“Los movimientos sociales han sido importantes para desmontar las ideologías de identidad de los regímenes de poder”, afirmó Diego Nin Pratt, durante su ponencia “Psicoanálisis, teoría queer y el ‘fracaso’ de la identidad”, presentada en el marco del primer Congreso Internacional en línea: Género, feminismos y sexualidades disidentes. Encrucijadas y vías.
De acuerdo con Nin, su aportación se trata de una investigación no concluyente que surge del cuestionamiento “¿Qué es la identidad?”; para iniciar con la respuesta, el académico expuso que, actualmente se viven tiempos de deconstrucción de la identidad, lo cual “no quiere decir que no sea algo deseable o que se pueda deshacer de la misma”, sino tener claro que “la identidad cambia todo el tiempo”.
Ahondando en este tema, precisó que quienes creen que la identidad es una e inmutable se olvidan de que el psicoanálisis plantea las identificaciones múltiples de identidades.
¿Cómo es que se va construyendo la identidad? Se trata de una «X vacía, que no tiene nada primigenio o esencial, sino que es múltiple y una al mismo tiempo” que se va formando de acuerdo al discurso que se recibe.
Asimismo, no es posible deshacerse de la identidad, aunque ésta es cambiante, así como la posición ante aspectos de la misma; la identidad va a estar compuesta de muchos aspectos imaginarios y simbólicos, pero no se trata de algo trivial o de despreciar, como lo hacen algunos psicoanalistas por no tratarse del inconsciente.
La identidad es, también, contingencia, pues si bien puede condicionar el existir, dependiendo de su carga, puede representar una posibilidad de libertad.
Sea cual sea el caso, la identidad se va formando de acuerdo a la deconstrucción de la esencialidad, raza, lenguaje, cultura, lugares, entorno, todo lo que da sentimiento de pertenencia; todo lo anterior, voluntariamente o no, inculca temores, jerarquías, etc., que dan identidad.
Considerando esto, la identidad va a ser un factor fundamental en las relaciones; refiriendo a Paul Preciado, Nin señaló que “todos tenemos identidad o nadie la tiene, pero todos tienen un rol en un aspecto de poder”.
El papel que se juegue, entonces, representa qué valor adquiere cada elemento y combinaciones en los distintos tiempos y lugares; en el hoy y ahora, establecidos por la heteronorma.
A modo de ejemplo, el catedrático planteó que cuando se sufre discriminación por cualquier índole (de raza, orientación sexual, etc.), no se olvida nunca, y es común que las víctimas “se identifiquen más con ese rasgo, eclipsando las demás facetas; se reconocen con ese rasgo”, forjando así la identidad que se le dicta.
“NO ES POSIBLE DESHACERSE DE LA IDENTIDAD, AUNQUE ÉSTA ES CAMBIANTE”
Por desgracia, el reduccionismo psicologista “limita la posibilidad de trabajar la relación entre la violencia psicológica y los rasgos de identidad”, aunque “la diferencia hace consciente la identidad porque es su base”.
Ahora, la identidad más el distintivo de género, promovida por los distintos movimientos sociales, han servido para desmontar las ideologías de identidad de los regímenes de poder, aunque no al punto deseado.
“La matriz cultural que ha hecho las identidades de género no permite que algunas existan por formar parte del sistema heteronormativo” que es binario, jerarquizada y no permitir variables; esto, si bien “puede traer calma, también opresión”.
En este tenor, la teoría queer da apertura a “cualquiera que se sienta excluido por su práctica sexual”, pues de ideología “se enfrenta a toda norma de la identidad sexual” y pretende reivindicar la importancia de la identidad en las relaciones de poder, de ahí la necesidad de hablar de este tema.
