A lo largo de sus 50 años de historia, el Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ) ha persistido y superado obstáculos a pesar de los embates del Estado que han atentado contra sus conquistas laborales, pero también transitó de una etapa combativa, vinculada a movimientos y organizaciones sociales, a una reciente en la que abandonó sus principios y se subordinó a intereses de fracciones políticas.
El SPAUAZ se formalizó ante notario público el 30 de abril de 1975 en un contexto de intenso activismo político de izquierda en todo el país; en Zacatecas, sus primeros agremiados participaron activamente en movilizaciones en favor de campesinos, colonos, electricistas, mineros, entre otros, pero con el pasar del tiempo eso cambió.
Un sindicato cercano a la sociedad
De acuerdo con Raymundo Cárdenas Hernández, primer secretario general de este sindicato, de 1975 a 1977, la creación del sindicato implicó un amplio debate por las posturas a favor y en contra que hubo en ese momento, pero finalmente se avaló su registro formal.
Al redactar el Contrato Colectivo de Trabajo, el entonces rector Jesús Manuel Díaz Casas mostró disposición para firmarlo, pero ello generó molestia en sectores conservadores y de derecha, al grado de que el 10 de enero de 1977 tomaron la Rectoría para exigir su renuncia y la expulsión de universitarios como Jesús Pérez Cuevas, Eligio Meza y el propio Cárdenas Hernández, a quienes consideraron responsables de la agitación que prevalecía en la universidad, el campo y en sectores sociales populares.
Otro factor que contribuyó al surgimiento del SPAUAZ fue la crisis del régimen político a nivel nacional debido a que durante dos décadas se había caracterizado por una política represiva en contra de ferrocarrileros, personal de salud, profesores del magisterio y otras organizaciones, hasta que llegó la masacre estudiantil de 1968, “el halconazo” en 1971 y La Guerra Sucia.
“En ese marco el sindicalismo universitario también recibió un estímulo fuerte con la creación del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM que impactó en todas las universidades de manera tal que aquí se creó el Sindicato de Trabajadores Manuales de la UAZ en el 71 o 72, y posteriormente un grupo de profesores empezamos a buscar, a convencer a los colegas a que hiciéramos un sindicato”, expresó Cárdenas Hernández.
Las demandas principales del SPAUAZ fueron la profesionalización del trabajo docente para dar paso a la investigación científica, que se abrieran espacios para todos los estudiantes y que hubiese pase automático de la preparatoria de la UAZ al nivel profesional.
En los últimos 20 años, expuso que la universidad en su conjunto derivó en una falta de conciencia social, a tal magnitud que la institución no se expresa como institución sobre problemas de México y Zacatecas, mientras que los docentes y estudiantes han dejado de movilizarse con el argumento de la falta de tiempo, pero “si eso hubiéramos pensado en los 70, la UAZ no habría crecido”.
En la actualidad, consideró que el SPAUAZ debe proponerse algunos objetivos como el incremento del salario, ya que este ha aumentado en el último sexenio en otros sectores, pero en la universidad no ha sido posible porque los docentes y trabajadores dejaron de luchar.
Es decir, “es posible que hagan una gran alianza con otros sindicatos como el minero que dirige Napoleón Gómez. También requerimos que el pueblo de Zacatecas intensifique su apoyo a la universidad, pero también su exigencia de que abra la boca: ¿qué hacemos con la crisis hídrica? La UAZ y el sindicato no tiene voz, pero deben abordar otros problemas y eso implica una nueva responsabilidad social”.
En ese escenario, Cárdenas Hernández dijo que el SPAUAZ debe tener una relación más cercana con la sociedad y sus problemas, lo que significa que ya no puede ser un ente que ignore todas aquellas problemáticas que padece el pueblo, sino que debe coadyuvar en los procesos para resolverlos.
La burocracia universitaria rebasó la organización sindical
Armando Reveles Delijorge, secretario general del SPAUAZ en el periodo 1989-1991, recordó que durante mucho tiempo el sindicato logró mantener la pluralidad y proporcionalidad en la configuración de su Comité Ejecutivo, lo que obligó a las corrientes políticas a conciliar intereses, contrario a lo que sucede en la actualidad.
En sus primeros años, el sindicato debió consolidar su gestión, lo que implicó la necesidad de intensificar los movimientos, paros laborales y toma de edificios, lo que ayudó a negociaciones menos crispadas con las autoridades de la institución, pero también con el gobierno estatal y federal cuyos intereses son factores que inciden en gran medida en el sindicalismo.
