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martes, 13 mayo, 2025
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La célebre e histórica batalla de Zacatecas

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Por: Óscar Alzaga •

De la epopeya del 23 de junio de 1914 se han escrito ríos de tinta y no se quiere decir lo importante: que destrozó el ejército de la dictadura, la columna vertebral del mal gobierno, el que sirvió de base a Huerta para prolongarlo, el vil sirviente del gobierno de Estados Unidos que asesinó a Madero con un golpe de Estado.

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Muchos historiadores se centran en la pugna entre Carranza y Villa, dejando de lado lo decisivo de la batalla, la más sangrienta de la Revolución según afirman, en vez de reconocer: que fue la gesta épica que cambió el rumbo de la nación.

La División del Norte de Francisco Villa liquidó al usurpador Huerta, pero la batalla fue mucho más que eso, fue el punto decisivo de la Revolución. Destruyó la base principal de la dictadura de 35 años, la que acabó con la herencia de los liberales juaristas: todas las libertades ciudadanas y  los derechos de la Constitución de 1857 con violencia; el brazo del dictador para gobernar: el ejército represor del pueblo. Huerta sirvió al Plan de la Embajada, que en realidad operó desde Washington, a través del embajador Lane Wilson que ejecuta plan del gobierno yanqui con el cobarde Huerta, asesinando al presidente de México.

El día que Huerta asesina a Madero y Pino Suarez, escribe a William H. Taft, presidente de Estados Unidos: Tengo el honor de informar a usted  que he derrotado ese gobierno (19-II-13). Las fuerzas están conmigo, y desde hoy en adelante reinará la paz y prosperidad. Su obediente servidor. Victoriano Huerta.

Madero creyó que bastaba cambiar de presidente para cambiar la dictadura, dejaba intactos la estructura, oligarquía, injerencia yanqui y ejército de la oligarquía, nombrando como jefe de armas a su asesino. Intentó desarmar a los revolucionarios que lo apoyaron para llegar al poder: Zapata, Orozco y Villa. Murió como víctima de su utopía, pero su muerte desató la ira del pueblo. En 1914 levantó en armas a todo México: a Zapata, a varias divisiones y fuerzas populares, pero la más poderosa de ellas sería la División del Norte de Francisco villa.

Villa y la División llevaban una racha de triunfos imparables, como nadie, avanzaban de norte a sur, con la clara estrategia de llegar al centro y acabar con la dictadura que asolaba al pueblo. Entonces, sólo entonces se entendió al Partido Liberal Mexicano de Flores Magón que desde 1906 señaló que para avanzar en todos los frentes y cambiar el país, primero había que liquidar a la dictadura, hizo depender la estrategia obrera, campesina y legislativa contenida en el Programa del PLM de 1906, a partir de acabar a la dictadura y su sustento: el ejército. La principal base de toda dictadura.

Lo que enfrentaba el ejército de Villa, formado por jornaleros, obreros, mineros y campesinos –el pueblo-, era la fuerza más poderosa de la reacción y del capital extranjero, esos que con el golpe de la Ciudadela querían perpetuar privilegios y desde Washington dirigir la nación. Eran los que enfrentaron a los Villistas en Torreón, Gómez Palacios, San Pedro de la Colonias, Paredón y en Zacatecas, que fue en donde se jugó a fondo la derecha y la reacción nacional y extranjera, las últimas esperanzas para preservar el viejo régimen.

Su mayor reserva, el ejército con 12 mil hombres se apertrechó en Zacatecas, tomó la ventaja militar de los fuertes en las cimas de La Bufa, el Grillo, etc. Contaban con ganar la batalla decisiva y pusieron lo mejor de sus armas y hombres, contaron con el apoyo de los ricos de la entidad y la nación, apostaron todo.

Villa había derrotado al ejército porfirista en Torreón en 10 días, con una estrategia que ahora no era igual en Zacatecas; o ganaba en una batalla fulminante o salía derrotada la División del Norte. Contaba con la ventaja de una moral superior de quienes tienen la razón y la justicia de su lado. Contaba con Villa, el mejor guerrero del pueblo, con Felipe Ángeles un militar de carrera y un ejército de 23 mil hombres unidos, arrojados y decididos.

