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miércoles, 24 abril, 2024
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Falleció el creador del concepto de modernidad líquida que ayuda a entender al mundo

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

La filosofía de vida, los valores y lo que se considera ético y moral ha cambiado radicalmente en los últimos años, a causa de los cambios políticos y sociales ocurridos a partir de la crisis mundial del capitalismo en la década de los años 70, y de la hegemonía del neoliberalismo conquistada a partir de entonces. A partir del año 2000, en sus libros Modernidad Líquida, Vida Líquida, y otros donde abundó sobre el tema, el sociólogo recién fallecido Zygmunt Bauman explica los fenómenos sociales de la era moderna y las diferencias principales con las anteriores. La realidad líquida según Bauman consiste en una ruptura con las instituciones y las estructuras sólidas, estables, creadas al finalizar la segunda guerra mundial; afirma que en la vida líquida la sociedad se basa en el individualismo y se ha convertido en algo temporal e inestable que carece de aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras del pasado.

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Muchos de los temas y enfoques tratados por Bauman desde hace 17 años en su obra Modernidad líquida y las que le siguieron, se han visto confirmados por la realidad de nuestros días. El sociólogo explicó el funcionamiento de la sociedad actual y determinó la relación de las nuevas generaciones con conceptos como el amor, el trabajo o la educación. Afirma que las relaciones creadas por la generación de la posguerra tienen poco que ver con las actuales, donde abunda el miedo al compromiso, amores de una noche, parejas desechables, etc. Para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) esto es el pan de cada día. Para Zygmunt Bauman, estas relaciones son las que dan nombre a su concepto de amor líquido. Las relaciones amorosas acaban convirtiéndose en breves episodios, en los que priva la búsqueda del beneficio personal. Cuando una pareja deja de ser rentable, se deja de lado y se busca una nueva.

En la era moderna, viajar es bastante común entre los jóvenes que desean romper barreras y ser testigos de realidades distintas a las de su país de origen. La realidad líquida de Bauman describe precisamente este escenario, que invita al movimiento, al flujo y a la búsqueda de nuevas experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar. Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser ciudadano de mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral dentro de la sociedad líquida. En la sociedad sólida la gente entraba a trabajar en una empresa y en ella permanecía hasta jubilarse 40 años después. En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los empleos son cambiantes y el mercado laboral actual necesita renovaciones frecuentes por los continuos avances tecnológicos, y a los trabajadores se les reclama cada día más capacidad para aprender y para desempeñarse en diferentes áreas. Las empresas buscan a personas versátiles, con capacidad de reinventarse y que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario. Personas que lo den todo en el trabajo sabiendo que pueden ser reemplazadas en cualquier momento si no cumplen con las expectativas. Se requieren trabajadores precarios, cómodamente precarios.

En el mundo sólido, la gente estaba convencida de que unos buenos estudios derivarían en buenas oportunidades laborales. Pero a partir de la madurez del neoliberalismo, todo se puso del revés. Los que han conseguido trabajo, tienen que reinventarse cada poco tiempo y afrontar nuevos retos constantemente. Otros muchos graduados están trabajando en puestos por debajo de su formación, y muchos ni siquiera han accedido al mercado laboral.

La modernidad líquida no se entiende sin el consumismo desaforado que vivimos en la actualidad, que se basa en la capacidad del capitalismo salvaje de crear a gran velocidad nuevas necesidades de las personas, y los productos diseñados para saciarlas; en esta realidad líquida, lo importante no es conservar los objetos, sino renovarlos constantemente para contentar el espíritu consumista. Los productos duraderos ya no son importantes, pues domina lo efímero y lo diseñado para atraer sorprendiendo a los compradores. A final de cuentas, el consumismo no gira en torno a la satisfacción de deseos, sino a la permanente incitación del deseo irrefrenable de tener deseos siempre nuevos.

Sin embargo, en la era de la modernidad líquida millones de personas son excluidas de la posibilidad de consumir, debido a que han sido excluidos del trabajo digno y no cuentan con el dinero suficiente para satisfacer su ansia de ir a los grandes almacenes y comprar las novedades. Millones de trabajadores dan gracias por tener un empleo, así sea precario, y los excluidos claman por su integración, pero unos y otros son incapaces de crear organizaciones permanentes para luchar por la solución de sus problemas comunes, debido al individualismo dominante en la propia sociedad líquida. Cuando llega a ocurrir que miles de personas salen a la calle con una o dos demandas comunes muy sentidas, Bauman señala que se comportan de manera parecida a un enjambre que, al cabo de poco tiempo, se disuelve para volver a formar otros igual de efímeros.

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