A manera de preámbulo, el término “educación” es polisémico y como tal se presta a múltiples interpretaciones, en este escrito se referirá este término a la manera de cómo se generan los proceso de interacción en lo que deberían ser centros educativos y no escuelas; un centro educativo es un espacio físico donde se promueve una formación integral, integra e integrada tanto de educandos como de educadores; en cambio, una escuela es un espacio físico donde se imparte enseñanza, donde la relación con los alumnos es unidireccional. Con esta premisa es como se expone el presente escrito.
Todo hace suponer que la Educación Media Superior, lejos de cumplir con un cometido social, lo hace pero como un cumplido institucional, incluso hasta por un mandato constitucional; no se piensa en los educandos que son la razón de ser tanto de la sociedad como de las instituciones donde estos interactúan, lejos de pensar con ellos, se piensa por ellos y es así como se rompe con ese compromiso social –no se da margen a que el educando sea crítico, analítico y reflexivo-. Este supuesto obedece a que las instituciones educativas que deberían mostrar un alto grado de actitud humana y aptitud cognitiva, lo hacen pero en sentido inverso, el ejemplo es claro; en los modelos curriculares que hoy día se trabajan en los diferentes subsistemas educativos de este nivel, se establece que el fin último es que el alumno se eduque para la vida, que se forme para un futuro más promisorio y desarrolle las competencias a que haya lugar.
Dando continuidad con la idea del párrafo anterior, el ser docente, directivo o autoridad educativa, obliga a que se reconozca que la actividad educativa debe ejercerse por vocación y no por mandato institucional, nos encontramos con docentes que practican un alto grado de movilidad como haciendo que hacen para que la autoridad los etiquete como buenos maestros, lamentablemente este tipo de maestros les dan la espalda a los alumnos, actúan de una manera unidireccional incluso autoritaria –¿qué pensarán?, realmente no se sabe pero manifiestan un alto grado de satisfacción con el simple hecho de sentirse maestros puesto que en ellos no cabe el sentido del fracaso porque se creen precisamente eso…. maestros-. Por supuesto que también se reconoce la noble labor que desempeñan un gran número de maestros, donde lejos de medirlos por el cúmulo de conocimientos que poseen, se les valora por los aprendizajes que adquieren sus alumnos, así como con los conocimientos que construyen y tal vez por las competencias que desarrollan –aquí es donde se refleja tanto una buena actitud humana como aptitud cognitiva-.
El Dr. Axel Didriksson, investigador educativo de renombre, quien dictara una conferencia el 12 de marzo de los corrientes en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Zacatecas, alude un comentario que le hizo a su vez la Ministro de Educación de Finlandia y quien le externa que un derecho fundamental y que lo consideran como sagrado para todos los maestros finlandeses, es la autonomía que ellos tienen para ejercer su práctica profesional tal y como ellos saben que deben ejercerla. Este es un ejemplo claro del potencial con el que cuentan los docentes de todo el mundo y que una de las mejores vías para demostrar dicho potencial es dándoles la autonomía que requieren para que, con su estilo propio de ejercer la docencia, se profesionalicen en, desde, para y con la docencia misma. No requieren de muchas leyes, ni reglamentos, ni normativas, ni formatos para demostrar que cumplen adecuadamente con su profesión; ni maestros ni alumnos se ven sometidos a exámenes que para lo único que sirven, es para reprimir, violentar y vulnerar la condición humana.
En contraparte, en nuestro estado, contamos con un sistema de educación media superior muy necesitado de verse fortalecido, sin embargo, uno de los grandes males que padece es la entrega obsesiva a posturas meramente oficiosas; a su escritorio les llegan las “indicaciones” y desde su escritorio dictan lo que se debe hacer, no se molestan por ir a los planteles para ver la verdadera problemática y comprendan así que, derivado de los requerimientos oficiales, existen necesidades específicas en cada uno de los contextos y, comprendan que no siempre lo “deseado” puede ser posible. No son estas condiciones para que un centro educativo se fortalezca a partir de sus propias necesidades puesto que están empeñados en debilitarlos desde las exigencias y arbitrariedades institucionales, no se les da autonomía para que determinen por cuenta propia y en colegiado qué es lo que pueden hacer. Creo que la actitud de muchos docentes obedece a la indiferencia de quienes deben ser responsables de impulsar y fortalecer a los centros educativos.
Es lamentable que en las instituciones de educación superior entre los maestros se comente con cierto desdén y enojo que una gran parte de los egresados del nivel medio superior no llevan los conocimientos básicos y elementales para cumplir satisfactoriamente con lo que requiere la profesión que han elegido, esto es o debe ser por demás preocupante como para que de manera urgente se tomen las medidas que se consideren pertinentes y se supere así este estado de cosas que nuestro nivel educativo padece.
Por último y lo que puede ser el colmo, el Secretario de Educación Pública se encuentra más empeñado en seguir la confrontación con los que son el alma de la educación, los maestros, denostándolos y culpándolos por los problemas que padece nuestro sistema educativo, en vez de dialogar con ellos y tomar acuerdos de construcción de un nuevo sistema educativo dado que el actual no está dando resultados satisfactorios. Se confirma lo anterior con la declaración que ha hecho recientemente y que a la letra dice “Los que estén en contra de la reforma, que mejor se pongan a trabajar”; http://www.educacionfutura.org/los-que-esten-en-contra-de-la-reforma-que-mejor-se-pongan-a-trabajar-aurelio-nuno/ ■
