No cabe duda que somos un País diverso y heterogéneo, esto hace natural que un mismo acontecimiento sea interpretado de maneras tan variadas. Esta semana el Congreso de Veracruz aprobó la reforma constitucional para reconocer el derecho a la vida desde la fecundación. Este hecho fue catalogado por algunos como un logro histórico, mientras que para otros representó un verdadero retroceso.
Es cierto que cada uno tiene su propia forma de pensar y que tiene todo el derecho de defenderla, pero si seguimos simple y llanamente esta lógica, avanzaremos precipitadamente de la libertad de expresión a la indiferencia social, hacia una sociedad en la que ya nada importa al ser todo igualmente importante y en la que nadie se atreva a disentir de nadie por el simple hecho de respetar la propia forma de pensar y la libertad de expresarla. Es la cultura de la indiferencia, sobre la cual no sólo el Papa Francisco ha alertado, sino también sociólogos y filósofos como el alemán Habermas.
El respeto a la vida, cualquier forma de vida, pero especialmente la vida humana es uno de los más grandes logros al que una sociedad debe aspirar. La conciencia sobre el valor y la dignidad de la vida humana representa un zenit en el caminar de cualquier sociedad. La última gran guerra, cuyos terribles genocidios siguen en la memoria y en el corazón de la humanidad, nos recuerda que nunca la violencia y la muerte son el camino hacia la paz y que el verdadero progreso viene cuando el ser humano es capaz de ser tal para los de su especie.
¿Por qué entonces se considera el cuidado y protección de la vida como un retroceso? ¿Qué tenemos en la cabeza y en el corazón que no somos capaces de descubrir el valor de la vida humana y el milagro de su gestación en el vientre materno? ¿Por qué tanta confusión sobre derechos y libertades? Debería ser obvio, al ser algo natural, el hecho de que toda vida humana debe ser protegida, sobre todo aquella más indefensa, dado que se encuentra en el inicio de su desarrollo. Nadie debiera sentirse agredido en sus derechos por una ley como esta, pues no se trata de culpar o castigar, sino de proteger.
El aborto se convierte en signo elocuente de barbarie, una sociedad que aprueba el aborto es una sociedad violenta y lo que se propone como signo de progreso, paradójicamente se convierte en muestra del mayor de los retrocesos. Una sociedad en donde se asesina a los inocentes nos remonta a la Esparta de la antigüedad en donde en base a un proyecto de sociedad militar se asesinaba a aquellos hijos que no cubrían las expectativas militares.
Tal parece que muchos proponen una sociedad así, buscan implantar un genocidio disfrazado de “salud reproductiva”. El aborto se propone como solución a un problema grave de nuestra sociedad. El embarazo de adolescentes va a la alza, pero en lugar de preguntarnos sobre las causas profundas de esta realidad social se quiere implantar una salida fácil eliminando al inocente, al menos culpable, al que no se puede defender. No debiéramos mejor interrogar a nuestro sistema educativo y preguntar qué tipo de educación se está impartiendo en las escuelas, qué impacto tienen entre los adolescentes y jóvenes los programas de salud que invitan a tener relaciones sexuales a condición de usar preservativo.
La Secretaría de salud cree que con el hecho de repartir condones e invitar a usarlos ya está formando a los adolescentes y jóvenes, como si el uso de un pequeño trozo de látex sustituyera la responsabilidad que conlleva una relación sexual. Claro que no se trata de prohibir, eso es evidente, se trata de formar a nuestros jóvenes en lo serio que es una relación sexual, que el sexo no se vea como una simple necesidad física que hay que cumplir a como dé lugar, no somos animales.
El estado de Veracruz ha dado un paso importante, proteger la vida desde su concepción es signo de un compromiso serio con la humanidad y su futuro, esperemos que este paso sea uno de muchos que deben dar para que recuperen su belleza y verdadero progreso. En Zacatecas está por comenzar una nueva legislatura ¿tendrán el coraje de proteger la vida, el matrimonio y la familia, valores fundamentales de una sociedad? ■