La Gualdra 611 / Día Internacional de la Mujer / #8M
Soy Lili Luciano, soy diseñadora de modas, mi pasión es transformar los textiles en dimensiones 3D, tengo más de una década ejerciendo mi oficio/profesión. Me gusta llamarlo de las dos formas porque trato de reivindicar la palabra «costurera» (oficio), una costurera para mí es diseñadora también.
Hago indumentaria, ropaje, segundas pieles, escribo con hilo y aguja. Cada prenda que elaboro es concebida desde una manera consciente y de esa misma forma, busco que sea adquirida por quienes la van a portar.
Desde 2012 he tratado de generar junto a otros, un ambiente propicio para ejercer el diseño de modas en un territorio donde cada vez es más difícil sostenerse y no sólo dentro de una incipiente industria de la moda sino también en la búsqueda de una vida digna a la que se aspira. Estas inquietudes me han llevado a colaborar en marcas locales de moda, a ser docente, a realizar investigaciones, a escribir textos que vayan contando la historia local de la moda; porque hablar de lo que llevamos cada día y el por qué, es una acción contestaria a lo que comúnmente se cree sobre esta industria. Ése fue de los primeros retos a los que me enfrenté, descubrir y fundamentar que lo que hacemos los diseñadores puede estar fuera de la vanidad y la frivolidad.
Ser lo que decidí ser ha sido un camino complicado, me he enfrentado a diversas problemáticas que muchas veces no dependen de una individualidad, si no de contextos sociales y económicos, además de haber tenido pérdidas de seres queridos que me llevaron a abandonar algunos proyectos.
Pienso que la colectividad desemboca en la autogestión; a lo largo de estos años he estado inmersa en distintas iniciativas que apuestan por transformar los espacios, asimismo esto se convierte en una protesta, en resistencia, desde donde nos tocó existir. Ahora mismo me encuentro desarrollando junto a mis compañeros, proyectos autogestivos desde ejes culturales, creativos y críticos; dos talleres de diseño, un estudio fotográfico, un showroom de productos locales y una librería de ocasión componen ahora una comuna cultural y una casa de diseño. Ser parte de este tipo de organización es altamente motivante, ya que me permite ver hacer a otros lo que más les apasiona y al mismo tiempo puedo reflexionar que un mundo antipatriarcal, anticapitalista y antiespecista puede ser posible.
Mi abuela Carolina y mi mamá Conchita son dos de las mujeres que más han marcado mi vida, la primera me enseñó que después de la muerte puedes seguir creando a través de otras manos, manos que ella misma enseñó a bordar y a hablar con hilos que tejen y de esta manera sanar las ausencias físicas. Mi mamá, por su parte, ha influido en toda mi existencia, ha sido mi mejor modelo y promotora; un momento en especial fue cuando cumplí 17 años, cuando mi mamá y papá me regalaron mi primera máquina de coser. Ahí fue cuando comenzó mi historia creativa.
El 8 de marzo para mí representa una falda morada, una blusa negra y unas botas de combate, pues estar aquí en un cuerpo de mujer es un constante campo de batalla, desde donde elijo pelear.
Este periodo electoral me hace pensar que el poder ejecutivo es un poder jerárquico y muchas veces coercitivo y sea quien sea que lo represente termina convirtiéndose en la expresión máxima del Estado. Me gusta más pensar que se puede vivir de manera horizontal, desde donde se promueva el apoyo mutuo, por ello mis acciones van encaminadas a esa praxis. El #8M es por lo tanto una invitación a la acción, a no quedarnos en donde se nos relegó, a salir a las calles, a crear nuevas realidades.
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