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martes, 23 abril, 2024
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De manicomios, aborteras y la sal negra en Zacatecas

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

En memoria del gran humanista zacatecano Ernesto Juárez Frías, a quien tuve la honra de conocer.
¿Qué hacían los pueblos indígenas con los locos, los dementes, los esquizofrénicos, los nerviosos y los llamados degenerados?
¿En qué lugar de los hospitales públicos de Zacatecas hacinaban a las mujeres y a los hombres que padecían de sus facultades mentales para llevar una vida normal?
Los manicomios en Zacatecas se caracterizaron por el abandono, la dejadez, el desconocimiento, las palizas, la incomprensión, el abuso de medicamentos , el castigo divino decían ,era para quienes convivían con ellos, y el castigo eterno para quienes lo padecían y de las misiones de evangelizadores los legos Juaninos eran los especialistas en curar heridas, enfermos, y es de suponerse, a los orates.
Una delgadísima línea separa la cordura de la locura. Una impresión muy enérgica, un impacto emocional puede desequilibrar al mas fuerte y volverlo un objeto del asombro y el desentendimiento. El Hospital de San Hipólito en la Ciudad de México desde 1556 era referencia pura de los códigos para cuando menos resguardar a los locos y locas que deambulaban o hacían estremecer a familiares o vecinos por lo raro de su comportamiento.
Durante siglos se les consideró como poseídos por los demonios y por castigos divinos a quienes tenían en su conducta lo raro, lo babeante, la mirada perdida y agresiva y un rosario de interrogantes que la ciencia médica o la misma iglesia trataba de interpretar.
Conocimos en los nobles archivos históricos de Zacatecas infinidad de documentos donde se relata las condiciones precarias de los asilos para pobres y de los hospitales públicos del estado, donde el frio, los piojos, la insalubridad y la inmundicia de la indiferencia eran la constante y son escasas las referencias donde se separa a los leprosos, los tuberculosos, los dementes y los parias mentales, los zoofilistas a gran escala , las víctimas de la psicosis alcohólica ,la esquizofrenia y la neurosifilis, y una gran cadena de anomalías difíciles de explicar y atender.
La demencia -que no es solo el deterioro de la inteligencia-no paró de expandirse y le tocó también a funcionarios, militares, catedráticos, comerciantes, hijos de pudientes o de grandes terratenientes hicieron la anécdota y la nota y su mal fue motivo de noticia, de burla y de azoro, por lo cual se construyó una zona apartada en el antiguo hospital de San José, ya extinto donde eran visibles los pabellones del dolor y la confusión, mas con los enfermos pobres, desprovistos de toda atención merecedora.
Injusto no mencionar la labor heroica de muchos voluntarios y mujeres valerosas zacatecanas en pos de salir de tales atrasos con acciones de verdadero altruismo y se fundaron asociaciones de caridad y había redes municipales que proveían cobijas, jabones, comidas, asesoría ante traumatismos y perjurios como el aborto, la insalubridad y el acoso a miles de jovencitas para ser embarazadas por mismos familiares aviesos y torcidos delincuentes que provocaron legrados en condiciones infrahumanas y perdiendo con ello no solo la doble vida sino la dignidad y la entereza.
El aborto en Zacatecas es una vieja tradición responsable de la pérdida de vidas humanas por lo insalubre y peligroso de esa maniobra en donde cientos -¿miles? de mujeres han perdido la vida y sin dar visos de suprimirlo, con esa práctica se tapan infidelidades, violaciones masivas, estrupo, onanismo y calenturas mal habidas y vilezas incalificables.
Concluida la fascinación, las muchedumbres zacatecanas sabían bien quien “echaba la sal” para que al prójimo le fuera mal y pagara sus fechorías o envidias y mas aún y mas fuerte la “sal negra” que es la madre de todas las maldiciones tangibles que se volvieron reglamentarias entre algunos pueblos zacatecanos y potosinos. La realidad de los barrios populares descansa en muchas de sus tradiciones y ceremonias traducidas en el fanatismo, la virulencia, la opacidad y la conspiración, por muy buenos vecinos que pretendan aparentar.
Hoy se cree, mas de 200 mil habitantes de las ciudades zacatecanas padecen de depresiones y distorsiones mentales. Pienso es más alta la cifra. ■

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