Cualquier sector de la sociedad, gira en torno a presupuestos, este gobierno federal se ha caracterizado por modificar radicalmente pero no sustancialmente la asignación de recursos para el sector educativo. El fenómeno que se presenta no es precisamente por falta de recursos, sino porque se han destinado cantidades importantes de dinero a programas de asistencia social, descuidándose con ello otros programas del rubro educativo, habrá que valorar si realmente estos programas favorecerán al fortalecimiento del sistema educativo.
Cabría preguntarse si el presupuesto educativo es insuficiente o no es eficiente su uso, lo cierto es que el actual presidente de la república tiene programas prioritarios y, el sistema educativo no es su prioridad, esto significa que no ha tenido en mente mejorar la calidad de los servicios educativos; la razón de ser de todo esto, es el clientelismo político. En sí, se redujo el presupuesto a programas como salud y educación, aumentando el gasto para asistencia social.
El problema radica en que, con el gasto educativo no existen metas que seguir, solo programas que subsidiar y, el fin último de todo esto, es el clientelismo. Vemos, por ejemplo, que no existen estadísticas claras ni diagnósticos certeros, el hoy presidente de la república solo generó compromisos para derogar la Reforma Educativa, se cumplió, solo que no ha concretado la nueva reforma dado que, a decir de los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública (SEP), no existe presupuesto alguno para que se haga la propuesta del nuevo modelo educativo.
De siempre se ha apostado a la formación y actualización de docentes, sin embargo, esto no ha sido posible puesto que disminuyó el presupuesto asignado a las instituciones formadoras de docentes, ello en comparación con otros años; estas son razones suficientes para pensar que es incierto el futuro de la educación. Es la asignación de becas lo que ha quitado presupuesto a muchos programas, además de la predominancia del pragmatismo y clientelismo en el seno de la SEP.
En condiciones reales, el presupuesto educativo debería servir para disminuir las brechas educativas, formar a los maestros de manera adecuada y encausarlos por la vía de la profesionalización; ello para brindar mayor beneficio a los educandos y procurar la mejora de la infraestructura educativa. Se requiere que el sistema educativo se encuentre en constante movimiento y que sea promisorio, se requiere también optimizar los recursos, vigilando y evidenciando el uso de los mismos, fortaleciendo las prácticas de transparencia y rendición de cuentas.
Han pasado a rango constitucional las decisiones tomadas en torno a la reforma del sistema educativo, con ello, la intención sería la de permitir el acceso a una educación con inclusión, equidad y pertinencia y, además, de considerarse como un derecho humano fundamental. La Reforma Educativa de Peña Nieto generó bastante polémica, se publicó como una reforma innovadora y se decía que los objetivos a perseguir eran el elevar la calidad de los aprendizajes, aumentar la cobertura escolar, en particular en Educación Media Superior, y, recuperar la rectoría del Estado sobre la gobernanza del sistema educativo; objetivos por demás fuera de contexto.
El presupuesto educativo asignado lo condicionaban a las evaluaciones, de ellas tomaban decisiones, mismas que las enfocaban a principios rectores de “excelencia”, equidad e inclusión desde preescolar hasta el nivel superior, tendencia no cumplida; con ello se da la lectura de que mientas el Estado siga siendo el rector de la educación, cualquier cantidad presupuestada para este rubro, no sería suficiente o adecuada. Hoy día se sigue suponiendo que existe una mala distribución de recursos, mal manejo y mal uso del presupuesto y, lo que resulta peor, que las instancias fiscalizadoras no cumplen adecuadamente con su función. El problema de presupuesto en educación radica en que no se dimensionan adecuadamente las problemáticas, es por ello que la asignación de recursos es insuficiente e inadecuada.
Lamentablemente solo hay gasto educativo, pero no hay inversión en educación, se puede decir que el gasto educativo es una muy buena inversión dado que contribuye al incremento del capital de los inversionistas; esto, hace que bajen los estándares de calidad, aunque habrá que reconocer que disminuye también en poca medida, la pobreza y desigualdad. México es uno de los países al que menos presupuesto se le asigna, sin embargo, existen países donde se puede decir que se invierte en educación, pero no se refleja una mejora educativa, ¡qué se puede esperar de este país!
Reitero, de nada sirve que se incremente el presupuesto si hay corrupción en los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, si no se hacen eficientes los programas de mejora y, si no se fortalecen los procesos didáctico-pedagógicos. En la Reforma Educativa peñista, se fugó mucho dinero, se hicieron gastos innecesarios y, además generó mucho malestar debido a la imposición de evaluaciones punitivas.