Por ejemplo, mencionó que en su gestión como secretario general se dio la discusión en torno a la seguridad social ya que existía un modelo que contemplaba diversos beneficios como el acceso a servicios médicos privados y a medicamentos en cualquier farmacia, hasta que se planteó una reforma mediante la cual se les pretendía incorporar al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
El problema con ese modelo de seguridad que tenía la universidad, afirmó, fue que derivó en excesos, abusos e intereses de las mismas farmacias, de manera que la política federal pretendió la incorporación de los docentes a otro modelo.
Reveles Delijorge precisó que en su gestión “no ocurrió la decisión, por fortuna. Logramos resistir esa presión y tuvimos un acuerdo de Asamblea General de no incorporarnos a ninguna opción en ese momento y eso nos permitió posponer ese proceso y fue la siguiente gestión la que tuvo que enfrentarlo”.
No obstante, desde su punto de vista, era una responsabilidad de la patronal tomar esa decisión y no requería del aval del SPAUAZ, pero por razones políticas el rector buscaba el acuerdo de los sindicatos como respaldo.
Al pasar el tiempo, opinó que el sindicato se ha burocratizado posiblemente a la masificación de docentes y eso generó que se redujera la gestión a instancias más cerradas como el Comité Ejecutivo, la Coordinadora de Delegados y el Comité de Huelga.
Además, las Rectorías en turno, según su cercanía con el grupo político que dirige el sindicato, han influido en la toma de decisiones sobre temas de interés para los docentes, pero “eso no es de ahora. Siempre el SPAUAZ ha tenido que ir tras de la política y del interés de la institución porque siempre hubo conexión entre los grupos sindicales y los grupos patronales y hoy lo seguimos viendo”.
En ese sentido, Reveles Delijorge cuestionó que dirigentes sindicales compitan por puestos patronales y viceversa, que miembros de la administración central se postulen para ocupar espacios en el SPAUAZ, lo cual es una contradicción.
También aseguró que se ha desvirtuado la esencia del sindicato porque debe de trabajar en función de los intereses de los agremiados y no en función de intereses particulares o de un grupo político o incluso de un partido político detrás de algún dirigente.
Desde su perspectiva, el sindicato no evolucionó en el mismo sentido que la institución cuya burocracia creció, de forma que debe promoverse una reforma estatutaria en la que haya secciones. Eso ayudaría a que pocas personas no traten de enfrentar las necesidades de los docentes en todas las áreas y unidades académicas y a su vez permitiría una mayor cercanía con los docentes y así recuperar la participación de los agremiados en el sindicalismo y su democratización.
Sindicalismo de principios y sindicalismo de intereses
Javier Colmenares López, secretario general del SPAUAZ en el periodo 1991-1993, recordó que su periodo al frente del sindicato coincidió con la etapa en la que inició la implementación de políticas neoliberales y el Contrato Colectivo de Trabajo ya no correspondía a las exigencias del gobierno de Carlos Salinas, lo que derivó en la modificación al contrato en la revisión de 1992.
“Esto nos obligó a buscar alternativas de cómo reestructurarlo y qué proponer en la revisión, de tal manera que la estructura que guarda el Contrato Colectivo es la misma que yo dejé. Tuvimos que reestructurar todo porque la SEP se nos puso pesada a través del rector y era parte del cambio neoliberal que se empezaba a implementar”.
La salida que se encontró ante esa situación fue que los bonos que antes se percibían fueran integrados en la nómina ordinaria, es decir, en el salario tabular, con la intención de igualar los montos de las universidades en todo el país, además de mantener la antigüedad que en ese momento tenían los agremiados.
A pesar de las discusiones que se presentaron, afirmó que la mayoría de los docentes estaban conscientes de la presión y amenaza política de parte del gobierno federal y que esa reforma era inevitable.
De acuerdo con Colmenares López, aquel espíritu combativo y solidario que caracterizó al SPAUAZ en la década de los 70 y 80 se disipó debido a las nuevas condiciones sociales que impuso el neoliberalismo, especialmente de una cultura individualizada por encima de la colectividad.
Como resultado, el sindicato pasó de una etapa de principios a una de intereses de grupos y fracciones políticas, de manera que algunos secretarios generales han tenido subordinación a la administración central debido “al cambio de mentalidad e ideológico de la nueva generación”.
En la coyuntura actual, opinó que el sindicato debe acercarse a los docentes en todas las Unidades Académicas para informarse sobre las problemáticas que enfrentan y construir una nueva agenda que permita la elaboración de un plan de trabajo a corto y mediano plazo, lo que provocará que los profesores reconozcan al SPAUAZ como defensor de sus derechos.
