“Bajo nuestro gobierno hay docenas de narcos hondureños con sed de venganza en las cárceles de Estados Unidos. Su cultura es el ajuste de cuentas y ya encerrados la única arma son los falsos testimonios. Solían apuntar las balas, ahora apuntan con mentiras. Por eso ahora nuestro gobierno sufre un tsunami de acusaciones falsas en los tribunales del sur de Nueva York. Su única esperanza es hacer tratos con los fiscales de Estados Unidos y a cambio de ello dirán cualquier cosa”, dijo con amargura Juan Orlando Hernández.
Solamente los presidentes de Paraguay, Manuel Abdó Benítez, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, desafiaron este objetivo al remarcar durante sus discursos sus opiniones adversas y excluyentes a los gobiernos de Caracas, La Habana y Managua.