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viernes, 26 abril, 2024
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Lo artificial y costoso de la pobreza franciscana y del peso “fuerte”

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Por: ARTURO HUERTA GONZÁLEZ •

Con la austeridad fiscal republicana el gobierno ajusta sus gastos a sus ingresos. Tal política impide que se incremente el gasto público para contrarrestar la caída del consumo e inversión privada y el déficit de comercio exterior, lo que ha conducido al estancamiento de la economía mexicana. El PIB del segundo trimestre del 2022 está por debajo del PIB del primer trimestre de 2017. A pesar de ello, ahora el gobierno ha planteado que la política fiscal se encamina a la pobreza franciscana, lo que implicará mayores recortes presupuestales “para tratar de aumentar el ahorro para seguir sin deuda”.

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Hay que señalar que la política fiscal no tiene que circunscribirse en torno al equilibrio fiscal y no crecimiento de deuda, sino que el gobierno tiene que gastar lo suficiente para evitar que la economía caiga, cosa que no hace. La posición que ha seguido el gobierno de recortar el gasto público para ahorrar y no caer en deuda, termina originando todo lo contrario, pues el recorte presupuestal disminuye demanda y la actividad económica, así como el ingreso de empresas e individuos, por lo que el ahorro y la recaudación tributaria caen. El ahorro se deriva del ingreso y al gastar menos el gobierno, disminuye el ingreso nacional y el ahorro, por lo que siguen los problemas de deuda, tanto del sector público, como del sector privado.

La decisión de que se terminen los privilegios de los funcionarios públicos es buena, pero la austeridad fiscal ha realizado recortes presupuestales generalizados que afectan el desarrollo tecnológico, la infraestructura, la educación, la salud, y ha recortado subsidios y apoyos que afectan la producción agrícola y manufacturera, como la generación de empleos, y de ahí la drástica caída de la actividad económica.

Es irresponsable continuar con la austeridad republicana e insistir ahora con la pobreza franciscana, en un contexto donde no se vislumbran perspectivas de crecimiento, ni interno, ni externo. A pesar de ello, el gobierno ha señalado que “el país cuenta con solidez para enfrentar una crisis” y que “nosotros no vamos a tener problemas” que “ya enfrentamos lo más difícil y lo más doloroso”. Al continuar el gobierno con la misma política económica, más aumentará el desempleo, el subempleo y la miseria en el país, a pesar de sus programas sociales.

El presidente se ufana de que “mientras en otros países se informa que se está decreciendo económicamente, en México, el INEGI da a conocer la información de que ya en el primer semestre de este año hay crecimiento de 2 por ciento”, pero el gobierno no reconoce que ello dista mucho de alcanzar los niveles de actividad económica existentes antes de la pandemia.

Se coloca como logro de la administración actual el fortalecimiento del peso. Al respecto hay que decir, que la economía nacional no tiene condiciones internas para mantener dicha estabilidad y menos ante el déficit de comercio exterior creciente. Si se ha mantenido el llamado peso “fuerte”, ha sido por la entrada de capitales promovida por las altas tasas de interés y la austeridad fiscal, lo cual contrae la inversión y la actividad económica, aumenta el desempleo, la incapacidad del pago de la deuda por parte de empresas y familias, se incrementa la escasez de productos, la inflación y la pobreza. Le sale caro al país ese peso “fuerte”. El que se favorece de la llamada fortaleza de la moneda, es el sector financiero, quien es el que la controla y la posee. El capital financiero gana por las altas tasas de interés que establece Banxico y también gana por el peso “fuerte”, pues al salir del país el dólar le sale más barato que cuando entró. Ello se paga a costa del menor crecimiento económico y del menor ingreso de las familias. Toda crisis en México ha sido antecedida por el peso “fuerte” que abarata el dólar y los productos importados, lo que incrementa el déficit de comercio exterior y desplaza a la producción nacional frente a importaciones. En el primer semestre del 2022 se manifestó un déficit de comercio exterior de 12,944 millones de dólares, que contrasta con el déficit de 10,938 millones de dólares que se tuvo en todo el 2021. Ello actúa contra el crecimiento económico e incrementa la fragilidad de la economía ante la dificultad de asegurar el financiamiento de dicho déficit creciente que terminará desestabilizando el tipo de cambio. Cualquier salida y menor entrada de capitales, desestabilizará la moneda nacional. 

El gobierno se ufana que de que la inflación en México es menor que la de EUA. Lo que no considera es que EUA tiene condiciones productivas para superar su inflación en el corto plazo, a diferencia de que la inflación en México es estructural, resultado de fuertes rezagos productivos que han ocasionado escasez de productos y crecimiento de importaciones (las cuales ahora son caras), por lo que seguiremos arrastrando la inflación por largo tiempo, pues no tenemos política económica, ni los recursos para superar los problemas productivos que originan el estancamiento y la inflación.

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