En una videoconferencia, con la que participó en el “Seminario del pensamiento crítico contra la hidra capitalista” convocado en enero por los zapatistas, Raúl Zibechi, uno de los referentes teóricos sobre el proyecto de autonomía individual y social en el contexto latinoamericano, parte de una pregunta que algún compa le hizo, durante una estancia en la escuelita… sobre la diferencia entre Pepe Mujica (Uruguay) y Peña Nieto (México), para luego dar una respuesta tajante: “No hay diferencia [… ] El envase Mujica, es más simpático y agradable. Pero el contenido es el mismo”.
Vale la pena, y es el motivo de éste artículo, reproducir -en extenso- sus planteamientos, en la medida en que Zibechi, aprovecha esa pregunta como una “ventana”, para desarrollar una elucidación sobre la experiencia en Latinoamérica de los gobiernos -denominados- “progresistas”, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, etc.
Resumiré aquí algunos de los puntos que me parecen centrales, para “tomar distancia” de tales experiencias, en lugar de simplemente elogiarlos, sin un conocimiento directo, en la medida se trata de gobierno generados desde la “izquierda”, más o menos antineoliberales, además de otros elementos calificados con razón, como “progresistas”.
Zibechi traza un esquema con tres momentos: el primero, es el de los potentes ciclos de lucha, en cuyo transcurso cayeron 12 gobiernos, “por la acción popular en la calle”, luchas contra el neoliberalismo (las políticas de austeridad, el recorte de los gastos sociales, las privatizaciones, las “reformas estructurales”, etc.). De acuerdo con este autor, en estas luchas confluyeron –por un tiempo- “dos abajos”, los que tienen una cierta seguridad en el empleo, o en sus ingresos, derechos civiles, y los excluidos.
El segundo momento: por la combinación de movilizaciones y elecciones llegan los gobiernos progresistas, una nueva clase política emergente que viene de los procesos de politización de esas “sociedades en movimiento” que cambiarían la historia en Latinoamérica. El problema, para nuestro autor, es que muchos de los integrantes de esa nueva clase política, venían de los mismos movimientos populares… (“nos conocían desde dentro”).
El tercer momento: es la consolidación de los nuevos gobiernos “progresistas”, de los que menciona… que se presentan con una “máscara antineoliberal”, contra la pobreza, por un mundo multipolar, etc. etc. Pero en los hechos, dan continuidad al mismo modelo de acumulación extractivista (monocultivos, minería, especulación inmobiliaria, etc.). Aunque frenan la ola privatizadora, por qué ya no hay que privatizar, o por la resistencia social, que lo impidió.
El problema es que utilizan “otro” discurso, el discurso de las calles, de las protestas, de la resistencia y lucha contra el neoliberalismo. Y eso genera una terrible confusión.
En el balance global, ciertamente existen una serie de avances. Zibechi los reconoce ciertamente como aspectos positivos, pero el resultado neto es que el imaginario capitalista, continúa expandiéndose y consolidándose, aumenta el consumismo, etc.
Pero, sobre todo, existe un lado –más en la sombra-, de la acción de estos gobiernos, en que destruyen los movimientos sociales y las comunidades, utilizando las políticas sociales y mediante la represión.
Recalca, tres aspectos de estos gobiernos: la apropiación del discurso de izquierda, poniendo en marcha una destrucción de las significaciones del pensamiento crítico, lo que genera finalmente, confusión, desencanto, cinismo. Vacunando, mediante esa suerte de “sobreexposición”, a las mayorías sociales, contra proyectos transformadores. Confusión acentuada cuando cualquier crítica a un gobierno de izquierda, es catalogada como “de derecha”, etc. Es decir, la instalación del esquema amigo-enemigo. Otro aspecto, se basa en apoyar a unos grupos de militantes, contra aquellos otros que no están alineados, complementándolo con las políticas sociales, respondiendo a las “mayores urgencias” de los sectores populares, mientras que para los cuadros dirigentes, esa “repartidera”, es una vía de “movilidad social” ascendente muy efectiva. El último aspecto, es el de la represión, que contra lo que podría pensarse, no disminuye, se mantiene –o incluso aumenta- en este tipo de gobiernos. Cita algunos ejemplos para corroborarlo, el aumento en el número de víctimas de la represión policial e institucional, el conocido como “gatillo fácil”, bajo los Kirchner, las masacres en las favelas por parte de las fuerzas de seguridad en Brasil, bajo Lula -y Vilma-, etc.
Las consecuencias que extrae Zibechi, de este crudo diagnóstico, son varias: primero, una crítica de la democracia electoral (que no comparto plenamente). Segundo, la principal, a mí juicio, la necesidad de ser autónomos, de luchar y defender los espacios de autonomía, exigencia que considero insoslayable.
Pero ¿cómo podríamos construir “autonomía”, y al mismo tiempo superar cierto impase, en que estas posiciones parecen haber caído, si pensamos en el zapatismo, por ejemplo? Son preguntas, y propuestas, que nos dejan, como es lógico, con problemas y desafíos que…Grecia (Syriza) y España (entre otros ejemplos), o el propio Seminario, nos confrontan.
Escuchar el audio: http://www.pozol.org/ ■