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jueves, 18 abril, 2024
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Sucinta declaración de amor

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Por: EDGAR KHONDE •

La Gualdra 425 / Río de palabras

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Le digo que quiero admirar su escritura, es decir, contemplarla, examinarla, descifrarla. Le digo que porque en mis clases en la Facultad de Filos aprendí y aprehendí que la escritura era un medio para acercarse a los pensamientos de una persona, a su cerebro. A mí, obviamente, es que me interesa cómo se desarrollan sus ideas y lenguaje. Me interesan las palabras que emite, su lengua oral, y los sintagmas que cifra cuidadosamente, y no por su caligrafía porque es horrible, a través de los trazos de una pluma o por medio de un ordenador. Yo pienso que las palabras de una persona nos enseñan un universo; a mí me manifiestan su forma de acercarse al mundo, que por supuesto es un tema que quiero conocer porque me asombra su sola existencia. No sé si ustedes han reflexionado acerca de que una persona sea capaz sin siquiera proponérselo de ocupar un pensamiento suyo. Ella ha ocupado millones de mis pensamientos e ideas. No sé si era su intención, pero detuve mis oídos en una ocasión que me saludó en una galería y quise escucharla durante más tiempo. Luego quise leerla en el chat y caminar con ella. Quise también acercarme hasta que nuestra cercanía fuera una esfera para descubrir el mundo, y creo que le gustó. La cercanía ha sido correspondida, porque lo repetimos una y otra vez hasta reconocernos en nuestros pasos. Uno reconoce los pasos del otro, pero no sé en qué momento ocurre ese fenómeno. Reconoce la respiración, las muecas, los gestos, los silencios. Supongo que a través del tiempo uno también adivina las palabras. Yo soy un lingüista aficionado y un poeta en retiro, por eso me fijo tanto en las palabras. Digamos que han perpetuado mi esencia en este mundo. Como lingüista quise retorcer la lengua, exprimirla, hasta dejarla seca y que se me descubriera la verdadera realidad el lenguaje. Como poeta lo quise llevar al límite y traspasar las posibilidades de las construcciones verbales. En ambos casos fracasé. Por eso opté por convertirme en un redactor. Luego pasó que me encontré sus ojos y su cuerpo, y algo me enganchó cuando formaba oraciones. No supe qué en aquel instante. La cosa es que sigo sin saberlo e ignoro si lo descubra. Supongo que es necesario a veces trasladarse lejos de todo para encontrar otra boca que te enigme y te vuelva un ente real. Yo sin ella he sido todo este tiempo un fantasma.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_425

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