■ Señala que sus novelas pueden registrar la violencia que ocurre, pero no resolverla
■ Sin embargo, su objetivo, dice, es crear una obra maestra dentro “del hecho literario”
Sobre este 2017 que se ha convertido ya en el año más violento de los años recientes en México, el escritor sinaloense Élmer Mendoza dice que “puede preocuparse como ciudadano pero no como escritor acerca de lo que viene…pero yo no quisiera que nos convirtiéramos en un país de salvajes”.
Dijo que sus novelas pueden ser un registro de lo que ocurre y tener la capacidad tanto de prevenir como de advertir sobre estos hechos, “pero un novelista no puede resolver esto”.
“Un novelista puede ponerlo en el tablero, y en la historia de la literatura del mundo siempre hay novelistas que señalan esos defectos tan dolorosos y tan inconvenientes para cualquier país, y lo que yo hago es eso”.
Precisó no obstante que esta es una pretensión secundaria, pues su objetivo es escribir una novela “que le quede muy bien”, una obra maestra; y para ello tiene que partir “de mí, es decir, tengo que ignorar lo que he hecho y lo que está ocurriendo a mi alrededor”.
El novelista tiene que manejarse dentro del territorio “del hecho literario”, de otra manera fracasaría, “hubiera escrito otras cosas”, dijo en conferencia de prensa, previa a su presentación en la Fiesta del Libro y la Palabra la tarde de ayer, en la que también participó el escritor zacatecano Gonzalo Lizardo para charlar sobre Letras norteñas, literatura y corridos.
Su ambición personal de escribir ese tipo de literatura es lo que lo hace mantenerse, no a margen de la realidad, “porque soy un ciudadano”, pero sí el tener muy clara la diferencia entre el universo de la ficción y el de la realidad.
EL ESCRITOR SEÑALÓ TENER MUY CLARA LA DIFERENCIA ENTRE EL UNIVERSO DE LA FICCIÓN Y EL DE LA REALIDAD
También respecto de esta diferencia, propuesta ahora entre el quehacer literario y el periodístico, y para hablar de las implicaciones de estos diferentes oficios con el caso del asesinato del corresponsal de La Jornada en Sinaloa, Javier Valdez, ocurrida el 15 de mayo en esa demarcación, agregó, “son territorios muy distintos”.
Aun cuando ambos tenían la misma base temática, dijo, “el planteamiento es absolutamente diferente, yo no tengo ningún compromiso con la verdad como él, yo tengo un compromiso con la ficción”.
Élmer Mendoza recordó su amistad desde que eran muy jóvenes, “-él- tocaba el tambor en un grupo de folclor… y era un güero con el pelo largo…fuimos grandes amigos”.
Reiteró que los territorios de sus respectivos trabajos eran muy distintos, “Javier además era un hombre muy valiente, muy arriesgado, muy terco. Él eligió eso para hacer sus letras y yo elegí otra cosa por mi formación”.
El acercamiento que ha tenido el autor de Asesinato en el parque Sinaloa (Random House, 2017) con el periodismo, es la reseña y critica de obras literarias, en este momento en El Universal.
Con este diario había celebrado un contrato por un año para hacer este trabajo pero José Emilio Pacheco lo instó a no dejarlo “porque en México no se estaba hablando de literatura”.
Su columna ha servido para que escritores jóvenes consigan becas, apoyos, estancias en otros países o traducciones de sus obras.
De esta manera ayuda a que la gente se entere de que estos autores “están ahí” en el ambiente de la literatura en español, “pero son muy distintos…el territorio de Javier que le costó ya la vida, y el territorio que yo tengo, que nunca he tenido una amenaza de nadie”.
Dijo que sus compromisos con la ficción los disfrutan sus lectores “que son los que los comprenden” pero no optaría por el periodismo duro, “no es algo con lo que yo me quiera meter, yo hago periodismo, comento libros, he colaborado con periódicos muy famosos como The New York Times, El País (…) y siempre tengo ofertas para integrarme a escribir, nunca he aceptado”.