Remover la universidad y el sindicato
Según Benjamín Romo Moreno, secretario general del periodo 1999-2002, la organización sindical en Zacatecas fue un reflejo de lo que sucedió a nivel nacional como consecuencia del movimiento de 1968 y la intención de líderes estudiantiles de agruparse en movimientos urbanos de trabajadores; así surgió la inquietud de los trabajadores de la universidad para sindicalizarse.
Así, la creación del SPAUAZ coincidió con el despegue de la propia universidad porque ya integraban la planta docente algunos elementos que se incorporaron en luchas populares y que tenían una concepción de la academia muy relacionada con los movimientos sociales.
En esa época, el grueso de los profesores eran profesionistas liberales que dedicaban algunas horas al día para dar clases en el instituto de Ciencias de manera que no concebían la docencia como un trabajo que les permitiera vivir de ello, pero esa situación cambió en 1977 cuando se incorporaron alumnos de los altos grados como docentes de preparatoria.
“Este SPAUAZ nace con inquietudes que compartían tanto los directivos como los trabajadores de la universidad. Es decir, hay una identidad de objetivos que se plasman en la construcción de una universidad con un propio proyecto. No hay la diferenciación que se empieza a manifestar posteriormente de una burocracia que dirige, controla y representa al Estado como patrón general de todos los trabajadores sindicalizados”.
Romo Moreno explicó que eso es importante porque permitió que el sindicato avanzara rápidamente en su constitución, firma de contrato, con la idea no de enfrentamiento, sino de unidad para que la universidad creciera.
Sin embargo, esa identidad que hubo entre directivos, docentes y trabajadores se rompió de manera paulatina y enfrentó embates muy fuertes a partir de la identificación de las universidades como centros de refugio de personas que mantenían posturas de izquierda radical, de forma que ese crecimiento de la organización sindical se vio como un peligro para la estabilidad política y entonces se diseñaron mecanismos de control por parte de las autoridades federales.
Ello propició una lucha entre los representantes de la autoridad federal, los rectores, y el grueso de los trabajadores, y a su vez esa situación transformó la interpretación del rector porque en los primeros años se suponía que era el representante de la comunidad ante la Secretaría de Educación Pública, pero se convirtió en representante de la federación ante la comunidad cuyo papel es imponer políticas al interior de la institución.
Por ejemplo, los rectores en turno implementaron mecanismos de control interno y participaron activamente en la designación de las dirigencias del SPAUAZ, lo que significa que ha prevalecido el imperio de intereses de grupos políticos que solo buscan potenciar a las figuras cercanas al rector, en detrimento de la organización sindical.
Además, Romo Moreno afirmó que los programas de estímulos promovidos por el gobierno federal fueron un golpe importante porque a través de ellos reconocen el trabajo de los docentes con el otorgamiento de recursos, lo que provocó que los profesores interesados en tener mejores ingresos dejaron al sindicato de lado como instrumento de mejoramiento de sus condiciones laborales.
Con ello, el sindicalismo ha perdido presencia dentro de la universidad e incluso mucho tiempo ha prevalecido la idea de que la única función del SPAUAZ era la de otorgar préstamos por medio de la Mutualista o Fundación.
Para recuperar la vida sindical que alguna vez la caracterizó, combativa en la defensa de los derechos laborales y vinculada a la sociedad, indicó que también debe promoverse un cambio en la universidad a partir de la academia, tema del que recientemente hubo un intento con la reforma universitaria y que finalmente no fructificó.
“Yo creo que el sindicato debe renacer, organizar un nuevo sindicato que tenga que ver con las perspectivas a futuro, Que veamos los impactos que tiene la tecnología en el trabajo docente, que veamos las condiciones en las que se va a mover en el futuro la ciencia, la investigación, la docencia. Eso nos debe servir para tomar precauciones”.
Además, Romo Moreno precisó que debe haber una visión a futuro tanto de la universidad como del sindicalismo porque muchos de los problemas actuales obedecen a que la institución está desfasada y la actuación es conforme a las mismas prácticas.
Entonces “lo que podemos hacer ahora es remover la universidad y el sindicato, no nos queda de otra, buscar formas más actualizadas de convivencia, de trabajo y de generación de recursos porque no se trata de que nosotros resolvamos nuestros problemas, sino de resolver los problemas de todos. Debemos ampliar nuestra visión para cumplir con una función social”.
La academia, desvinculada del sindicalismo y de la sociedad
Crescenciano Sánchez Pérez, secretario general en el periodo 2014-2017, manifestó que el sindicalismo universitario fue producto de los movimientos de izquierda en el país y el SPAUAZ no fue la excepción; mucho tiempo sus integrantes estuvieron vinculados con otras luchas sociales.
Sin embargo, el crecimiento exponencial de la universidad propició el surgimiento de una masa de profesores cuyo interés se orientó hacia el trabajo “académico” y desarrolló cierta apatía o rechazo a la actividad política.
