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martes, 22 abril, 2025
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La escuela pía de Jerez de don Isidro Abundio de la Torre.

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Durante el periodo tardo colonial novohispano, del tiempo en que se implantó el régimen de intendencias a la independencia por lo menos, las escuelas de primeras letras que había en Zacatecas podrían ser de tres tipos. 1) Públicas, sostenidas con los ingresos de los “propios” y “arbitrios” de los ayuntamientos municipales, cuyos alumnos recibían una instrucción gratuita en su mayoría. 2) Privadas, en éstas los padres de los pupilos pagaban a los maestros “semanarios” (cuotas) y 3) las escuelas pías, cuyo sostenimiento para pagar a los maestros se tomaba de los réditos generados por algún legado piadoso heredado por un rico filántropo. También en este tercer tipo, la instrucción que recibían los niños era gratuita.

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La Villa de Jerez contaba también con su escuela. Aunque no se conocen pormenores sobre la fecha de fundación y sostenimiento de la escuela pía de Jerez, es muy probable que fuera la misma que se creó en la segunda mitad del siglo XVIII con el legado piadoso de la testamentaría de don Isidro Abundio de la Torre y que su hijo Pantaleón administraba. Don Isidro Abundio de la Torre, acomodado jerezano, según apuntes proporcionados por el historiador y genealogista Bernardo del Hoyo, fue hijo de don Isidro Abundio de la Torre y de doña Casilda Salcedo.  Se casó con Josefa Peredo de cuya unión nació Pantaleón quien sería el albacea de sus bienes de los cuales una parte se destinó al pago del maestro de la escuela de primeras letras de jerez y al sostenimiento de algunas cátedras que en esa misma villa se impartieron desde mucho tiempo antes de que se fundara la Casa de Estudios o Instituto Literario de Jerez durante el gobierno de Francisco García Salinas. Es muy probable que el terreno donde funcionó la escuela de primeras letras fuera un lote que se ubicaba enfrente del templo de la Soledad, mismo lugar en donde por el año de 1833 se acondicionó para la escuela lancasteriana y posteriormente durante el porfiriato se construyó el actual Edificio de la Torre, bella construcción de estilo gótico. 

Antes de morir, don Isidro Abundio dejó un legado de seis mil pesos para la escuela de primeras letras de la Villa de Jerez, los 300 pesos que el principal proporcionaba de rédito se destinaban anualmente para el pago del maestro. Por ese sueldo el preceptor estaba obligado a: “[ …] admitir a la escuela a cuantos niños se le presenten de cualesquiera clase, calidad o condición que fueren, cuidando como debe de su buena crianza e instrucción, y de que asistan los jueves de cada semana a la misa de renovación y los domingos del mes a la de cofradía, yendo en comunidad cantando la doctrina cristiana, y regresándose en la misma conformidad a su escuela. Y los sábados asistirán al rosario que se reza a María Santísima en la Iglesia Parroquial o en la Iglesia del Hospital. Encargándoles que en estos religiosos actos procedan con modestia. Oren y rueguen a Dios por los benefactores. Que el maestro no reciba por vía de paga ni la más leve cosa, ni los presione a llevar los sábados velas, ni otras cosas como lo suelen acostumbrar en algunas escuelas o casas de esta naturaleza. Que la lectura comience en los días de enseñanza en el invierno a las siete de la mañana hasta las doce, y en la tarde desde las dos hasta las cinco; y en el verano, estío y otoño comenzará a las seis de la mañana hasta las doce y en la tarde desde las dos hasta las cinco y media, siendo la casa del maestro contigua a la de la escuela, sin que pague por ella renta alguna”.

Si se desea buscar un ejemplo de lo que fue una escuela democrática y popular, acorde con el ideario de Jovellanos, la de Jerez representa una buena muestra. La extensa cita sobre el legado de don Isidro Abundio de la Torre para el establecimiento de la escuela, no admite desperdicio. La misma nos dibuja una radiografía sobre las creencias dominantes del imaginario de la época, a saber, las ideas religiosas, el método que incluía los ramos de enseñanza y horario de clases y, sobre todo: el carácter público y gratuito de la escuela. Como buena obra pía, la escuela de Jerez fue pública y gratuita, además de democrática.

Referencias.

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