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lunes, 21 abril, 2025
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Rayuela, de Julio Cortázar

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Por: Miguel Ángel De Ávila González •

La Gualdra 533 / Libros

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“¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la Rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti…”, así comienza la reseña que J.J. Sampedro publicó en la revista trimestral Cambio número 5, (1975) y que tuvo la particularidad de introducir a la lectura de esta novela a los que conformamos la generación de los setenta de Zacatecas. Coincidimos en señalar que es la obra que más nos ha transformado.

Es así que nos enamoramos de la Maga (Lucía), seguimos a Horacio Oliveira en sus vagabundeos por París y deseábamos que nuestro grupo adquiriera las mismas características de la pandilla del Club de la Serpiente; tener un amigo chino como Wong, tocar el trasero de Babs en la oscuridad, hablar en glíglico con la novia y tomar yerba mate.

A mediados de los setenta proliferaron en Zacatecas toda clase de Oliveiras. No faltaban Magas ni Talitas ni gemelos divinos estilo Traveler. Entonces la guerra sucia estaba en su apogeo pero al menos se leía a los escritores latinoamericanos.

La influencia de esta historia llegó a tal grado que se introdujo en algunos espacios donde las parejas ponían en práctica las descripciones que se hacen “el cíclope” y las prácticas eróticas como “yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.

La Maga es una joven ingenua, que ve todas las cosas con una mirada de sorpresa. Ama a Horacio Oliveira, pero también tiene todo el cariño del mundo para su bebé Rocamadour (Carlos Francisco), quien se queda al cuidado de madame Irene mientras la Maga busca trabajo. 

Los del Club de la Serpiente se reúnen todas las noches para escuchar jazz cantar y hablar de filosofía. Tienen sesudas conversaciones sobre Artaud, Baudelaire, Faulkner, Goethe, San Agustín, Dylan Thomas. Todos están ahí: Miró, Mondrián, Paul Klee. Rembrandt, Picasso, Bessie Smith, Satie…

La Maga no comprende el jazz, ni la filosofía, no sabe de cine, pero en cambio entiende todo aquello de lo que Horacio no tiene idea, como el afecto por Rocamadour, el amor y la ternura.

La Maga hubiera podido enseñarle tantas cosas a Oliveira, pero él solo se escucha a sí mismo. De pronto la Maga desaparece sin dejar rastro. Entonces Oliveira se da cuenta del amor que siente por ella y la irresponsabilidad con la que se ha comportado. 

Se trata de una de las historias de amor más creativas y conmovedoras jamás escritas. Tengo la certeza de que las formas novedosas de relación entre los jóvenes de la década de los setenta tiene que ver con la trama amorosa de Rayuela, especialmente en lo que respecta a la autenticidad y libertad.

Los avatares de la existencia de Oliveira, las raras coincidencias que lo acercan o lo alejan de la Maga, la muerte Rocamadour, las crípticas conversaciones con los amigos, las numerosas referencias a libros y obras musicales con que se envuelve y enriquece el libro, constituyen lo básico del argumento de la novela.

El principal problema que enfrenta Oliveira es que su mente es un desastre, tendría que reflexionar sobre su propio caso para comenzar a ordenarlo y procesarlo. Lo que adora Oliveira es el desmadre.

Oliveira vuelve a Buenos Aires ─al borde de la loculara─ dejando atrás un par de amores: Pola que muere de cáncer en el seno; y la Maga, quien probablemente se arrojó al Sena.

Rayuela se convirtió de inmediato en libro de cabecera. Formula preguntas sobre el amor, el arte contemporáneo, la ciudad, el tiempo, la realidad, pero nunca las responde. Hacer una buena pregunta suele ser más importante que contestarla, lo cual hace de Rayuela una novela de indagación y especulación, de aprendizaje en espera siempre de nuevos lectores.

A través de esta novela y de los otros libros que Sampedro reseñó en la revista mencionada ─Gracias por el fuego, Benedetti; El túnel, Sábato; El astillero, Juan Carlos Onetti…─ aprendimos que la literatura es una forma de compromiso con la vida, de explorar el mundo, de mirarlo con los ojos de la imaginación.

* * *

Julio Cortázar, Rayuela, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1976.

https://issuu.com/lajornadazacatecas…/docs/533-1-1_merged

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