 

La gran epopeya popular derrota el viejo régimen y abre nuevos horizontes

La ventaja en el terreno de la batalla era de los porfiristas, sólo tenían que disparar cañones, metrallas y fusiles de arriba abajo desde las cimas. El pueblo convertido en ejército, tenía que avanzar de abajo a arriba, como siempre, para ganar. Ángeles había propuesto a Villa una estrategia militar muy clara: una sintonía precisa de artillería e infantería. Villa aceptó, pero dio un sello insólito: la fuerza e impulso de sus hombres con su general al frente.

Hay que acercar los cañones para ver claramente que se está abatiendo al enemigo y no hay que tirar más cuando la infantería se lance al asalto. Ya que saben, la artillería intimida cuando el cañón truena, el enemigo se esconde y nuestra infantería avanza, y cuando el enemigo se atreve a asomar la cabeza, ya está la infantería nuestra encima, entonces (el enemigo) abandona su posición. Diarios de Felipe Ángeles.

La moral y la enjundia de los villistas fueron decisivos, la precisión de Ángeles en sus planes dieron resultados: de las 10 de la mañana  a las 3 de la tarde avanzaron los indomables Villistas, en las siguientes dos horas destrozaron al ejército y de las 5 a las 7 de la tarde ocurrió la desbandada y muerte del ejército de Porfirio Díaz y la dictadura. Aquel glorioso día del 23 de junio de 1914.

Al saberse derrotados los jefes militares de la derecha, destruyeron todo lo que sirviera a los revolucionarios: la banca, la casa emisora de monedas y billetes, las reservas, los tesoros, etc. Entonces dinamitaron esos edificios del centro. Pero la prensa reaccionaria culparía a los Villistas. Lo que nadie pudo negar fue el triunfo de la batalla de Zacatecas. Han minimizado su trascendencia,  desvirtuado su profundo contenido: abrir las puertas del cambio a la nación.

Acabar con el ejército porfirista era condición indispensable para que cambiara la nación y para surgiera un nuevo perfil de Estado, darle otra cara al capitalismo existente, ya que la Revolución nunca tuvo otra finalidad que la contenida en la Constitución del 17. La batalla abrió el camino para llegar a los artículos 3, 27 y 123 constitucionales y para llegar al  gobierno de Cárdenas, que apoyado en una intensa lucha de clases logró las grandes demandas de la Revolución. No obstante, la ideología, cultura y política porfirista o de derecha, nunca fueron desterradas.

 

¿Quién fue responsable de la gesta histórica?

Indudablemente fueron Francisco Villa, Felipe  Ángeles, Maclovio Herrera, Nateras y otros generales, y por encima de todos fue el pueblo el héroe de Zacatecas, aquel personaje anónimo y colectivo que nunca cuenta para la historia oficial. El mismo personaje de la Noche Alegre de 1520, de la Alhóndiga de Granaditas de 1810, de la batalla de Puebla de 1862 y el Cerro de las campanas de 1867, etc.

En la historia oficial poco o nada aparece el pueblo como protagonista decisivo de la historia, como el creador de lo mejor de ella, lo mismo que los obreros y campesinos en sus propias luchas y huelgas. En la era cardenista, la mejor del siglo 20, se dieron enormes luchas para crear los contratos colectivos de trabajo que transformaron la vieja relación de trabajo de “mando y obediencia” de 4 siglos, por el democrático “acuerdo entre las partes”; dio pie a que el derecho de huelga y de organización sindical fueran una realidad y no sólo letra; surge la reforma agraria más importante de América; la alfabetización y nueva educación laica y socialista; crea CFE y nacionaliza los ferrocarriles, hasta llegar a la expropiación petrolera de las dos empresas más poderosas del mundo.

Entonces, sólo entonces, se hizo realidad el Estado y Constitucionalismo Social. Ese Estado que hoy con tanto empeño destroza día a día la derecha neoliberal. ■

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