival durante el resto del encuentro. En unas ocasiones Zubikarai y en otras la falta de puntería evitaron la goleada y dejaron, aunque sólo entreabierta, una puerta a la esperanza para el equipo blanquiazul.