Como sucede en nuestros tiempos la movilidad permanente en el trabajo se presentó entre algunos preceptores zacatecanos al despuntar el segundo tercio del siglo 19, dándose el caso de que algunos de ellos llegaron a servir en más de un “destino”, con esta palabra se acostumbraba llamar a lo que hoy es lugar de adscripción o entro de trabajo. Los bajos sueldos que los municipios les pagaban, no hay que olvidar que por esos tiempos prevalecía la municipalización de la enseñanza, las necesidades económicas o intereses personales los obligaba dejar el trabajo, regresar encargados de otra escuela o trabajar en otro lugar. Un caso para ejemplificar lo anterior fue el del maestro José María Romero que después de haber estado dirigiendo la escuela de la villa de Guadalupe, lo encontramos al frente de la de Fresnillo.
El 15 de julio de 1833 el Consejo de Gobierno le comunicaba al jefe político y autoridad municipal de aquel mineral que: “el preceptor examinado, ciudadano José María Romero para ir a dirigir aquella escuela, en cuyo sujeto concurren las calidades de suficiente instrucción y buena conducta para llenar en concepto del Consejo los justos deseos del señor jefe político e ilustre ayuntamiento. Y que ya se presentará ahí dicho preceptor para el día primero del entrante”. (1)
A Zacatecas, sobre todo a la capital de su provincia llegaron solicitando trabajo varios maestros, algunos con fama y experiencia ganados en otros lugares en donde prestaron sus servicios. Además de un maestro de Tulancingo y el caso de Ignacio Ribott que llegaría para dirigir a la Normal La constitución o Escuela Normal Lancasteriana, procedente de Valladolid, desde los primeros años del periodo independiente se hicieron los trámites respectivos para que viniera hacerse cargo de una de las escuelas municipales de la ciudad de Zacatecas, don Ignacio Montero, residente en la ciudad de México.
Otro más de los que se mostraron interesados en trabajar por estas tierras fue Valentín Torres, (2) quien el 13 de julio de 1831, en una extensa carta que le envió al gobernador Francisco García, lo abruma con su extenso currículo.
Entre otras cosas mencionaba que contaba con una experiencia de 31 años como maestro. Se ofrecía para dirigir una Escuela Normal de ambos sexos, como inspector de escuelas y hasta como preceptor de sordomudos. Pero lo que más llama la atención en su escrito es la larga lista de utensilios de los cuales dice que él los elabora y distribuye.
De ésta como otras solicitudes y casos como el de Ignacio Montero, uno de los fundadores de la Compañía Lancasteriana y que en 1823 se hicieron gestiones para que viniera a la ciudad de Zacatecas a establecer la que hubiera sido la primera escuela lancasteriana del Estado, pero que se desconoce porque a fin de cuentas no vino. Queda la duda de la certeza de los méritos que algunos sujetos se auto asignaba, o si formaban parte de los maestros charlatanes que abundaban, aunque según está documentado éste no fue el caso de Valentín Torres.(3)
El interés de este maestro por colaborar con entusiasmo y sumarse a la obra educativa impulsada por el gobierno de Francisco García Salinas está fuera de toda duda, según se desprende del contenido del expediente en el que se pone a la disposición del ilustre gobernante con propuestas interesantes sobre todo en lo relacionado a la bibliografía y el material didáctico de su autoría y la dirección de las escuelas.
Durante el virreinato la profesión de los maestros del “nobilísimo arte de leer y escribir”, por lo menos en la ciudad de México, estuvo acuerpada en un gremio como todas las corporaciones de trabajadores. Aún no existía el SNTE, pues transcurriría más de un siglo para el surgimiento de ésta organización ya septuagenaria. Aunque siendo una profesión liberal la de los maestros o preceptores, sus miembros para la defensa de sus intereses, se nuclearon en torno a su propio gremio.
Pero éste desapareció en 1820, después de que formalmente desde 1814 se había dado a conocer el bando en el que las cortes españolas habían suprimido los gremios. (4) A partir de entonces, a un año de consumarse la independencia, los gobiernos de las intendencias y de los ayuntamientos se harían cargo directamente de la educación primaria.
En Zacatecas, los documentos de archivo a los que hemos podido acceder no mencionan para nada la existencia del gremio de preceptores de escuela, por lo que prevalece la duda si llegó realmente a existir. Es muy probable que en esta región no haya existido y que los maestros se contrataran libremente, previa aprobación del examen. Sobre los exámenes para acceder a una plaza ya nos hemos ocupado en colaboraciones anteriores.
Para que se vea que no hay nada nuevo bajo el sol, a propósito de la reforma educativa peñanietista, que rescatará y mejorará según se dice, este procedimiento del examen de oposición para ingresar al servicio educativo. A partir de 1813 y hasta 1823, fue la Diputación Provincial por medio de Juntas o Comisiones de Escuelas la que se encargaría de escoger y examinar a los maestros, práctica que continuó con la Ley o Plan General de Enseñanza Pública de 1831.
(Endnotes)
1 Op. cit. fj. 35.
2 Don Valentín Torres había participado al lado de personajes como Jacobo
Villarrutia, Juan Gómez de Navarrete, el propio Ignacio Montero y su hijo Juan Evangelista; en la fundación de la Academia de Primera Enseñanza a principios de 1827, el primer intento por reorganizar a los maestros después de que ya no contaban con gremio. Este había desaparecido siete años antes. El maestro Torres, partidario entonces de la enseñanza libre, en 1814 había atacado al gremio, le tocó dar el discurso inaugural diciendo que el fin de la Academia era “unificar la enseñanza de la primera edad, perfeccionando en lo que cabe todos sus ramos”, en Tankc Estrada, Dorothy (1998), La educación ilustrada, pp.136-137. Sobre éste mismo personaje puede verse el documento: “Comunicación dirigida al Gobernador a cargo de Valentín Torres, haciendo algunas observaciones al Plan de Estudios”. AHEZ. Fondo Poder Ejecutivo, Serie Gobernador, caja 3, 4 fjs. 13 de julio de 1831.
3 “Comunicación dirigida al Gobernador…”, op. cit.
4 Tanck Estrada., op. cit. p. 242. ■