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viernes, 19 abril, 2024
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García Luna, criatura del neoliberalismo criminal

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Una adecuada estrategia a favor de la pacificación de las regiones del país, donde se ha disparado la criminalidad, sólo es posible si se comprende su naturaleza y sus causas, debe tomar en cuenta que estamos ante un fenómeno multifactorial y con una diversidad de contextos, su tratamiento debe ser de la misma manera. Pocos lo entienden así.

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He insistido que existe una economía mundial de actividades ilícitas, que alcanzó su mayor madurez en el neoliberalismo. A partir de ello, me he atrevido a usar el concepto de “el Genoma del Neoliberalismo Criminal” para explicar que existe un sistema mundial, una estructura criminal que forma parte del modelo de acumulación y concentración del capital imperial, liderado por Estados Unidos.

Por eso, es muy relevante insistir que el criminal concreto no es un ente aislado, sino un ingrediente de un todo concreto, y en esta parte hay mucho por explicar. Pero tampoco es un simple resultado de ese todo. Se nutren uno del otro, se complementan.

Desde la perspectiva legal que se observa en el caso del exsecretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, se juzga a un criminal concreto que durante varios sexenios de gobierno mexicano sirvió a las estructuras de la criminalidad mexicana y, en especial, de Estados Unidos.

Pero, debemos preguntarnos: ¿Ese criminal se hizo a sí mismo o es un resultado social que inicia en la familia y termina siendo uno de los hombres más poderosos de la criminalidad México-Estados Unidos?

Es indudable que la economía de las actividades ilícitas estructuró una red criminal transnacional que le permite obtener grandes ganancias, que mayoritariamente, se cristalizan en las manos de los distribuidores de drogas de Estados Unidos y, hace lo propio con los vendedores gringos de armas que se utilizan en la destrucción humana de México y son causa del elevado nivel de inseguridad que se vive en las regiones estratégicas de la producción y tráfico de mercancías ilícitas.

Por eso, es correcto afirmar que García Luna es una criatura del neoliberalismo criminal, modelo que adoptó nuestro país desde el gobierno de Miguel de la Madrid y en la que el exsecretario de seguridad pública federal fungió más como un “Secretario de la Criminalidad Mexicana” y enlace con la criminalidad estadounidense.

La iniciativa Mérida y el programa “Rápido y Furioso” constituyeron mecanismos bilaterales de los gobiernos de México y Estados Unidos, una especie de Tratado de Libre Comercio para los bienes criminales, que legalizaron el comercio de armas y que dinamizaron una industria que obtiene mayores ganancias cuanto más se asesina en México. Se trata de una economía que vive de inventar guerras fuera de sus fronteras.

Es muy evidente que, a las actividades formales de la economía de Estados Unidos, se suma una economía subterránea, solapada y auxiliada por los gobiernos norteamericanos y a la que fueron muy sumisos los gobiernos mexicanos de Vicente Fox, Calderón y Peña Nieto.

Ese dato debiera ayudar para comprender que las redes de la criminalidad no son estatales, aunque tengan asiento estratégico en estados como Jalisco y Sinaloa. Por eso, en el caso concreto de Zacatecas, la criminalidad podrá disminuir en la medida en que pierda dinamismo la producción y traslado de drogas, disminuya su poder financiero, decaiga su número de efectivos y su fuerza armamentista.

Aunque es obligación legal que cada gobierno estatal vele por su territorialidad, la existencia de reproches mutuos de los gobernadores de Zacatecas (MORENA) con San Luis Potosí (PVEM), Aguascalientes(PAN) y Jalisco (MC) no ayuda a combatir uno de los tentáculos más virulentos que tiene entrada a nuestro estado de Jalisco por Guanajuato, siguiendo las ruta de Querétaro-San Luis Potosí-Zacatecas o Jalisco-Aguascalientes-Zacatecas y que pone en zozobra a los municipios del suroeste de Zacatecas, donde asesinaron a un importante general de la Guardia Nacional. De sobra es conocida la ruta directa de Jalisco por los Cañones de Juchipila y Tlaltenango.

El nombramiento del general en activo Arturo Medina Mayoral como nuevo secretario de Seguridad Pública de Zacatecas, en sustitución del general en retiro Adolfo Marín Marín, a juzgar por su discurso de toma de protesta, pareciera traer una idea más clara de lo que debe hacerse en materia de seguridad en el estado, no sólo por dirigir la mirada a la tarea de la prevención en manos de la sociedad civil, las familias, incluso a la academia; sino también porque inicia la inmediata incursión a los municipios del sureste, donde los bloqueos y quema de unidades motrices, significó, para muchos, un recibimiento, cuando más bien es la incursión a una madriguera poco tocada por la autoridad. 

Habrá que insistir sobre el papel preventivo que pueden, y no hacen, los estados, municipios, iglesias, partidos políticos, instituciones educativas, autoridades auxiliares y muchas instituciones más. En otra ocasión comentaré de ello.

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