Acerca de “la estética de la violencia” que ha marcado su obra, también recordó que la idea la obtuvo de la lectura en los años 80 de un artículo en The New Yorker, que hablaba sobre sus posibilidades.
“En esos años Nueva York era una ciudad muy violenta” a la que prosiguieron las políticas de cero tolerancia de Rudolph Giuliani.
La idea de abocarse a la estética de la violencia “era muy buena”; más tarde leyendo a Walter Benjamin quien también abordó sus posibilidades, Élmer Mendoza se dijo, “no estoy equivocado tengo que seguir por allí”.
Tras publicar sus dos primeros libros fue invitado a la Universidad de Pittsburgh donde un crítico que había sido alumno de Benjamin le dijo que estaba haciendo con sus novelas justo lo que el filósofo y crítico literario alemán había predicho “que tenía que pasar con los autores que trataran la violencia ¿Y cómo creen que me sentí?”.
Élmer Mendoza también refirió su búsqueda para convertirse en escritor en la que siempre tuvo como objetivos encontrar “algo que lo hiciera diferente”, distinguirse como Picasso lo hizo entre los pintores, ejemplificó.
Quería ser “buen escritor, ser diferente y crear otra matriz” a partir de matrices importantes; citó entre sus referentes a Juan Rulfo y Fernando del Paso, y dentro del género policiaco a Alejandro Dumas y a autores americanos e ingleses, pero también al mexicano Rafael Bernal.
Le tomó 20 años conseguir su objetivo dijo, “después todo fue muy bien al principio, resulta que habíamos creado un movimiento que se llamaba la Literatura del norte y que no entendíamos”.
Pero en la Universidad de Melbourne, en Australia, sí la entendieron, fue en este centro de estudios donde por primera vez se dijo que en México estaba surgiendo un movimiento de narradores que estaban creando “una nueva estética”.
Después abordarían el tema las universidades norteamericanas y europeas, hasta que en México empezaron a surgir estudios al respecto.
EL ACERCAMIENTO QUE HA TENIDO EL AUTOR DE ASESINATO EN EL PARQUE SINALOA CON EL PERIODISMO, ES LA RESEÑA Y CRITICA DE OBRAS LITERARIAS
Se identificaba a cuatro pilares dentro de esta nueva estética de la Literatura del norte: Daniel Sada (Mexicali), Eduardo Antonio Parra y David Toscana (Monterrey) y Élmer Mendoza (Sinaloa), este último, “el único que tocaba el tema del narco y de sus angustias y sus transformaciones, la descomposición social que provocaba. Ese era yo y eso era ante de la Guerra –contra el narco- y todas esas cosas”.
Luego de los años, Élmer Mendoza también aseguró que el tema de la narco-novela no se ha agotado, “yo creo que no, pero es importante la pregunta porque creo que se pueden agotar los autores”.
Dijo que no es su caso, “ahora mismo acaba de salir mi novela nueva que trata el tema (Asesinato en el parque Sinaloa), y hay una evolución en el tratamiento del tema, yo siempre lo intento (…) la escribo como si fuera la primera).
“Ya tengo toda una historia de experiencia como narrador pero lo asumo así, con esa frescura, con ese deseo, con esa intención grande de hacer algo importante, de hacer una obra maestra”.
Dijo que hasta ahora tanto la crítica como sus lectores dicen que logra cada vez hacer novelas diferentes, “¿cómo le hace usted?”, le preguntan, “y yo siempre les digo yo tampoco sé”, pero lo consigue.
“Justamente por eso, para mí no se agota el tema, y en mi cabeza hay tantas historias que yo en cualquier rato doy una sorpresa con una novela de otra naturaleza, o termino con la zaga de El Zurdo Mendieta, que tengo un problema con El Zurdo, sus clubes de fans me tienen amenazado si la acabo. Tengo que pensarla bien porque vivo muy bien y quiero seguir viviendo bien, entonces si de pronto una de sus fans me tuerce el brazo me va a doler”.
“Yo quiero continuar en esa escritura que tiene mucho público y que es un público que la aprecia, pero sobre todo eso, el caso está en conseguir que cada novela sea distinta y cada novela proporcione un gran placer a los lectores”.