En esta zona del país, centro de la republica mexicana existe una conmoción, quizás sea demasiado mugrosa para ser considerada por los grandes intelectuales, quizás pase desapercibida por muchos años o milenios, tema es que murió Juan José Ruiz Hernández, profesor del magisterio mexicano, muy andado en los caminos de la enseñanza y la agitación política, nunca el vinagre de la maldad humana vecinal o el agandalle del partido.
Iren ustedes, acá en San Luis del potosí, la otrora ciudad de los milenios, dio la gesta a un mexicano que quiso ser profe y que desde muy temprano encontró en la lucha y protesta magisterial una forma de expresarse, y cuando el PRD era ese partido de envidiables militancias, se consideraba un honor pertenecer a sus perfidias, y Juan José era su cara mas visible entre la gente, airoso, cumplidor dado a mostrar su continente.
Lo bueno que fue regidor de un ayuntamiento histórico e histriónico, decenas de artistas populares y colonos se acercaron para romper toda tregua que le diera vueltas a la victoria, mas bien señalando rumbos que permitieran que todo trámite burocrático fuese finalizado y no la traba, la tranca, la insidia de que vale poco lo que pienses y sufras.
Juan José Ruiz Hernández fue un mensajero de las vehemencias y las gestiones bien finalizadas, dando puerta a muchas experiencias. El País cambió y ese partido cayó en el descrédito por su afán de traicionar principios y la lealtad a vida viejas muy encaradas a trabajar en el sudor, no en la comodidad y la simpleza, supo alejarse a tiempo sin nunca olvidar el heroísmo que caracterizó a una época en la que miles perdieron la vida por una causa visible para todos y para el mundo.
Nada de frio, acá estamos mucho en el calor humano y en la enseñanza, país que se encara y se vuelve uno para despedir a un hombre tan singular y hermano como Juan José, profesor de la enseñanza mexicana de que la dignidad de ser peleoneros ante la injuria, está por encima de todo, nunca dejar de ser sencillos, solidarios, trascendentales como este ser que nos deja y nos hunde en los pesares por haberlo perdido tan temprano.
