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domingo, 5 mayo, 2024
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Epidemias lacerantes ante el pueblo zacatecano

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

  • Historia y poder

Muy lacerantes epidemias de todo tipo y calaña, temibles, el verdadero cucú para los niños, el espanto real en las tropas de la gente buscando mendrugos en los mercados clausurados y el miedo contante, la atrocidad de la enfermedad entre la gente más pobre, el dolor y la angustia de ver morir a familias enteras, todo por la pobreza de los siglos, sintiendo como un castigo divino la constante de echar tierra a las fosas comunes.

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La historia se incrementó en incontables fechas por demasiado dolorosas y llenas de espanto: una multitud de enfermedades que mataban en las calles a los cientos y miles, desapareciendo casi la mitad de la población en las épocas fulgurantes de la búsqueda del oro y de una codicia sin límites en la vialidad en que corrían presurosas las vanidades, los pecados capitales por la explotación del hombre por el hombre, de la mujer por la mujer.

Quizá Dios nunca quiso aumentara esa degradación, pero la conciencia del pueblo zacatecano aprendió al paso de los años cómo prevenirse, qué rezar, qué métodos emplear ante la urgencia, a qué acostumbrarse, cómo recuperar la valentía que lo había caracterizado para abatir lo agreste y furioso de sus montañas y de los climas, de lo precario en la salubridad, de lo triste de su condición humana ante el caos del mundo y sus secuelas.

La memoria de nuestro pueblo albergará para siempre las fechas dolorosas en donde el drama de tan variados contagios jamás alcanzó a abatir por entero la firmeza de seguir hacia adelante, pero sin dejar de ver los dramas en que cada fecha dejó miles de muertes, dolores incalculables de difícil duración, tema hoy de las nuevas generaciones de los estudiantes de la historia por el caudal de materiales que a la vista de los archivos ,enseña y diseña en la vertiente de los días en que han de seguir las desdichas y las dudas  del porvenir.

También lo sorprendente es que dichas epidemias, bajo otro nombre, siguen vulnerando la salud pública de los zacatecanos a cambio de seguir en una sociedad consumista que no tiene llenadera y que arroja a los abismos a infinidad de generaciones que pudieron ser inolvidables en unpueblo que confía en seguir hacia adelante.

El heroísmo de muchas enfermeras, doctores y personal de hospitales, casas de salud, presbiterios y en donde se a tiendera a la gente malherida, de verdad es cosa de admirarse para siempre y por siempre en su inmaculada inocencia y maledicencia.

Vi los reportes de insólitas ternuras muriendo en la más atroz de las miserias y el frio de las montañas, el escándalo de haber nacido, vivido y terminar pobre ante un cielo que registraba todo acontecimiento y los esperaba por la inocencia de sus almas y sin la culpa de haber sido víctima de una época que forjó a la presente con tantas desventuras, miedos y proclamas.

Dios cuide a Zacatecas siempre, nunca lo abandone, nunca lo soslaye. ■

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