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martes, 23 abril, 2024
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Los “cisnes negros” del actual horizonte bélico

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Por: RICARDO BERMEO •

La situación mundial contemporánea se precipita bajo el signo de procesos políticamente “regresivos’. El mayor riesgo, a mi juicio, proviene de la tendencia al ascenso de la extrema derecha, en camino de cobrar mayor fuerza, dentro del contexto generado por la “nueva guerra fría” o por la guerra tout court. Tendencia visible en la entronización a escala planetaria de regímenes autoritarios, donde la violencia y la guerra se están convirtiendo en elementos centrales de gobiernos, donde autócratas y oligarquías dominan a través de un “desvío de poder” (formas avanzadas de “captura del Estado”), al servicio de lógicas de acumulación de capital financiadas, y hoy, enfrentadas a escala mundial en la confrontación entre dos bloques de poder en torno a la hegemonía global. 

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En su comunicado N 21, la Internacional Progresista aborda el fenómeno de la “Erdoganización”, a propósito de la reelección de Recep Tayyip Erdogan en Turquía, confirmada el domingo 4 de mayo, con un 52 por ciento de la votación -en la segunda vuelta-, con lo que consigue mantenerse en el poder, con su partido Justicia y Desarrollo, mientras que, en las elecciones parlamentarias, de 600 escaños, la actual coalición gobernante obtuvo 322 escaños, la mayoría absoluta. 

En su análisis, ven a Erdogan como símbolo de la progresiva derechización de la política a escala mundial, incluyendo, entre otros ejemplos, en Grecia, al primer ministro de derecha Kyriakos Mitsotakis (que obtuvieron -también- la super mayoría parlamentaria), así como a Egipto, Israel, Filipinas, India, Hungría, Polonia, Italia, — incluyendo a “otros, donde la extrema derecha no está en el poder, pero está creciendo — Francia, Suecia, Estados Unidos, Chile, Colombia, Brasil”. Agregaría, por mi parte, los resultados electorales de este domingo 28, a España, donde el Partido Popular (PP) sacó una ligera ventaja (3 por ciento), pero lo de mayor relevancia será la cantidad de gobiernos autonómicos y locales, donde el PP gobernará en coalición con Vox, (partido de extrema derecha), incluyendo el descalabro de Mas Madrid, de Podemos, y de Ada Colau -Barcelona en común-, entre otros.

En el comunicado N 21 señalan a Erdogan como “parcela demostrativa” para contar la historia de este siglo, donde ven repetirse patrones similares… “desde el 2003 que llega al poder (Erdogan), encajó en el marco occidental dominante de lo que debe ser un líder: modernizador, de libre mercado, pro-europeo. 20 años después es un autócrata nacionalista, cuya mala gestión de la economía perjudica a los bolsillos de la gente corriente de Turquía. Y, sin embargo, sigue aferrado al poder”. 

Al dar respuestas a la pregunta de cómo se ha construido esa tendencia, el éxito de la extrema derecha, dan como respuestas una combinación de elementos -que se aplican también a Grecia y otros países-: Ultranacionalismo, conservadurismo social, políticas que favorecen a las grandes empresas, redes clientelares…dosis masivas de autoritarismo. 

Reconociendo, no obstante, que cada régimen tiene rasgos particulares, mientras que, al mismo tiempo, comparten rasgos -y respuestas políticas- comunes “a un mundo que agoniza’. Entre esos rasgos particulares, en Turquía, habría que mencionar, lo que escribe Chiara Cruciati, en Il manifiesto, indicando que, si bien Erdogan ejerciendo un poder casi absoluto, a pesar de tener sectores de la población que están en la oposición, entre ellos, “un sudeste de mayoría kurda politizada en la resistencia contra la asimilación, y, por otro lado, las costas del Este, cuyo referente es Europa”, aun con ello Erdogan se ha mantenido en el poder, fortaleciendo al Islamismo, donde se encuentran los sectores más conservadores de Turquía, “incluyendo a una parte importante de la clase trabajadora (la menos sindicada) y de la clase baja, con un importante componente femenino, invisible elemento clave del éxito de Erdogan, que ve muy lejos de sí la movilización feminista que lleva años enardeciendo Estambul”.

Agregaría, por mi parte, que habría que elaborar los análisis comparativos pertinentes sobre el papel que están jugando las religiones en esta deriva autoritaria, o bien, en su contraparte, del lado progresista. Revisar, por ejemplo, la creciente derechización del cristianismo en Estados Unidos o en Brasil, o del hinduismo en la India, con Modi, o la apelación a la Europa cristiana -y atlantista- para solo mencionar estos ejemplos. 

Mas allá de esa obligada inclusión en la reflexión en torno a las distintas lógicas, en las diversas esferas sociales, así como de las distintas escalas geopolíticas… un punto central del análisis sobre esas tendencias autoritarias (incluso neofascistas) debe girar en torno a las formas de contrarrestar la “seguridad simbólica” ofrecida por la extrema derecha (y su atractivo electoral). Conscientes de que ofrecer soluciones equivocadas desde la izquierda sólo estaría sirviendo para incrementar la potencia de atracción de la extrema derecha. 

La pregunta es cómo ante esa “seguridad simbólica”, ofrecida por la extrema derecha, cuyas redes se extienden a escalas transcontinentales, y que -por esas conexiones- en el comunicado retomado aquí, le llaman “la Internacional reaccionaria”, es posible contraponer una acción política, ética, social, cultural, con la potencia suficiente para crear nuevas significaciones sociales, con sede material, capaces de constituir una alternativa (bajo la forma quizás de un “movimiento de movimientos’) efectiva -y eficiente, considerando las circunstancias- ante las grietas que están abriéndose en el sistema actual, sólo basta pensar en el grave peligro de una conflagración nuclear, o en el cambio climático, entre otros graves riesgos inminentes. Ofrecer la creación afectiva de mundos desde nuestras, cada vez más desestabilizadas, trayectorias atravesadas por la “búsqueda de sentido” (ante un horizonte local y global dominado por la guerra), instituyendo cimientos más firmes desde donde generar nuevas disposiciones de las comunidades para crear respuestas esperanzadoras a la pregunta de cómo podemos vivir juntos. 

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