Autora: Ana Karen Ángeles Jiménez
Residencia: Coyoacán, Ciudad de México, México
La Catrina estaba muy emocionada por volver a viajar, pues el año pasado dijo, éste es mi año y mi racha se tiene que terminar. Emocionada y sonriente, buscaba su celular, pues ella un vuelo iba a comprar, para que al fin pueda conocer a su rey Mictlán.
Al googlear su celular, se dio cuenta que los vuelos iban a cancelar, ya que los chinitos inventaron una enfermedad que a todo el mundo le iba a afectar.
¡Ay, hijos míos!, ahorita no los puedo ir visitar, porque si no, su Huesuda se les enfermará y un contagiadero hará en la ciudad.
Estos chinitos qué necios están, haciendo experimentos para poder despoblar, en sus grandes ciudades porque apretados están; no quisieron irse solos y hasta a los mexicanos se los quieren llevar.
Ahora, la Muerte muy triste está, porque este año no se lo van a festejar, pero ella sola no lo quiere pasar, eso sí, tengo a alguien muy importante a quien visitar, en un lugar llamado Palacio Nacional, pero antes de entrar me pongo mi cubrebocas y mi gel antibacterial, porque si no, me vayan a contagiar.
Al entrar, la prensa la pudo identificar; se les puso la piel chinita que ni ellos quisieron opinar. Hugo López Gatell, al verla, se quiso esconder, pero la Flaquita le dijo, no seas como Andrés Manuel.
Perdóname, mi niña, te juro que no me quiero esconder, pero estos mexicanos que no me quieren creer, ya se los dije mil veces por la tv, creen más en extraterrestres y apariciones que han de ver.
¡Ay, mi Gatell!, esto es lo único que te puedo decir, yo sólo tengo un arca y no el metro de la ciudad. Si la situación sigue así, ve buscando ayuda en otro país, a ver si ellos sí le ponen fin a este Covíd, porque si no, a ti te llevaré para que me acompañes a recorrer todo el país.
