El cambio es el proceso mediante el cual se transita de un esquema a otro que produzca mejores resultados. El cambio normalmente encuentra resistencia precisamente porque rompe con las prácticas, acciones y fundamentos establecidos tiempo atrás. ¿Qué pasa cuando un pretendido cambio, en lugar de cumplir su cometido, que es mejorar, involuciona lo que pretendía cambiar? Evidentemente el resultado es desastroso, pero no podremos echarle la culpa al cambio “per se”, sino al planteamiento en primer lugar y luego a la implementación del proceso para lograrlo.
Una situación específica debe dar paso a un buen planteamiento, que a su vez debe llevar las siguientes preguntas: ¿qué? ¿Cómo? ¿Quiénes? Si la situación a resolver no es lo suficientemente problemática o sea un sinsentido modificarla, el resultado no será nunca el ideal, porque no cabra el cambio al no ser necesario.
El enredado preámbulo de los dos anteriores párrafos trata de justificar El Cambio como una herramienta indispensable y trasformadora en la vida del ser humano y de las instituciones que lo rigen. La principal virtud del cambio debe ser sin lugar a duda, el reconocimiento y la adaptación flexible a la evolución social, y de ahí hacia cualquier ámbito, por ejemplo, el cambio de modelo en la Administración Pública.
En la administración pública, el ente abstracto se debe adaptar a la sociedad, por eso el cambio debe ser continuo, como continuos son los problemas a los que se enfrenta el ciudadano. Tener una administración pública moderna, implica ejercicios constantes de evaluación del desempeño y adaptación de herramientas modelo que permitan brindar un mejor servicio, bajo la premisa de que lo que no se mide, no se puede mejorar.
En la Capital del estado, queremos evolucionar en el modelo de construcción del presupuesto y medición del desempeño. Creemos firmemente que la construcción de un Presupuesto Basado en Resultados PBR, resultará sumamente eficaz para aprovechar mejor el poco recurso económico y utilizarlo de mejor manera. Evidentemente, esto es, dándole un mejor servicio a la ciudadanía. Sin importar que dicha reestructura implique cambiar mentalidades, sostenemos que este cambio cumple con lo que abordábamos en un principio, ya que partimos de una situación/problema, muy particular y tenemos a identificado el modelo y sujeto del cambio.
Evolucionar de los anacrónicos pero muy respetables Programas Operativos Anuales a los Programas Presupuestarios, derivados del PBR, implican convencer al interior del gobierno local, que la herramienta nueva justo evoluciona para cumplir incluso con el mandato constitucional de eficientar los recursos y transparentarlos mejor. Esto nos permitirá ser pioneros entre los municipios del estado y tal vez del país, toda vez que este nuevo modelo ya se implementa en la Federación, en prácticamente todos los estados y en algunos municipios. Se trata pues, de inicio, de la armonización de una herramienta moderna y eficaz.
Será muy placentero para el de la pluma y para su equipo de trabajo, en la Secretaría de Planeación, como el Alcalde y su Cabildo posicionan a través de esta herramienta a la capital zacatecana como un municipio de avanzada.
Los cambios en este sentido se deben a la necesidad de construir a partir de necesidades y no de inercias, la mejor manera de gastar el presupuesto del municipio, a eso le llamamos presupuesto. Si la construcción del presupuesto se atomiza hasta a llegar a programas específicos, como son los presupuestarios, tendremos entonces un programa, su fondeo presupuestal y una meta. Pero si además de lo anterior, el programa presupuestario se basa en el Plan Municipal de Desarrollo, como habrá de ocurrir, entonces la constelación de factores encuentra una figura que nos permita gastar mejor, medir e informar mejor. A esto le apostamos en la capital, porque la administración del municipio es más que lo que por facultad tienes, la capacidad de los gobiernos a adaptarse al nuevo país y al nuevo mundo en el que vivimos, nos obligan a estar muy al pendiente de la vigencia de la norma y de la estructura gubernativa.
Siempre nos ha quedado claro que si no das más de lo que te exige la ley, te quedas corto. La política en el gobierno no es solamente la atención a la gente porque aunque es la esencia, hay que saber cómo atenderla. Si no queremos caer en la práctica constante de la retórica, es necesario trabajar en el cambio.
Lamentablemente, hay cambios que también son reversa.
