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jueves, 28 marzo, 2024
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Subjetivaciones rockeras / ¿Qué falta?

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

No somos pocos los que nos hemos preguntado qué le ha hecho falta al rock en Zacatecas para consolidar una escena como lo ha hecho en otras entidades del país, y la pregunta es, de verdad, desconcertante, porque si volteamos para un lado y para el otro, veremos que el talento abunda en cada uno de los municipios del estado, y que incluso se han llegado a conformar bandas que nada le piden a las que hacen gala en los grandes festivales o incluso a las extranjeras. Ideas, genio, creatividad son cualidades de las que nunca ha adolecido nuestro estado.

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Es cierto, no podemos negar que existen sus honrosas excepciones, agrupaciones que han logrado trascender las fronteras zacatecanas y han ocupado, u ocupan, un sitio prestigioso en el argot nacional, pero reconozcámoslo, esos casos son tan honrosos como excepcionales, digo, comparadas con el potencial que realmente existe por estos lares. En ocasiones anteriores, he manifestado algunas situaciones que me ha tocado presenciar y que, desde mi particular y humilde punto de vista, han limitado el crecimiento del rock y su cultura; una de ellas es la falta de una visión empresarial del proyecto (espero que no se me malinterprete; no soy neoliberal), en que se conciba no sólo como un grupo de amigos o camaradas que se reúnen para idear y desarrollar propuestas sonoras, sino como un equipo en el que exista un encargado de relaciones públicas, otro de prensa, uno más de diseño, etcétera, de manera tal que el trabajo de promoción no se concentre en uno o dos de los integrantes de la agrupación.

No obstante, me he percatado de otra situación que hace difícil el desarrollo de la escena en nuestra entidad, y que es un fenómeno que se ha venido arrastrando desde hace décadas no sólo aquí, sino en otros estados e incluso en países poco a nada liberales. Es triste ver que, mientras en otras latitudes emergen al plano nacional grupos con igual o menor calidad que los locales, nosotros seguimos esperando ver a nuestras bandas en los más importantes escenarios, y por más que ponen lo mejor de sí, difícilmente adquieren los logros esperados, y creo que es por una simple y sencilla razón: El rock es el patito feo de la cultura.

Mientras en las ciudades más progresistas de México se han diseñado programas y políticas culturales que benefician el desarrollo del rock; mientras vemos que hay países que han diseñado proyectos académicos serios por medio de los cuales se promueve la profesionalización de los músicos y bandas de rock; a pesar de que esta expresión musical es un generador y detonante de un pensamiento crítico y honesto, por estos lares vemos que se le sigue marginando, minimizando, desdeñando como expresión artística y cultural seria, capaz de brindar importantes aportes al desarrollo de otras manifestaciones del arte y del pensamiento, como lo ha venido haciendo desde hace ya bastantes años.

Es cierto que el rock no es un estilo “bonito” ni complaciente, pero es que en realidad ninguna expresión del arte que se jacte de serlo realmente lo es. Aquello que puede calificarse como bonito o que complace fácilmente será cualquier cosa, menos arte. Como lo he mencionado en participaciones anteriores, es cierto que este género musical es un tanto elitista, pero nunca ha sido hermético, o al menos no en su totalidad. Es un estilo difícil, sí, y no tengo los elementos formales para decir que está al nivel de otras expresiones musicales como el jazz o la música de cámara, es más, ni siquiera me pasaría por la cabeza compararlo, sin embargo, cuando lo escucho y me dejo llevar por él, de algo puedo estar seguro: es una expresión genuina del arte. Además, ¿cuántos pintores, escultores, escritores, actores y músicos entraron al mundo de las artes por la puerta del rock? Créame, estimado lector, más de los que se imagina; que ya estando dentro se les olvide es también un síndrome muy común; creo que incluso, en ese sentido, hay una gran deuda con el rock.

Espero que no esté lejano el día en que existan aquí políticas que incentiven y promuevan el desarrollo del rock, y que nuestras instituciones educativas diseñen programas académicos que alienten y profesionalicen su ejecución, si es que eso es lo que busca el aspirante a músico; estoy convencido de que ése sería un factor determinante para un crecimiento sostenido y productivo, y que a partir de allí, veríamos a nuestras bandas a la altura no sólo de las mejores de México, sino de otros países. Sólo faltaría un detalle, que los interesados lo exijan.

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