- Nómada*
Para los antiguos mexicanos, la cruz fue un símbolo sagrado referente a los puntos cardinales, los cuales eran indicados por los solsticios y a la vez regidos por un dios, un signo del calendario y un color. En el equinoccio de primavera se realizaba la fiesta del dios de la fertilidad, Xipetotec; en el solsticio de verano, se veneraba a Tláloc; en el de invierno, se conmemoraba el nacimiento de Huitzilopochtli. En Europa, la cruz surge como símbolo religioso, a raíz de una leyenda que se remonta al siglo 4 de nuestra era, relacionada con el emperador Constantino, quien, al combatir a Majencio en el 312, se sintió abrumado ante la superioridad numérica del enemigo. Entonces, apareció en el cielo una cruz resplandeciente con la inscripción “in hoc signo vinces” (con este signo vencerás), tras de lo cual la victoria favoreció al emperador, quedando la cruz como símbolo del cristianismo. Cuando los españoles llegaron a México, se encontraron con la cruz como un elemento de veneración, mismo que facilitó la labor catequizadora de los misioneros, siendo Fray Pedro de Gante quien más impulso la adoración de la cruz católica en la Nueva España.
Desde dicha época, la tradición de conmemorar la cruz se acompaña con la elaboración de altares y diversos adornos, al tiempo que al gremio de los albañiles les corresponde, tradicionalmente, la realización de la fiesta del día 3 de mayo, ya que la Santa Cruz es la patrona de esta agrupación. En muchas edificaciones, esquinas, calles y barrios de México, las cruces se adornan con flores naturales o de papel crepé y de china. La fiesta se acompaña con danzas, música, comida y fuegos pirotécnicos.
En el Teúl de Gonzalez Ortega, la fiesta de la Cruz posee reminiscencias prehispánicas, realizándose de la siguiente manera; la celebración se efectúa los primeros tres días de mayo. En la jornada inicial, se juntan las cruces presentes en las tierras y espacios de labor, llevándose a “la plaza de las gradas”; por la tarde, los morenos y danzantes, bailan, velando durante toda la noche. Al día siguiente, también danzan toda la vigilia nocturna. El día 3, por ser la fecha principal, los morenos suben a un cerro cercano y ahí bailan, llevándose a cabo una misa por la noche; en dicho lugar, danzantes y morenos-alrededor de dieciocho y doce, respectivamente-conviven con el pueblo compartiendo el alimento y prendiendo fogatas. Cabe mencionar que el monte donde se venera la cruz es conocido como Cerro del Teúl o de Los Caxcanes.
Los danzantes visten con “mandilillo”, una prenda de tela, carrizo y lentejuelas. Además, portan un sombrero adornado con flores de papel crepé en colores muy fuertes. Usan camisas floreadas y portan sonaja. Los morenos visten con costales deshilachados y adornos de franela, portan una sonaja de metal y sobre todo, usan un tipo de máscaras primitivas, en su mayoría hechas de madera de copal, materia prima fácil de conseguir en el lugar.
La danza se acompaña con sones de violín, siendo “la víbora”, “la mula” y “la cruz” los más ejecutados. En torno a la tradición de los morenos, es importante escuchar a los lugareños como don Cruz Manuel Jacobo, quien dice cuando los indios caxcanes bajaron al pueblo dejaron en el cerro una cruz, por eso, año con año, el pueblo sube de nuevo al cerro del Teúl a venerarla. Debemos anotar que los morenos corrigen a los danzantes cuando se equivocan, son guardianes pero a la vez es probable que representen a los antiguos caxcanes, así como a los grupos afroamericanos que habitaron la región en la época colonial. ■
*Espacio patrocinado por la Secretaría de Turismo de Zacatecas/ Espacio de difusión de las fiestas y tradiciones de Zacatecas del Museo Etzcuincle