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sábado, 19 abril, 2025
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Imagen de Juan Manuel García Jiménez

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Por: JOSÉ ANTONIO BANDA •

La Gualdra 650 / Juan Manuel García Jiménez (1970-2024) / In memoriam

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A Juan Manuel García Jiménez lo conocí en Guanajuato, en el 2014, durante el Festival de Literatura y Artes, Interfaz. Después de una jornada de lecturas, oímos sobre una fiesta que se gestaba en una habitación del hotel donde nos hospedábamos. En algún momento la noche se puso extravagante: frente a nosotros pasaron imitadores de poetas, saltimbanquis, trovadores, cristos de Iztapalapa —que luego supimos eran parte de un grupo de música eslava—. A mitad de la fiesta, llegaron los guardias del hotel para desalojarnos. Antes de que eso ocurriera, yo me senté en un rincón en donde Juan José Macías, Esteban Ascencio y Juan Manuel García hablaban con desparpajo. De una esquina sacaban una botella y después de cada brindis seguían risas y más brindis. Casi al final de la juerga, ya rayando el alba, me pidieron leer unos cuantos poemas. Juan Manuel se entusiasmó tanto con mi poesía que prometió publicarme un libro cartonero. Al poco tiempo cumplió. Un hermoso caballito ilustraba los poemas escritos en memoria de mi abuelo. Después, habló de invitarme a presentarlo a Zacatecas, en donde era uno de los promotores culturales más movidos del medio. Sin apoyo de las instituciones, leía con megáfono en mano poemas en voz alta, los pegaba en muros, puertas y postes, hacía exposiciones e intervenciones culturales. Célebre era su inauguración del puente Mario Bojórquez.

El festival al que me invitó a presentar mis libros cartoneros se hacía en Guadalupe, frente al Museo Regional. Leímos poesía en la Casa de la Cultura y en los bares de la localidad. Con emoción recuerdo los siguientes versos de Juan Manuel García, de su libro Abrir los poemas como pomadas (Ediciones de Medianoche, 2010):

“Negarse a plantar árboles
desfigurar la madrugada
insistir en la sed de escribir
dibujar a André Bretón […]
negarse a recitar a López Velarde”.

En la escritura, Juan Manuel García halló el dibujo de sus poetas predilectos, la madrugada rehecha a su capricho, a su imaginación plasmada en los tantos grabados que, de forma insólita para mí, a plena calle, le pedían como pan caliente. Yo lo invité a Irapuato, en donde habló de su oficio cartonero, leyó poemas, charló con mucha gente y se carcajeó con y de otros tantos. Juan Manuel a veces, como yo suelo serlo, era solemne, nostálgico como su poesía, pero en otras ocasiones poseía una alegría desbordante y corrosiva, que desenmascaraba a más de uno. “A ese sólo le falta decir que tiene escondida la imprenta de Gutenberg”, dijo en aquella ocasión. Termino esta nota apresurada y apesadumbrada con una observación: hoy se pierde a un gran promotor cultural, a un gran artista plástico, a un gran editor artesanal, con sus hermosos libros cartoneros o sus otras piezas en madera; pero, además de eso, y quizá por encima de todo lo anterior, también perdemos a un gran amigo.


*Juan Manuel García Jiménez falleció el 21 de diciembre de 2024 en la ciudad de Zacatecas.

 

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