Cuando en el año 2008 se da a conocer la Reforma Integral de Educación Media Superior (RIEMS), donde explícitamente se da a conocer que las competencias serán la razón de ser de dicha reforma, por sentido común referimos este término a disputa, contienda, rivalidad, oposición, etc., creo que, aunque no era precisamente ese el sentido que se le daría, hoy día, se presentan toda esa serie de fenómenos. Normativamente se clasifican las competencias para alumnos, docentes y directivos; se establecen casi como ley en los denominados acuerdos secretariales, se les brindan ciertos atributos, se perfilan y parametrizan. En sí, se diseña en teoría a docentes, alumnos y directivos ideales y los colocan en contextos idealizados y ficticios.
Una gran contradicción de la reforma es el planteamiento de los niveles de concreción curricular, mismos que facultan al currículum para que sea flexible y se promueva así la formación integral de los educandos; la contradicción radica en que por definición las competencias son estándares prescritos, mismos que obstaculizan el cumplimiento con el cometido curricular. No se puede hablar de una formación integral cuando las competencias lo único que promueven es la movilización de saberes que, como tales, se aplican a contextos sin importar las características de estos. La experiencia nos ha dicho que las competencias favorecen solo a una actividad meramente instruccional y no educativa, mucho menos formativa.
A ocho años del nacimiento de la Reforma Integral y refiriendo exclusivamente a las competencias docentes, todavía no existe claridad en torno a cómo se determinan estas, cómo se evalúan y, qué acciones hay que emprender para fortalecerlas. Lo único que existe es el documento normativo denominado Acuerdo Secretarial 447 por el que se establecen las competencias docentes para quienes imparten educación media superior en su modalidad escolarizada. Debo reconocer que en teoría se han hecho muchas cosas, existe un alto grado de lucidez en los informes que se dan a las instancias superiores, sin embargo, en realidad no impacta en los resultados que obtienen los docentes como consecuencia del trabajo áulico.
Tomando como referencia las ocho competencias docentes que dicho acuerdo secretarial establece, describiré cada una de ellas de una manera sucinta de forma tal que, el juicio emitido por un servidor debe ser entendido como una percepción personal.
- Organiza su formación continua a lo largo de su trayectoria profesional; si bien es cierto que a los docentes se les ha ofertado una serie de cursos denominados de formación y actualización, a la fecha solo han adquirido la categoría de cursos de capacitación, situación que limita al docente para que reflexione sobre su propia práctica y, lo que es peor aún, a que construya su propio conocimiento.
- Domina y estructura los saberes para facilitar experiencias de aprendizaje significativo; en las instituciones de educación media superior, en su gran mayoría los docentes tienen una formación inicial disciplinaria, esto quiere decir que se perfilan para impartir asignaturas afines a su formación, eso hace que se encuentren carentes de conocimientos didáctico-pedagógicos. Para que el docente desarrolle y se fortalezca en esta competencia, requiere prácticamente un proceso de formación adicional en el campo de la docencia para que comprenda en un primer momento, la manera de cómo se desarrolla la estructura de pensamiento del individuo y, en consecuencia, cómo se dan los aprendizajes en sus alumnos y diseñe las estrategias didácticas y pedagógicas apropiadas.
III. Planifica los procesos de enseñanza y de aprendizaje atendiendo al enfoque por competencias, y los ubica en contextos disciplinares, curriculares y sociales amplios; en la mayoría de los subsistemas de educación media superior la organización académica se encuentra centralizada mediante academias o jefaturas de materia, este sistema de organización en cierta medida limita al docente para que de manera autónoma realice la planeación de sus contenidos disciplinares, se llega al extremo de hacer planeaciones únicas y aplicarlas a contextos diversos.
- Lleva a la práctica procesos de enseñanza y de aprendizaje de manera efectiva, creativa e innovadora a su contexto institucional; en teoría esto sería lo ideal, sin embargo, en la mayoría de los casos, al docente se le dificulta o se resiste a diseñar estrategias didácticas efectivas que favorezcan la construcción de conocimientos y, en consecuencia, a la transformación educativa.
- Evalúa los procesos de enseñanza y de aprendizaje con un enfoque formativo; evaluar los aprendizajes de los alumnos desde una perspectiva formativa, implica potenciar a los mismos con conocimientos que les serán de utilidad para el desarrollo de las competencias a que haya lugar; un gran número de docentes siguen aplicando exámenes, mismos que, solo sirven para medir los saberes adquiridos por los alumnos, pero no así los aprendizajes construidos.
- Construye ambientes para el aprendizaje autónomo y colaborativo; en condiciones ordinarias y bajo la orientación teórica de los postulados de esta reforma integral, el docente promovería la autonomía para que el alumno sea el que gestione su propio aprendizaje, sin embargo el ambiente que generan una gran mayoría de docentes no es el propicio puesto que no renuncian al impulso de dominar a los alumnos, de forma tal que, les enseñan a los alumnos y no los dejan así, que ellos aprendan por sí solos.
VII. Contribuye a la generación de un ambiente que facilite el desarrollo sano e integral de los estudiantes; es fundamental que el docente genere procesos de interacción entre los sujetos que forman parte de la comunidad educativa, esta competencia es una de las que más se dificulta trabajar en los centros educativos toda vez que incluso los maestros son los que propician acciones que van en contra de estos principios.
VIII. Participa en los proyectos de mejora continua de su escuela y apoya la gestión institucional; muchos docentes se mentalizan a que las únicas actividades que debe desarrollar en su centro de trabajo es el impartir su asignatura, sin embargo, se hace necesario que participen en actividades co-curriculares para que, se cumpla con esa formación integral de los educandos.
Todo este estado de cosas que se viven en el seno de los centros educativos nos hace suponer que al docente lo meten en un verdadero laberinto dado que no sabe realmente por donde transita y si por ese transitar llegará triunfante a la meta; ¿no será que se ha formado un lugar artificioso y confuso de modo que el docente no pueda acertar con la salida? ■