1)
Resurgió el dicho jurídico, pero ahora utilizado en forma masiva con todo y carga coloquial: “Hay que darle el beneficio de la duda”. Al comprobar la utilidad y sosiego que proporciona este apotegma en las mentes dóciles y bien pensantes, se reinstala sin desafíos en el primer lugar del top ten de las frases más traídas, sobadas y llevados por la vox populi.
O sea, usted nomás espere a enfrentar el hecho consumado y aguante el golpe. Por favor, ya no ande diciendo que ese eslogan revela la pobreza de análisis, la falta de espíritu crítico, la cobardía, la ligereza y el ayuno político de un gran sector de militantes morenistas y del pueblo mexicano.
No hay que alarmarse: la certidumbre ya adornó con flores de papel las calles y avenidas. O sea: cá-lle-se, aguante vara, que para eso ya votó; no raje y no se junte con los grupos de los “contreras”. No haga el juego a las fuerzas reaccionarias y aceleradas que acechan y esperan revertir algo que ya no tiene vuelta de hoja: Habemus presidente.
2)
Además, nos dicen: Todavía no es el presidente. Y entonces uno pregunta, ¿qué anda haciendo Andrés Manuel, mucho antes de su toma de protesta? Todos los días sus dichos ganan el encabezado principal en los periódicos principales para anunciar que zutano, personaje escondido, y no mengano, el otrora favorito, será el encargado de llevar los asuntos de perengana dependencia. Pero esto, no se hagan, ya es tarea de un presidente en funciones.
Y así se la lleva. Saca de su chistera los nombres de personajes ya olvidados y otrora fichitas de la vindicta pública. Como antes, se reviven monstruos con todo y sus enormes colas y pies de cabra, pero eso sí: sonríen al público desde sus nuevas curules y muestran rostros acicalados y sin marcas, como si en su vida no hubiera pasado nada.
Cálmese, carajo: Habemus presidente. Ya se le dijo.
Sus ayudantes arriman puñados de documentos para que el ungido los lea en público, subrayando las frases más rudas sin siquiera conmoverse, donde aclara que no habrá problemas para vivir sin violencia, con mucho trabajo y grandes obras. Con nuevas escuelas, con harto beis-bol, con chorros de cultura para todos, etc. Y que a él las cuentas sí le cuadran y sobrará para gastar en todo lo que se ha propuesto. Y que, de pilón, el maná caerá únicamente sobre los crédulos.
3)
Existe una gran conspiración en nuestro país: ahora se intensifica a priori la propaganda tóxica para reducir los connatos de insatisfacción. Así, con el dicho: “Hay que otorgarle el beneficio de la duda” se busca proteger la figura del ungido y su proyecto de gobierno, frente a la sospecha de que sus cifras mágicas no son tan evidentes, que no habrá resplandor para todos, y que es mucho el espacio político ocupado por el capital financiero y las grandes corporaciones de inversionistas privados que se activan en nuestro país.
Las cifras mostradas por los cercanos de AMLO no enseñan los índices de dolor producido por la aparición de los personajes de siempre, con las mañas de siempre. No registra la neurosis y el hartazgo que produce el cinismo con que se presentan, sin bronca, personajes indiciados, transas, marrulleros, cleptómanos, traidores y defraudadores.
Lo exhibido la semana pasada en el Congreso y el Senado tuvo una elocuencia que pocos perdonan: ahí estaban los nuevos diputados, otrora violentos rivales, con la felicidad pintada en el rostro, la de los suertudos que fueron señalados por la mano divina del presidente electo. También andaba por ahí el decano maromero que ha dado voltereta tras voltereta desde que fue el ideólogo consentido de Luis Echeverría, el mismo que censuró con violencia verbal a los estudiantes en el 68 y sirvió de tapadera al presidente de la República en los sucesos del 71. Me refiero al inefable orador, a punto de sepulcro, Porfirio Muñoz Ledo.
4)
¿Y del senado, qué dice mi buen? Que es una extraña capirotada con olor a naftalina, producida por la descomposición casi centenaria de esa institución política.
Ahí el piso suena parejo para los grupos otoñales que ya adelantan vísperas para la futura presidencia. En ese espacio se abrazaron, camelaron y cachondearon los que hasta hace unos meses se habían propuesto iniciar una lucha política a muerte entre ellos. Pero no se efectuó, porque no saben con qué se hace la política social, más allá de las rondas matreras, el madruguete y la traición flagrante.
Vimos en la foto alusiva del reencuentro la primera evidencia de que Ricardo, por un lado, y Marcelo Ebrard (vía Mario Delgado), por el otro, trabajarán desde el senado y el Congreso, cada quien para su menda, para obtener dicha presidencia en el periodo post-López Obrador. ¿Usted a quién le va, mi buen?
5)
“Hay que otorgarle el beneficio de la duda” parece capotazo para novillos mansos. Pero ay de aquél que no demuestre confianza y buena voluntad.
Frente a este espectáculo denigrante, será mejor saber de qué viene la próxima tormenta, protegerse y mantener la duda. ■