La delincuencia decidió anidar en las universidades. El recién caso de la UNAM pone de manifiesto que el peligro es real: están ingresando a operar dentro de sus instalaciones para venta de drogas y otros giros delincuenciales como el soborno, la extorsión y el secuestro. Pero las autoridades se han visto más que lentas. Reactivos en los eventos extremos y vuelven a la pasividad una vez pasado el ruido de dichos eventos. Hace un año, cuando se levantó la indignación por el asesinato de una alumna de la preparatoria número 1 y un alumno de la Unidad Académica de Veterinaria, se entablaron mesas de trabajo entre Gobierno del Estado y autoridades universitarias. Se llegaron a varios acuerdos donde intervenía la responsabilidad de ambas autoridades. Rondines y luminarias por parte del gobierno, y planes de autoprotección y filtros por parte de la Universidad.
Pues bien, hace días hubo eventos preocupantes en las preparatoria II de Guadalupe y la prepa III de Fresnillo, y volvió la urgencia por hacer algo. Y en ese momento se preguntaron los actores de los acuerdos que arriba hacemos mención. En el evento de prepa II hubo armas dentro del plantel, y la pregunta obligada es, ¿y los filtros a los que se comprometieron las autoridades universitarias? Pues nada. ¿Y los planes de vigilancia y autoprotección? Tampoco nada. Después de aquellos aciagos eventos regresaron a la inacción. Se ha comentado de la situación del plantel II del bachillerato universitario, y aun con eso, la modorra es desesperante. La situación amerita atención, creatividad y determinación, pero sólo hemos visto duda, ambigüedad, lentitud y omisión. Cuando alguien asume la responsabilidad de conducir una institución asume los retos con los que se encuentra, no se puede voltear para otro lado y hacer de cuenta que no pasa nada.
La omisión y el sopor de las autoridades vulneran la propia integridad de profesores, además de lo que hemos visto en estudiantes. En el tema de seguridad hay la idea de aventarle la responsabilidad a los gobiernos estatal y municipal; y claro que tienen parte en el caso, pero la Universidad no puede omitir lo que le toca. ¿Y la creatividad y la inteligencia dónde queda? También aquí se repite la cascada de kakistocracia que observamos en todo el país. No tienen planes de seguridad interior, uso de inteligencia para investigar los casos atípicos, formatos de reacción y coordinación activa con las autoridades de la Fiscalía estatal o la Secretaría de Seguridad Pública. Se hacen bolas en declarar que tienen un sistema de seguridad interno que se hace humo y se confunden entre el miedo y la indeterminación. Las actuales autoridades universitarias van en camino de convertirse en una decepción. En el lugar de la crítica y la búsqueda de soluciones, como es la educación, tenemos campeando la acidia.