Luego de 2 semanas alucinantes en territorio del país hermano de Nicaragua y en donde pude absorber a carta cabal muchas de sus energías preponderantes, de participar activamente en el canal 6 de julio como asistente en entrevistas a embajadores y cancilleres, de viajar por sus territorios y lagos impresionantes, visitar el famoso mercado oriental, el mas grande y abundante de toda Centroamérica, de acudir a museos y lugares icónicos de la Managua histórica, pude, desde las 6 de la mañana, viajar por tierra hacia el país de Costa Rica, en un viaje de 15 horas y en medio de una apabullante carretera llena de miles de selvas y de un verdor jamás visto antes.
Atrás quedaron visiones sagradas de lo que Nicaragua significaba en mi juventud abrasante, fuera de leyendas, dogmas, mitos o enclaves en donde la figura patriótica del sandinismo y sus mártires, acomodaron aun mejor la ruta de una revolución curada de sí misma y afianzando para si sus códigos populares, sus metas caseras, su política exterior, sus brazos abiertos para los mexicanos con huaraches, los latinoamericanos y su agenda, las causas palestinas y de liberación nacional del sur del áfrica, la solidaridad, la claridad en las ideas, la resistencia sandinista ante el acoso imperial y sus adláteres insidiosos.
Dentro del famoso Ticabus, un poderoso autobús con destino a Panamá, cabíamos muy bien fácil unos 50 pasajeros, me tocó de compañera una hondureña cuyo destino era Panamá y sus ofertas de trabajo, de volada me midió: en la calurosa frontera entre ambos países me puso a prueba para que yo pagase 5 dólares para una afro que no tenia para el trámite migratorio, sin titubear lo hice y ello me ganó la confianza y la entereza de la hondureña quien durante todo el viaje me platicó de su país, su vida, sus hijos, de cómo me recibiría ese país y sus canales, los lugares idóneos o mas peligrosos y me invitaba comidas, me regalaba su tiempo, su alucine, sus lágrimas y desventuras, su afán de sacar de la pobreza a sus hijos y familiares.
Al arribar a San José de Costa Rica cual va ser mi sorpresa -acostumbro siempre agradecer a los conductores- que Ticabus es un sistema de rutas y hoteles y pasajes cuyos dueños son de Matehuala, los muy famosos Irizar y el conductor me señaló” es de mexicanos este negocio” y le respondí: los conozco, son de mi agrado y mi atención, pues siempre han sido muy dinámicos en la onda terreste -lucano, Tamayo Irizar, viajes a todo EEUU- pero ignoraba que desde Tapachula Chiapas hasta la frontera con Colombia, dominaran ida y vuelta con sus trasportes muy bien equipados y aire acondicionado.
Costa Rica ya era mía, su hotel de la misma rama del transporte en pleno centro de la ciudad capital, 9 días investigando cárceles, manicomios, hospitales, mercados, comercios y periódicos, centrales evangélicas que me prohibían fotografías o grabaciones, días de mucha lluvia, la gente más amable jamás vista antes, harta indigencia, hospitales compra de sangre, la ciudad dividida en hatos turísticos de alta gama, la prostitución avasallante, la derecha gobernando, sus personajes ilustres, sus mujeres realmente impresionantes.
No me amontoné en las imágenes ni en las contiendas ideológicas, el tico es muy amigable y rápidamente se explaya, agradece la información, corrige su visión respecto a ese “AMLO que maltrata a periodistas y protege a los malos” y es cuando la derecha mexicana y mundial tiene sus aciertos en tanto insistir en la confusión y la divulgación masiva y continental de sus mentiras y guerra sucia.
A cualquier pregunta y duda, las mujeres me invitan a charlar y a platicar de mi país y de mi ruta hacia Panamá y Colombia, donde mi meta fue encontrarme con Juan y Constanza, pero para ello habrían de pasar aun muchos días y muchas aventuras y adentrarme en la crónica negra de lo mas profundo del análisis de un país sorprendente y que ejerce su religiosidad, sus marcajes históricos, su fuerza de trabajo, como fuerza vital de su implemento.
Nota importante: así como para nosotros los Estados Unidos de Norteamérica es la meta del trabajo, la tecnología, las supuestas oportunidades, para los centroamericanos, Panamá es su símil, así como en Sudamérica, Argentina es la tierra de las oportunidades educativas, de trabajo, de familias nuevas y rutas diferentes.