Cuando leía las noticias sobre el tema de Venezuela, me vino a la memoria un evento de la historia de México: la invasión francesa. El motivo que puso Napoleón III para invadirnos fue la deuda que se tenía con ese país. El móvil real y el declarado era evidentemente distinto: gastaron mil por ciento más en la invasión que la deuda que pretendían cobrar. Y no llegaron y se cobraron con bienes nacionales, sino que se quedaron a imponer la monarquía imperial de los Habsburgo. Es decir, se declaraba una deuda para impulsar un proyecto colonial. Así pues, me vino a la memoria ese evento nacional cuando revisaba las notas sobre los acontecimientos en Venezuela, porque la mecánica es la misma. La mecánica colonial (en sus diversas versiones) siempre actúa con de esa forma: no declaran los motivos reales, sino móviles de apariencia legítima.
Además, hay otro rasgo de la mecánica colonial a la que nos referimos: que su declaración sea ilegitima, no significa que sea literalmente falsa. Y por ello, debe analizarse el evento distinguiendo la legitimidad y la veracidad de los móviles aducidos para la acción colonial. Explico: los españoles aducían barbarie de los mexicas (por la manera en cómo trataban a los capturados de guerra) como uno de los motivos para legitimar su conquista. Sabemos que el motivo real fue la pretensión de apoderarse de las enormes riquezas de estos territorios, no porque tuvieran un hermoso espíritu civilizador. Por ello fue ilegítima la conquista, aunque fuera cierto que los mexicas fueran crueles con sus enemigos de guerra. En otras palabras, el acto de colonizaje es ilegítimo aun cuando el argumento que use para invadir sea literalmente cierto; y esto es así, porque ‘ese’ argumento no expresa el verdadero motivo de su acción colonial.
Pues bien, esto es justo lo que ocurre en el caso de Venezuela. ¿A Trump le interesa la promoción de los Derechos Humanos, y por ello quiere derrocar a Maduro? ¡Obvio NO! Probar la ilegitimidad de la acción encabezada por el gobernante norteamericano es muy fácil. Hay decenas de ejemplos donde viola los derechos humanos, lo que muestra que el interés en esos derechos es evidentemente falso. Es la mecánica colonial. ¿Eso significa que el gobierno de Maduro es ejemplar y se debe defender por ello? Tampoco. Aun cuando es cierto que estamos ante un gobierno autoritario, no podemos apoyar la iniciativa norteamericana de derrocamiento de Maduro, porque es un mero acto colonial que, en realidad, no tiene ningún interés en la democracia, sino en la apropiación de las enormes fuentes energéticas de Venezuela. Aclarar esto es vital porque lo que vemos en los debates públicos es una falacia brutal: “es cierto que el gobierno de Maduro es autoritario, luego entonces es lícito estar de acuerdo con su derrocamiento”. O al revés: “estar en contra del derrocamiento de Maduro por parte de la iniciativa norteamericana, significa estar de acuerdo con el gobierno de Maduro”. Ambas son versiones de la misma falacia. No podemos estar de acuerdo con la iniciativa de Trump porque es una acción colonial, pero también podemos desear que la vida democrática en Venezuela mejore; pero lo cual implica una gestión internacional distinta a la iniciativa del derrocamiento que ahora mismo se pone en la mesa. No es gratuito que las voces que apoyan la incursión militar son la sinfonía de las peores derechas de Europa y América Latina. ¿Alguien con 2 neuronas puede apoyar los móviles de Bolsonaro?
Tampoco es lícito el argumento de la “estricta no-intervención”. En el caso de los Derechos Humanos los límites nacionales son trascendidos. Los derechos humanos no responden a las acotaciones nacionales, sino que son universales. La pregunta es, ¿qué tipo de intervención debe procurarse para mejorar la situación de la democracia y los derechos humanos en Venezuela? Ya quedó claro que la solución militar tipo Bolsonaro, No. Deberá ser un tipo de gestión que vaya a las causas de esa situación. Mismas consideraciones que deberán hacerse en otros países además de Venezuela, como en Colombia, Brasil, Arabia Saudí y en mismo Estados Unidos. En todos estos países hay violaciones brutales de Derechos Humanos: ¿es más grave la violación de derechos humanos en Venezuela que en Arabia Saudí? En lo absoluto. La forma de intervención de los derechos humanos en todos los países es a partir de gestiones de los organismos de la ONU y no en una intervención militar que evidentemente es un acto colonial.
Los argumentos del pasado proceso electoral también son muy débiles: el régimen de Maduro tuvo la precaución de cuidar las formas. Fue una convocatoria abierta y el proceso fue auditado. En ese sentido no se le puede achacar fraude o violentación de proceso. Y por el contrario, las formas de la autoproclamación del Presidente Alterno es poco menos que ridícula. Curiosamente Maduro concentra simpatías en el mundo porque está resistiendo al poder del Imperio (en el sentido de Negri): el conglomerado de poderes económicos mundiales que se expresan a través de las derechas depredadoras que han expoliado al planeta. Es una paradoja: yo no tengo ninguna simpatía por Maduro, pero debemos defender a Venezuela de la sombra depredadora del Imperio del Capital que quiere devorar la savia del subsuelo bolivariano. La gestión de la democracia es un tema que se trata aparte de la iniciativa guerrera de la sinfonía de las derechas encabezadas por Bolsonaro. ■