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viernes, 16 mayo, 2025
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2015: Un año terrible

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Por: DANIEL SALAZAR M. •

Hace un año exactamente, en un artículo que publiqué en estas mismas páginas, planteaba ya que el 2015 sería un año difícil para los mexicanos pues todos los caminos nos estaban llevando a la ruina -como nación y como pobladores- ya que se transitaba por un país minado de políticas antipopulares. Mencionábamos entonces, que dos de los componentes básicos de la economía mexicana estaban en muy serias dificultades: El petróleo -con la caída de los precios internacionales- y el peso mexicano en su devaluación frente al dólar, ambos fenómenos de graves consecuencias económicas y sociales.

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Y efectivamente, lo ocurrido este año vino a confirmar lo que muchos veíamos venir: Que la conducción del país en manos de Peña Nieto y las reformas estructurales por su gobierno aprobadas, darían al traste con lo que nos quedaba de soberanía y que la riqueza nacional continuaría entregándose a la iniciativa privada.

Al día de hoy, como se sabe, la caída de los precios del petróleo sigue en picada;  siendo México un país básicamente importador, la inflación no se detendrá. Hacen falta 13 millones de empleos; el narcotráfico – llámese delincuencia organizada- se mantiene activo en la mayor parte de las entidades federativas acompañado siempre de su interminable estela de muertes y desapariciones forzosas que se cuentan ya por miles; la nación se militariza y con ello el aumento la represión. A un devaluado peso mexicano, le ha sido imposible compensar su depreciación con las remesas de los trabajadores en el extranjero o con el turismo foráneo…

Así que, más allá de nuestros buenos deseos, o de que papá Noel o algún rey mago de la Sedesol llame a nuestra puerta, tanto la paz social como la confianza ciudadana en las autoridades permanecen alejadas y tardarán años en reinstalarse en México como formas elementales de vida cotidiana.

La corrupción gubernamental seguirá siendo la noticia de los periodistas valerosos que arriesgarán la vida por publicarla; el círculo íntimo de la “casa blanca mexicana” compuesto por políticos y empresarios, continuará adquiriendo propiedades y enriqueciéndose a costillas del poder, del erario público y beneficiándose de las nuevas y numerosas privatizaciones en curso.

Aun frente a toda esta tragedia, sigo pensando -como hace un año- que si bien las medidas neoliberales continúan imponiéndose sobre la clase trabajadora pauperizándola, ésta clase no ha sido del todo derrotada pues existen, en prácticamente todas las entidades del país, sectores grandes o pequeños, de la ciudad o del campo, que se mantienen hoy en lucha y resistiendo. Ejemplos hay muchos, pero sobresalen en la batalla, los que tienen más claro que la lucha es contra el Estado capitalismo o contra los planes neoliberales del gobierno. Ahí están, de pie, la Rebelión Zapatista, la resistencia sindical y política del SME; la radical y constante lucha los maestros de la CNTE (con más de treinta años de historia); los movimientos estudiantiles, de jóvenes, de campesinos; el movimiento por Ayotzinapa, etc., todos ellos activos políticos que, afortunadamente, no guardan ninguna ilusión con el viejo sistema de dominación, ni con ninguna de las instituciones del descompuesto Estado mexicano incluidas las de los Poderes de la Unión y los procesos electorales.

Si durante el 2016 éstas y otras voces y acciones se unieran contra los poderes establecidos y corruptos, contra la galopante carestía de la vida, las reformas estructurales, el desempleo, por mejoras al salarios o contra la represión, la clase trabajadora estaría en mejores condiciones de empezar a modificar su situación de vida actual; de impulsar y sostener la ruptura contra el poder despótico instalado.

No será fácil. Si estos u otros movimientos (aun fueran fuertes y numerosos)  mantienen su dispersión, su aislamiento y desincronización, o se mantienen en el marco de sus demandas inmediatas exclusivamente, serán muy pocas las posibilidades de triunfo. La historia demuestra que la lucha de los trabajadores tarde o temprano se planteará su ruptura con el Estado y ya no solo por su reforma como hasta ahora la mayoría de los movimientos lo ha venido reivindicando.

Reunir y llamar a la unidad de todos los repudios contra el gobierno, seguirá siendo el mayor de nuestros retos para el año que viene.

Lejos ya del trabajo, del ámbito laboral y la rutina, estos días podrían servirnos para renovar nuestra voluntad de lucha frente a la posibilidad de un mundo mejor. Por todo lo que nos han quitado, continuemos hasta la victoria. ■

 

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