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jueves, 18 abril, 2024
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Nada bueno hay que esperar de la negociación del TLCAN

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Por: La Jornada Zacatecas •

Con el beneplácito de organizaciones como la Confederación Nacional Campesina (CNC), el año 1994 entró en vigor el tratado de libre comercio de américa del norte (TLCAN). De entonces a la fecha se han perdido más de 2 millones de empleos agropecuarios, por la eliminación de apoyos y subsidios a los productos del campo, de manera que los precios reales de los productores cayeron entre 40 y 70 % en ese mismo periodo, desestimulándose así la producción de bienes básicos como el maíz y el frijol y, en consecuencia, su importación creció rápidamente. Por decisión gubernamental, la economía rural se enfocó cada vez más a la exportación de ciertos productos con “ventajas comparativas”, sólo que gracias a la contrarreforma agraria de 1992, para el año 2013, el 80% de los principales productos de agro exportación (jitomate, aguacate, fresa, frambuesa, melón, mango, etc.) y algunas industrias derivadas (tequila, cerveza, etc.) estaba en manos de 20 grandes corporaciones mexicanas y transnacionales que controlan el mercado. Las cifras son terribles también en materia social: se tiene un 70 % de población rural en condiciones de pobreza; 20 millones de mexicanos con desnutrición y anemia; 35 millones con obesidad; migración anual de pobladores rurales a los Estados Unidos por 280 mil personas; un promedio anual de 400 migrantes muertos al intentar cruzar la frontera con Estados Unidos durante la duración del TLCAN.

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La industria mexicana no ha corrido mejor suerte. Entre los años noventa y el comienzo del presente siglo, varias ramas industriales moderadamente exitosas se vieron seriamente dañadas: la industria del plástico, la textil, la del vestido, la del calzado, la juguetera, la dulcera, la refresquera, etc. se han visto sometidas a una creciente ola de importaciones que propició que se acumulara un déficit en la balanza comercial de más de 100 mil millones de dólares, debido a que las empresas que producen en México prefieren comprar la mayoría de sus insumos en el extranjero antes que en el propio país. Éste es un claro ejemplo de la desarticulación de las cadenas productivas en México. Lo mismo se observa en la industria automotriz: el diseño, la tecnología, las piezas y los materiales provienen en su mayoría del extranjero, por lo que el papel de las fábricas instaladas en México es el de solo ensamblar las autopartes para después exportarlas. El principal interés de la presencia en el país de las empresas automotrices, todas extranjeras es el de aprovechar los bajos costos derivados de la mano de obra barata lo que, por supuesto, ha contribuido al aumento de la pobreza en el país. Lamentablemente, a medida que la población de México aumenta, la pobreza se incrementa. Se estima que hay 14.3 millones más de mexicanos que viven en la pobreza que cuando se firmó el TLCAN. Lamentablemente, esto ocurre mientras la mayoría de las organizaciones sindicales mantienen inmovilizados a sus agremiados

Con todo lo dicho, queda claro que el TLCAN, punta de lanza de la política económica neoliberal, no ha beneficiado a la economía mexicana en su conjunto. La renegociación iniciada hace unas semanas, podría ser la oportunidad de reconstruir nuestra economía generando condiciones endógenas para el desarrollo integral del país, si estuviera encabezado por un gobierno patriota y comprometido con el bienestar general de su población. Pero no lo tenemos.

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