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viernes, 19 abril, 2024
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Pensamiento convergente, la píldora de la enajenación

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Por: ANABEL CERVANTES ALVA •

Hay  una imagen difusa de la imaginación que ha empañado su contemplación: se habla de un Logos transparente, limpio, calculador y despiadado frente a un Phatos tenebroso que encarna una imaginación libre, irracional, oscura y dispuesta a revelarse contra la tiranía de la razón” (E. Marín, 2006).

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Históricamente pedagogos como Juan Amós Comenius y Celestin Freinet, que lucharon por una pedagogía liberadora que despertara las mentes lineales para volverlas críticas, productivas y creadoras, fueron considerados una amenaza para quienes ostentaban el poder. La propuesta de Freinet, fue considerada como una de las más reconocidas e innovadoras en la educación del siglo 20, sin embargo, sus ideas tuvieron poco eco en el Sistema de Educación Básica en México, no por ser ideas extranjeras gestadas en un contexto diferente; sino tal vez, por lo que promovían; entre otras cosas, una educación experimental, donde el trabajo y esfuerzo llevase en sí un fin productivo a favor de la comunidad, que propiciara la estimulación de la imaginación y el pensamiento creativo mediante lo que él llamaba, texto libre; proponía la creación de revistas escolares con producciones de los mismos alumnos, así como actividades manuales, conferencias, asambleas de clase, y correspondencia escolar, donde se hicieran análisis sobre la realidad. Sugería que las planeaciones se elaboraran de manera conjunta: maestros y alumnos en función de las necesidades particulares.

Ésta y otras propuestas, antiguas o recientes, han sufrido del mismo mal: la indiferencia. Aunque actualmente en papel se hable de conceptos como pensamiento crítico y creatividad, simulando una pedagogía “moderna”, en la práctica, según se observa en la actual reforma educativa, se sigue el curso del pasado próximo. Hoy se sabe que la inteligencia abarca infinidad de aspectos y se desarrolla en diferentes áreas, pero a la manera tradicional, se sigue con la idea caduca de la inteligencia estilo CI  (Coeficiente Intelectual). La misma OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) elabora exámenes estandarizados en este sentido.

Al igual sucede con las olimpiadas de conocimiento que la Secretaría de Educación Pública promueve, las cuales consisten en responder de manera individual, en silencio, y con tiempo limitado una serie de preguntas convergentes donde el alumno demuestra su conocimiento y habilidad para resolver problemas en papel, demandando de tal esfuerzo mental: memorización, comprensión, habilidades del pensamiento matemático, etc. Con este proceso de selección, suponen sacar de las zonas escolares, regiones y estados a los mejores alumnos; quienes por supuesto merecen un gran reconocimiento, tanto como sus profesores por el arduo trabajo que implica lograr un buen resultado. No obstante, si volvemos a la concepción actual del concepto inteligencia y por tanto de la operatividad de la mente en coordinación con otras habilidades físicas y sociales, pondríamos en duda el proceso lineal en este tipo de concursos. Diferente sería si a estos alumnos se les enfrentara a problemas reales, situaciones que implicaran de ellos más que el uso de procesos mentales; por ejemplo, que se les diera un tiempo limitado para leer sobre un tema, rescatando las ideas centrales y vertiendo en su aportación mediante exposición sus propios puntos de vista, o bien, que se les diera un tema determinado para escribir lo que piensan sobre el mismo, ya sea de política, literatura o contaminación y por qué no, la invención de un cuento, fábula o poema y la resolución de problemas divergentes, es decir, problemas que exijan del alumno varias habilidades mentales trabajando en conjunto; problemas que ante la lógica parecieran no tener solución.

Esta propuesta posiblemente suena ridícula para quienes con una educación tradicional que exigía memorización lograron un éxito profesional e intelectual sin precedentes. Sin embargo el contexto del pasado no es el mismo que el actual, los niños del pasado gozaron del juego como principal eje formador de su área social y potencial creativo, los juegos tradicionales ayudaron a desarrollar las habilidades que la escuela no estimulaba, los alumnos ponían en práctica la información memorizada completándose así en la práctica el ciclo de un aprendizaje mecanizado que se tornaba significativo. La interacción lúdica mediante el contacto personal, era un placer absoluto. Hoy, los cambios en la sociedad, desde los sistemas de producción, tecnológicos y de comunicación,  hasta la inseguridad, y la demanda social por un determinado estilo de vida, han modificado notablemente las formas de aprendizaje extraescolar y las actividades recreativas de niños y jóvenes, son cada vez más pasivas en apariencia.

Un niño que no crea, interroga y explora,  se torna enajenado y ausente de sí mismo, por ello es importante estimular la inteligencia en sus múltiples formas de expresión. El pensamiento convergente que el Sistema de Educación Pública Mexicano promueve, es impuesto desde los programas, no es el docente quien creó el sistema, sino el que lucha cada día por hacer la diferencia.

 

*Miembro del movimiento magisterial

 

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