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martes, 13 mayo, 2025
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Las peripecias de Hunter S. Thompson

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA • admin-zenda • Admin •

Llega a Hawái y punto. Ahí se descubre nuevamente como autor y a la vez descubre ese nuevo panorama que se le presenta. Podría tratarse de un mundo desconocido hasta entonces que él redescubre a través de sus múltiples historias en torno a la principal deidad. Antes se lo han hecho saber: para escribir de Hawái tienes que documentarte, no es tan sencillo. Y él acepta el reto, es lo que hace durante el vuelo. Ahí comienza su ascenso, pero también su descenso, su destrucción, que lo lleva a emular al mismo dios del que tanto ha escuchado.

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Ni siquiera es importante saber que Hunter S. Thompson acepta el viaje a Hawái para ponerle algo de movimiento a su vida. Una revista desconocida lo contrata para cubrir el maratón de Honolulú, un hecho insignificante en realidad, sólo que un autor de la talla de Hunter S. Thompson lo canaliza para detonar una de sus tantas buenas historias cuando nos habla del significado de los maratones frente a las auténticas justas deportivas.

Él mismo nos confiesa, páginas más adelante, que se le han presentado muchas oportunidades para iniciar una buena aventura, gastar muchos dólares en alcohol y drogas, y escribir menos de las ocho cuartillas que era capaz de escribir a diario, porque “seguramente estoy envejeciendo”, así se lo hace saber a su fiel e “inteligente” compañero Ralph, quien luego de contemplar lo enigmático (la ironía no es gratuita) de Hawái regresa en compañía de su familia a Londres, dejando a Hunter S. Thompson a merced de personajes entrañables que lo acompañan en otro de los viajes, el de las drogas, el alcohol y las mujeres.

La narrativa de Hunter S. Thompson es vertiginosa, acelerada y en “La maldición de Lono” (Sexto Piso 2106) nos entrega no solo una historia sino muchas, cada una con sus detalles, con sus propios mecanismos narrativos, donde no faltan las correspondencias, las referencias históricas, las leyendas que existen acerca del dios Lono, dios de los excesos, los cambios imprevistos de planes y de clima y las aventuras marítimas que Thompson consigue vencer cuando al fin es capaz de atrapar a un enorme pez espada, fotografía incluida en el libro.

Publicado en 1983, “La maldición de Lono” llama la atención por la frescura de su prosa, por lo atemporal de la narrativa de Hunter S. Thompson, y si bien en algunas ocasiones es un tanto predecible, ¡qué importa!, hablamos de un autor que cambió el curso de buena parte de la narrativa norteamericana, un autor que desde el altar de sus adicciones y expresiones (porque consigue que las adicciones se vuelvan personajes de su literatura) nos demuestra lo sencillo que parece escribir, lo complicado que parece escribir, y es en este choque donde su propuesta se construye con sus propias reglas, como un aventurero que es capaz de obtener una muy buena historia hasta de un pedazo de porquería.

Por eso vale la pena leer “La maldición de Lono”. Porque se le aprende del ritmo, de la construcción de personajes, del manejo de las situaciones narrativas. A final de cuentas se trata de un borracho y drogadicto, pero no de un borracho y un drogadicto más, y eso es lo que no debemos olvidar cuando nos enfrentamos a sus obras. ■

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