■ Organismos tratan de ser mucho más respetuosos con el medio ambiente, señala Loureiro
Sin antecedentes sobre la iniciativa que la delegación de Semarnat en el estado encabeza, con miras a lograr se declare Area Natural Protegida al semidesierto zacatecano, misma que se sustenta en un estudio realizado al interior del entonces Instituto de Ecología y Medio Ambiente de Zacatecas (IEMAZ), hoy Secretaría del Agua y Medio Ambiente (SAMA), por mandato del gobernador Miguel Alonso en 2010, María Loureiro, docente e investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela en el Departamento de Análisis Económico, invitada por la Cátedra Cumex para dar una ponencia sobre la valoración ambiental del capital natural y su inclusión en lo que se denomina la contabilidad verde nacional, comentó que “proteger es una buena idea pero tiene costo.
Y el punto caliente es reconocer que en un territorio que está siendo explotado va a haber diferentes conflictos derivados de las necesidades y percepciones de los miembros que utilizan este recurso”.
Lo importante para el gobierno de Zacatecas y que seguramente ya ha previsto, dijo, es tener diálogo con los sectores implicados para delimitar las asperezas y dificultades a fin de lograr la consecución de su objetivo.
Lourerio es perito de la Fiscalía de Medio Ambiente que está solicitando una indemnización superior a 4 mil 300 millones de euros por los daños ocasionados a la sociedad española por el derrame del buque Prestige, acaecido en 2002. Este litigio sentaría un precedente importante en la historia de aquel país, pues es la primera vez que se reclaman daños ambientales en un juicio.
Basándose en experiencias previas, comentó sobre la intención de proteger al semidesierto zacatecano, que “estoy segura que el gobierno de Zacatecas ya ha considerado que cuanto más asperezas se limen y más conflictos se solucionen, mayores probabilidades de éxito va a tener este espacio natural que se pretende conservar. Y ya estarán pensando en cómo reconciliar los intereses de la minería, la conservación y la ciudadanía que requiere puestos de trabajo”.
La investigadora agregó, sobre el taller de valoración ambiental, que implica variables que pretenden redefinir la riqueza de las naciones no sólo en términos de Producto Interno Bruto (PIB), sino de la riqueza de lo que es su patrimonio cultural y natural.
Los conceptos base son antiguos pero las aplicaciones son modernas, comentó. Recientemente los organismos no se han preocupado de cómo entender la contabilidad verde. La lógica de estas teorías encuentran sustento en un clásico de la Economía, la Riqueza de las Naciones, de Adam Smith. En él ya se ubica la importancia del medio ambiente y la naturaleza como recursos económicos de los países, puntualizó.
El marco contextual está conformado por criterios de desarrollo sostenible, es decir, “seguimos teniendo un modelo capitalista como el actual pero que respeta al medio ambiente”.
En ese sentido, se hace un gran esfuerzo para considerar cuál es el volumen da agresión o impacto ambiental que estamos generando. Hoy en día existen nuevos medidores de riqueza que lo que hacen es contabilizar lo que se produce en bienes y servicios generales como el PIB, índice que sería clave pero descontando lo que extraemos de ese capital de recursos no renovables, como puede ser el caso de la minería, que no pueden ser generados por la mano del hombre.
Organismos con el Banco Mundial están presentando nuevos indicadores de riqueza que sin modificar el marco en el que nos movemos, el capitalismo, tratan de ser mucho más respetuosos con el medio ambiente. “La producción de bienes y servicios es parte del todo, pero no es el todo”, aseveró.
