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miércoles, 24 abril, 2024
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Por una maternidad sin heroísmos

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

Ser mamá en México no es una tarea sencilla, como seguramente tampoco lo es en otras naciones, porque muchas además de educar a los hijos tienen la responsabilidad de mantenerlos.

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En el segundo párrafo del artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se lee: “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos”.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registra que el promedio de hijos que tenían las mexicanas —de 1969 al 2009— se redujo de 7 a 2.4 hijos. Esto se debe a varias causas: la política poblacional que comenzó en la segunda década de los años 70 — ¿recuerdan el slogan de “La familia pequeña vive mejor”? —; los cambios socioeconómicos que aumentaron la escolaridad en la población, pero, sobre todo, que la mujer tuviera una mayor participación económica, social y política.

El censo poblacional de 2010, indica que en México residen 40.8 millones mujeres mayores de 15 años, de las cuales 71.6% han tenido al menos un hijo. Es decir: siete de cada diez.

Entre 1976 y 2009, el porcentaje de mujeres en edad fértil que emplea métodos anticonceptivos pasó de 30.2 a 75.2%. A pesar de este aumento, persiste una demanda insatisfecha de anticonceptivos, sobre todo entre la población adolescente.

De acuerdo con la Encuesta de Salud y Nutrición 2012, del total de adolescentes sexualmente activos, 14.7% de los hombres y 33.4% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. En México, 13.6% de los nacimientos registrados en 2009 fueron de adolescentes o mujeres jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 15 y los 19 años de edad.

En nuestro país residen más de 40 millones de mujeres mayores de 15 años, de las cuales, 7 de cada 10 han sido madres y 8.2 millones de éstas, son madres solteras, divorciadas, viudas o separadas, a las cuales corresponde la crianza y manutención de sus hijos.

Sin embargo, casi la mitad (45.9%) se encuentra en condición de pobreza, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), publicados por el INEGI, revelan que son las madres solteras las que mayor necesidad tienen de salir a trabajar en cualquier empleo y muchas optan por ingresar a la informalidad, principalmente a través de servicios comerciales (23.5%) o en servicios personales (23.3%), que abarcan desde trabajadoras de limpieza en hogares y hoteles hasta meseras.

Es evidente que las madres de este país son fundamentales para nuestra economía y resulta alarmante que sea un sector descuidado; padecen por el trato diferenciado pese a su notoria presencia laboral, en ocasiones con mayores cargas de trabajo, no gozan paridad de puestos y salarios, en el campo de la seguridad social carecen de los más elementales derechos laborales.

Las mujeres que son madres resienten violencia y discriminación de parte de las empresas que, en ocasiones, consideran contraproducente contratarlas debido a un eventual ausentismo relacionado al cuidado de sus hijos y contra este escenario no hay cruzada contra el hambre o programas sociales que les alcance, estableció.

Las madres solteras de este país, no necesitan paliativos, lo que verdaderamente requieren es un trato humanitario, en el que se defienda su dignidad y se garanticen sus derechos. Por ello, es tarea fundamental de nuestro partido promover acciones que resuelvan sus necesidades, protegen sus derechos, alienten su desarrollo educativo y su exitosa inserción laboral.

Las labores de crianza y cuidado no deben ser únicas y exclusivas de las mujeres y la crianza de los niños y niñas es una responsabilidad compartida de la sociedad. No solo madres, padres y el núcleo familiar cercano son responsables, también empleadores, que deben ajustar sus horarios de trabajo, y Estados, que deben implementar programas y legislar para repartir equitativamente los trabajos de cuidado. Mientras la carga recaiga sobre las mujeres vamos a estar en una situación de discriminación y en muchos casos hasta de explotación.

El Día de la Madre debería ser un día para celebrar que cada mujer pueda decidir qué tipo de relación quiere tener con la maternidad, y para celebrar todas las opciones. Debería servirnos para reflexionar en cómo tratamos a las madres, ¿estamos haciendo sus vidas más fáciles? (¡y menos heroicas!) ¿Les estamos dejando chance de ser algo además de ser mamás? Ojalá que el Día de la Madre sirva para celebrar que cada vez más, la maternidad sea libre, decidida, imperfecta, y que cada madre pueda escoger su manera de vivir la maternidad. n

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