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jueves, 15 mayo, 2025
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El pensamiento crítico: entre el proyecto de autonomía(s) y los gobiernos “progresistas”

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Por: RICARDO BERMEO •

En una videoconferencia,  con la que participó en el  “Seminario del pensamiento crítico contra la hidra capitalista”  convocado en enero por los zapatistas,  Raúl Zibechi,  uno de los referentes teóricos  sobre  el proyecto de autonomía individual y social en el contexto latinoamericano,  parte de  una pregunta que algún compa le hizo, durante una estancia en la escuelita… sobre la diferencia entre Pepe Mujica (Uruguay) y Peña Nieto (México), para  luego  dar una respuesta  tajante: “No hay diferencia [… ] El envase Mujica, es más simpático y agradable. Pero el contenido es el mismo”.

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Vale la pena, y es el motivo de éste artículo,  reproducir -en extenso- sus planteamientos,  en la medida en que  Zibechi,  aprovecha  esa pregunta  como una “ventana”,  para desarrollar una elucidación sobre  la experiencia en Latinoamérica de los gobiernos -denominados- “progresistas”, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, etc.

Resumiré aquí algunos de los puntos que me parecen centrales, para “tomar distancia” de tales experiencias, en lugar de simplemente elogiarlos, sin un conocimiento directo,  en la medida se trata de gobierno  generados desde la “izquierda”,  más o menos antineoliberales, además de  otros  elementos calificados con razón, como “progresistas”.

Zibechi traza un esquema con tres momentos: el primero, es el de los potentes ciclos de lucha, en cuyo transcurso cayeron 12 gobiernos, “por la acción popular en la calle”, luchas contra el neoliberalismo (las políticas de austeridad, el recorte de los gastos  sociales, las privatizaciones, las “reformas estructurales”, etc.). De acuerdo con este autor, en estas luchas confluyeron –por un tiempo- “dos abajos”, los que tienen una cierta seguridad en el empleo, o en sus ingresos, derechos civiles, y los excluidos.

El segundo momento: por la combinación de movilizaciones y elecciones llegan los  gobiernos progresistas, una nueva clase política emergente que viene de los procesos de politización  de esas “sociedades en movimiento” que cambiarían la historia en Latinoamérica.  El problema, para nuestro autor, es que muchos de los integrantes de esa nueva clase política, venían de los mismos movimientos populares… (“nos conocían desde dentro”).

El tercer momento: es la consolidación de los nuevos gobiernos  “progresistas”,  de los que menciona… que se presentan con una  “máscara  antineoliberal”, contra la pobreza, por un mundo multipolar, etc. etc.  Pero en los hechos, dan continuidad al mismo modelo de acumulación extractivista (monocultivos, minería, especulación inmobiliaria, etc.). Aunque frenan la ola privatizadora, por qué ya no hay que privatizar, o por la resistencia social, que lo impidió.

El problema  es que utilizan “otro” discurso, el discurso de las calles, de las protestas, de la resistencia y lucha contra el neoliberalismo. Y eso genera una terrible confusión.

En el balance global, ciertamente existen una serie de avances. Zibechi los reconoce ciertamente como aspectos positivos, pero el resultado neto es que el imaginario capitalista, continúa expandiéndose y consolidándose, aumenta el consumismo, etc.

Pero, sobre todo, existe un lado –más en la sombra-, de la acción de estos gobiernos, en  que destruyen los movimientos sociales y las comunidades, utilizando las políticas sociales y mediante la represión.

Recalca,  tres aspectos de estos gobiernos: la apropiación del discurso de izquierda, poniendo en marcha una destrucción de las significaciones  del pensamiento crítico, lo que genera finalmente, confusión,  desencanto, cinismo. Vacunando, mediante esa suerte de  “sobreexposición”, a las mayorías  sociales, contra proyectos transformadores.  Confusión acentuada cuando cualquier crítica a un gobierno de izquierda, es catalogada  como  “de derecha”, etc.  Es decir, la instalación del esquema amigo-enemigo. Otro aspecto, se basa en apoyar a unos grupos de militantes, contra aquellos otros  que no están alineados, complementándolo  con las políticas sociales,  respondiendo a las “mayores urgencias” de los sectores populares, mientras que para los cuadros dirigentes,  esa “repartidera”, es una vía de “movilidad social”  ascendente muy efectiva. El último aspecto, es el de la represión, que contra lo que podría pensarse, no disminuye,  se mantiene –o incluso aumenta- en este tipo de gobiernos. Cita algunos ejemplos para corroborarlo, el aumento en el número de  víctimas de la represión policial e institucional, el conocido como  “gatillo fácil”,  bajo los Kirchner,  las masacres en las favelas por parte de las fuerzas de seguridad en Brasil, bajo Lula -y Vilma-, etc.

Las consecuencias que extrae Zibechi, de este crudo diagnóstico, son varias: primero, una crítica de la democracia electoral (que no comparto plenamente). Segundo, la  principal, a mí juicio, la necesidad de ser  autónomos, de luchar y defender los espacios de autonomía, exigencia que  considero  insoslayable.

Pero ¿cómo podríamos construir “autonomía”,  y al mismo tiempo superar cierto  impase, en que estas posiciones parecen haber caído, si pensamos en el zapatismo, por ejemplo?  Son preguntas, y propuestas,  que nos dejan, como es lógico, con problemas  y desafíos que…Grecia (Syriza) y España (entre otros ejemplos),  o el propio Seminario, nos confrontan.

Escuchar el audio: http://www.pozol.org/

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