“Empezó el auge de los doctores en Ciencias y muchos de ellos han expresado que son apolíticos, que les interesa más la academia y la investigación. Entonces creo que al principio hubo una masa pequeña, pero crítica de su entorno social, y luego una masa más grande, pero con poca crítica”, expresó.
El crecimiento de la universidad trajo consigo una nueva organización burocrática que rebasó al SPAUAZ, lo que ocasionó que los directores de las unidades académicas tomaron el control sobre las contrataciones de docentes al margen de lo establecido en el Contrato Colectivo de Trabajo en el sentido de que ese proceso es bilateral.
De acuerdo con Sánchez Pérez, en la universidad siempre han existido grupos políticos de izquierda y de la misma manera en que ha ocurrido a nivel nacional, en el transcurso del tiempo se han fragmentado y cada uno interpreta de manera diferente la vida sindical, la Ley Orgánica, la administración y de la universidad misma. Es decir, “la universidad ha ido caminando entre encuentros y desencuentros”.
En efecto, refirió que ha habido casos en donde hay cercanía entre la dirigencia del SPAUAZ y la Rectoría, pero a pesar de ello las fuerzas políticas se movilizan en torno a los intereses colectivos; en ese sentido, el caso en donde identifica un “contubernio terrible” fue con José Juan Martínez Pardo y Rubén Ibarra Reyes.
Durante su periodo al frente del SPAUAZ, el tema más importante que se atendió fue el de la seguridad social, pero después de 10 años no solamente no se ha resuelto, sino que se ha agravado especialmente en los últimos cuatro años.
En ese contexto, consideró que el sindicato debe apostarle a la formación sindical de todos los docentes porque es común observar que especialistas en varias áreas del conocimiento menosprecian la función social que debería tener la institución y mientras eso no se revierta el SPAUAZ no será influyente. Entonces, “cuando esa masa de académicos tenga un mayor sentido social, creo que se podrá recomponer la vida del sindicato y de la universidad”.
Recuperar el sentido de colectividad
Jenny González Arenas, secretaria general con licencia, fue electa para el periodo 2023-2026 y es la primera mujer que asume la dirigencia del SPAUAZ en sus 50 años de existencia; el resultado del proceso electoral le favoreció con solo dos votos de diferencia respecto a otro candidato.
Según explicó, la relación que hubo entre los docentes y movimientos y organizaciones sociales en la década de los 70 permitió la consolidación de un sindicato con conciencia social y solidario, pero en su evolución perdió esas características.
En consecuencia, en los últimos 20 años fue un sindicato indiferente hacia los problemas sociales y que incluso perdió su esencia sindical porque fue percibido como una oficina más de la administración central.
Con su llegada a la Secretaría General, dijo, “empezamos una etapa en la que precisamente se trata de reconstruir ese vínculo con la sociedad y se trata de regresar la lucha sindical no nada más al interior de la universidad, sino en otros sectores sociales”.
Para González Arenas el sindicato perdió su capacidad de gestión al interior de la universidad y mucho tiempo prácticamente fue una oficina de préstamos y una oficina auxiliar de la Rectoría y no un espacio para solicitar más carga de trabajo, lo que complicó la lucha por la defensa de los derechos.
Por ejemplo, en el Contrato Colectivo de Trabajo se establece que una de las funciones del sindicato es recibir bolsa de trabajo, es decir, que las personas que deseen ingresar a laborar a la universidad lo hagan en el SPAUAZ y, en caso de que haya vacantes, evaluarles. No obstante, esto se perdió en el transcurso de los años.
Esta situación ha llegado a tal situación de que la Rectoría contrata docentes por honorarios, lo cual violenta todos los derechos laborales que históricamente se han establecido.
En consecuencia, “esa capacidad del sindicato de ejercer presión a la administración central fue permitiendo que prestaciones se dejaran de pagar, fue permitiendo que directores controlaran la contratación en las unidades académicas, convirtiéndose en feudos, y que se perdiera la capacidad de gestionar mejores condiciones laborales e incremento salarial de manera colectiva”.
Para recuperar la esencia que alguna vez tuvo el sindicalismo en el SPAUAZ, González Arenas opinó que la identidad y el sentido de pertenencia son aspectos que se deben impulsar y que son ajenos a muchos profesores porque ingresaron a la institución por mecanismos no sindicales y entonces no sienten que el sindicato los represente.
Asimismo, señaló que el debilitamiento de los sindicatos en el país también tuvo que ver con las políticas del gobierno federal que impulsaron la individualización del trabajo académico, de forma que el SPAUAZ tiene el reto de recuperar el sentido de colectividad.