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viernes, 29 marzo, 2024
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El gobierno debe financiar y las universidades transformarse

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Por: La Jornada Zacatecas •

Las universidades no deben marginarse, sino transformarse. Son una pieza clave para el desarrollo del país. Por los nuevos tiempos, es evidente que las universidades tienen una oferta educativa, agendas de investigación y formas de vinculación que requieren transformar su orientación hacia una mayor pertinencia. La oferta de carreras profesionales está congelada en opciones tradicionales, la investigación dispersa y la vinculación casi inexistente. Por muchos años (y por causa de las propias políticas oficiales) las universidades han sido cotos aislados e instituciones autistas. Ahora el reto es abrirse a la realidad de su entorno. En la década de los 70’s las universidades fueron ejemplo de compromiso social con las capas más pobres de la población. Pero eran iniciativas de acción voluntaria. Ahora se trata de que el compromiso y la pertinencia social sean políticas institucionales que conduzcan la construcción de planes de estudio y de los objetos de investigación.

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Por tanto, ahora la sociedad debe presionar al gobierno que dé el recurso suficiente a las universidades para que realicen su actividad; pero también debemos exigir a las universidades que se transformen para incrementar su compromiso con el desarrollo social. De tal manera que, por un lado, el gobierno no puede ser omiso a su obligación con la educación superior; y por otro, la universidad debe reformar su actividad educativa para mejorar su calidad en un enfoque de solución de problemas públicos. En el caso de la UAZ, las autoridades se han comprometido a emprender un proceso de Reforma Universitaria, pero en los hechos nada ocurre. Sus autoridades pierden credibilidad: las promesas deben cumplirse puntualmente. Una crisis puede convertirse en apertura de oportunidades, por ello puede pasarse a crear nuevas realidades después de transitar por sendas crisis. La actual puede ser el caso.

Otro tema es la estabilidad financiera. Las universidades han sido muy opacas en el manejo de sus recursos. Sabemos que es poco el margen de maniobra de corrupción, dado el alto porcentaje del subsidio que va al pago de nómina; sin embargo, no sabemos nada de los ingresos propios. El caso de la famosa Estafa Maestra no se realizó con recursos ordinarios, sino con venta de servicios. Y justo es lo que no está transparentado. Años pasan y la transparencia universitaria no llega. Cada informe de rector se promete y al año siguiente se vuelve a prometer. Y los sistemas anticorrupción igualmente: se anuncian y no llegan. El ejemplo actual de la UAZ es muy claro: si se hubiera investigado internamente “La Estafa Maestra” y deslindado responsabilidades con tiempo, a la fecha no tendría ese ‘san Benito’ sobre sus hombros. Pero la omisión fue completa.

En suma, debemos combinar dos ingredientes esenciales: (1) el apoyo financiero del Estado a las universidades que les dé estabilidad, y (2) la transformación de las universidades en sendos procesos de reforma, además convertirse en verdaderas cajas de cristal. Ambas cosas deben ir justas. Sin terrorismo y amenazas (como el caso de las auditorias de nómina y la eliminación de la autonomía), sino por acuerdo y negociación. Se debe poder. El desarrollo del país obliga a todos a actuar en esa dirección.

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