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miércoles, 1 mayo, 2024
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‘Los colonos’, de Felipe Gálvez

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 615 / Cine

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La acción transcurre en Chile, durante los primeros años del siglo XX. José Menéndez (Alfredo Castro) es el dueño de una enorme cantidad de tierras ubicadas en la Patagonia chilena y argentina. Él desea abrir un camino para sus ovejas, que cruce este territorio y que llegue hasta el océano Atlántico. Para dicha misión Menéndez encomienda a un grupo variopinto compuesto por el escocés MacLennan (Mark Stanley), el texano Bill (Benjamin Westfall) y el mestizo originario de Chiloé, Segundo (Camilo Arancibia).

Este peculiar grupo deberá abrirse paso entre páramos desolados y zonas boscosas. Lugares de un espacio inmenso donde no parece que pueda habitar ni una sola alma; a veces cruzando de un país a otro como si no existiera una frontera más allá de la Cordillera de los Andes. No importa a cuántos nativos tengan que exterminar en el proceso, los tres hombres están decididos a cumplir con la misión que se les asignó.

A medio camino entre el western clásico y el revisionismo más actual hacia dicho género, conocido como anti-western, Los colonos (2023) es el debut en la dirección de Felipe Gálvez. El realizador apuesta por un acercamiento a las películas del Viejo Oeste bajo una óptica distinta, una que se permite analizar las complejas relaciones entre los hombres blancos y los pueblos originarios de la región conocida como Tierra del Fuego. Estas relaciones perpetuarían la aniquilación de los nativos en dicha zona.

Gálvez reflexiona, en última instancia, sobre las formas en las que el colonialismo y el genocidio silencioso hacia estos pueblos originarios se volverían elementos fundacionales en el ferviente nacionalismo de Chile. De tal manera, la película narra la otra versión de los hechos, ésa que ha sido omitida de los libros de historia, ya sea por vergüenza o cinismo. Demostrando que, al igual que en el origen de muchos otros países, el de Chile fue uno marcado por la violencia, tanto física como política.

En ese sentido, el filme encuentra un interesante paralelismo con Killers of the flower moon (2023) de Martin Scorsese, otro western revisionista que también orbita sobre el genocidio hacia un grupo de nativos (los Osage), mostrando la página oscura de una nación, donde se evidencia a un país obsesionado con la riqueza, capaz de hacer hasta lo impensable para obtenerla.

Los colonos no es una película que utilice la violencia de manera gratuita. Sus imágenes gráficas, lejos de buscar un impacto inmediato en el espectador, son más bien herramientas, sutiles pero efectivas, para evidenciar la oscuridad inherente en cada individuo, una que puede expandirse por un país entero, con la fuerza suficiente para exterminar toda la vida a su paso. Con este atípico y provocador western, Gálvez sugiere que, dentro de los excesos del capitalismo y la lucha por el territorio, realmente no existe una diferencia entre la civilización y el salvajismo.

 

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