Autoridades del Sector Salud informaron que abrió sus puertas la Clínica del Dolor, en el Hospital General Luz González Cosío, para pacientes que tienen algún tipo de enfermedad terminal y que padecen dolor agudo y crónico, la cual por el momento dará atención después de las 15 horas, en el consultorio número 19.
En este sentido, se realizó un simposio o en el auditorio del nosocomio, para que médicos del estado conozcan el mecanismo de trabajo para este tipo de clínicas, explicó Irasema Becerril Huato, coordinadora del programa y jefe de Anestesiología del nosocomio.
Desde hace mes y medio inició trabajos esta clínica, y a la fecha 30 pacientes reciben atención integral, quienes sufren molestias por diferentes enfermedades, que han sido de difícil control por sus médicos tratantes y requieren de ayuda para que el dolor aminore y tengan una mejor calidad de vida.
En el simposio, Guillermo Aréchiga Ornelas, coordinador del equipo hospitalario de cuidados paliativos del Hospital General de Occidente, presentó la ponencia Actualización de Guías de Práctica Clínica del Dolor.
Explicó que el dolor y el sufrimiento son factores que influyen de manera diferente en el ánimo del paciente.
Enfatizó que el dolor puede manifestarse con un malestar físico, mientras que el sufrimiento en el paciente incluye factores familiares, psicológicos, sociales, entre otros, que amenazan la calidad de vida del paciente.
Dentro de los deberes éticos de quienes trabajan en un centro de salud, está el aplicar estrategias que garanticen un diagnóstico médico real, así como uno psicológico y social, en el que se incluyen psicólogos y trabajadores sociales.
Asimismo, se deben respetar los derechos de los enfermos y no violentar su autonomía, siempre y cuando se procure la salud del enfermo, pues uno de los aspectos de la bioética es que se preserve y procure la vida y se evite la eutanasia.
“El pensar en la muerte de los enfermos para quitar el sufrimiento es hacer una brecha de desconfianza entre pacientes y sus médicos, y eso reforzaría la de por sí pobre imagen de deshumanización de los médicos respecto al manejo de los enfermos”, expuso Guillermo Aréchiga.
Puntualizó que también se capacita a los pacientes para que sepan sus derechos y puedan dar el consentimiento, por ejemplo, para ser sedados bajo ciertos criterios cuando su dolor es intenso.