El son del corazón
Los periódicos capitalinos, salvo rarísimas excepciones, nos tienen agarrados del cuello. Existen pocos recovecos para fracturar nuestro cautiverio y salir en búsqueda de oxígeno, y de un poco de alimento espiritual.
Esta prensa adulterada sólo tiene compromisos con la lana. Es un adefesio que, conforme pasa el tiempo, transforma su piel en una piedra rugosa.
Existe gran cantidad de chistes, anécdotas y leyendas negras que tienen como personaje central a la prensa oficial que nos toca leer y aguantar. Pasan los años y la percepción de ser un aparato útil para los poderosos, un mecanismo de contención social y un horno para cocer prestigios con cañonazos de 50 mil pesos, creció en la opinión colectiva. Se sabe que es una herramienta cerrada, un bunker ideal para preservar los intereses de quienes usurpan la riqueza nacional.
La prensa capitalina nos deprime y reprime, pero referirse a sus columnistas más reconocidos es otra cuestión. Estos escritores agraciados se especializan en interpretar por dinero las homilías del personaje político de moda, y en desvirtuar los discursos del eterno contrincante (ustedes saben quién es). En esto concentran su discutible calidad. Sus nociones analíticas hacen agua en cuanto se les pone a prueba; pero abundan los exquisitos, de origen universitario o funcionarios, que redactan elogios apasionados de un sistema político decrépito que se desbarata en sus manos.
Dicen los zalameros profesionales que la prensa nacional ha cambiado desde el 68. No encuentro la diferencia. Efectivamente hay gente distinta, pero con las mismas miserias. Por eso, ahora que asciende la movilización social, debido a la torpeza e ignorancia de quienes no han sabido conducir a buen puerto los negocios nacionales, conviene atraer a la memoria el tema de la prensa de los trabajadores.
Una prensa cansina y la rapidez de los acontecimientos sociales
Nunca habíamos tenido el privilegio de observar a los gobernantes, patrones y partidos afines al gran capital, ahogados en un inmenso enredo y en tal confusión. Esto confirma que nos internamos a fases hondas de la lucha popular, donde la voluntad política de los maestros de la CNTE participa como vanguardia de coyuntura.
Por lo mismo, el tratamiento de la nota informativa y su análisis no puede ser manejado por las mismas manos; la prensa del circuito comercial no responde a las expectativas de los trabajadores, porque es propiedad de los mismos inversionistas que nos dominan.
Es necesario que los ciudadanos de a pie, los obreros y estudiantes, elaboren sus propias publicaciones, ya sea en la fábrica, los sindicatos, los barrios, los campos o las escuelas.
La etapa actual de la historia de México indica que estamos ante una crisis irresoluble y que las hormigas rojas están cada día más cabreadas. El torrente subterráneo de nuestra nación despliega un coro in crescendo con lemas combativos, y los periodistas tradicionales ignoran su significado y procedencia.
La lucha del pueblo tendría resultados más satisfactorios en función de la eficacia de sus herramientas. Y, dentro de éstas, el periódico es, sigue siendo, el difusor por excelencia de la política, el punto de vista, y la organización de los asalariados. No hay cosa mejor, sin desestimar a la web y las redes sociales.
Regeneración va a la retaguardia del movimiento social
El pueblo trabajador puede armarse con la palabra y crear sus periódicos, para exponer con transparencia sus conflictos, divulgar el carácter de su política y debatir acerca de sus problemas de organización.
En el México del último siglo se cuentan por decenas los periódicos destinados a defender los intereses de la clase trabajadora, pero ninguno ha tenido la penetración lograda por el periódico Regeneración, órgano del Partido Liberal Mexicano, y cuyo dirigente editorial fue Ricardo Flores Magón.
El magonismo fue el primer movimiento social que elaboró un programa y una ideología revolucionaria coherentes. Los miembros de Regeneración siempre creyeron que estaban sembrando la semilla de la revolución y, para ello, desarrollaron una publicación de agitación y propaganda con un sentido solidario, distribuida mano en mano, mucho más allá del individualismo cultivado por la ideología porfirista, cuyas viejas tesis se acercan a las ideas actuales del neoliberalismo.
Por eso, cuando el Morena dio a conocer su periódico Regeneración, muchos simpatizantes creyeron que revivía el viejo plan del retorno, de la limpieza de la vida pública del país, con las ideas plasmadas en las páginas de una publicación que expresaría al pueblo más pobre.
Un periodismo de La causa. La escritura del trabajador
Pero un tufo de confusión se desprende del actual Regeneración. En una primera etapa, su distribución se efectuaba en los puestos de periódicos, acudiendo con gotero a la extensa red de militantes y simpatizantes del partido, para que realizaran estructuradamente esa función; pero el resultado adverso de su venta convenció a los dirigentes editoriales para continuar este proceso en las páginas de la web.
Efectivamente, en los últimos años, la lectura del periódico del Morena se hizo por el internet. Hoy se habla de un regreso a su edición en papel, pero no hay noticias acerca de su contenido y de su distribución.
Estas ausencias no son poca cosa, porque el actual periódico Regeneración, diferente de la edición de los Flores Magón, llena preferentemente sus páginas con reproducciones de columnistas de otros diarios y con envíos de las agencias informativas. No se observa un proyecto para desarrollar plumas extraídas de las filas del partido y no se aprovechan las planas del periódico como espacios para organizar, analizar y debatir.
Desde esta perspectiva, en edición y distribución, Regeneración se conduce como cualquier publicación comercial o como un portal sin orientación, porque no reúne las características tradicionales para vigorizar la actividad política.
Visto así, Regeneración es un periódico tímido, con pocos ingredientes políticos, impedido de construir una militancia que lo lea, distribuya y discuta, y lo recomiende.
Es deseable que el periódico eleve su propósito, todavía más en la actual coyuntura de ascenso social, que rebasa los proyectos sin resolución combativa. ■